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Versículo de Hoy - Reflexión de Salmos 62:1

Versículo de Hoy

En Dios solamente espera en silencio mi alma; de Él viene mi salvación.

Evangelio de Hoy -Salmos 6-21

¿Cómo debemos tratar la salvación de Dios? Sólo Dios es nuestro Salvador, y nadie puede salvar al hombre. Por lo tanto, necesitamos temer a Dios y callarnos ante Él para buscar y esperar que Su voluntad nos sea revelada. Esta es la actitud hacia la salvación de Dios que debemos tomar. Cuando alguien nos predica el evangelio, si escuchamos ciegamente los rumores sin buscar o investigar, entonces fácilmente perderemos la salvación de Dios. Por ejemplo, cuando el Señor Jesús hizo Su obra de redención, aquellos judíos no investigaron si las palabras y la obra del Señor Jesús tenían verdad, si venían de Dios, sino que siguieron ciegamente a los fariseos para resistir y condenar al Señor Jesús. Finalmente lo clavaron a la cruz, cometiendo un crimen atroz. No sólo perdieron la salvación del Señor, sino que toda la nación judía fue sometida a la destrucción. Esta trágica lección es una advertencia para nosotros que estamos esperando la segunda venida del Señor en los últimos días. Frente a la salvación del Señor, ¿cómo debemos acercarnos a ella? ¿Podemos aprender una lección del fracaso de los judíos? Seguir ciegamente al hombre para rechazar la salvación de Dios o investigarla con un corazón que venera a Dios, está relacionado con nuestro destino y resultado final. Es digno de nuestra profunda reflexión. Así como Dios dice: “El regreso de Jesús es una gran salvación para aquellos que son capaces de aceptar la verdad, pero para los que son incapaces de hacerlo es una señal de condenación. Debéis elegir vuestro propio camino y no blasfemar contra el Espíritu Santo ni rechazar la verdad. No debéis ser personas ignorantes y arrogantes, sino alguien que obedece la dirección del Espíritu Santo, que anhela y busca la verdad; sólo así os beneficiaréis. Os aconsejo que andéis con cuidado por el camino de la creencia en Dios. No saquéis conclusiones apresuradas; más aún, no seáis despreocupados y descuidados en vuestra creencia en Dios. Deberíais saber que, como mínimo, los que creen en Dios deben ser humildes y reverenciales. Los que han oído la verdad pero la miran con desdén son insensatos e ignorantes. Los que han oído la verdad, pero sacan conclusiones precipitadas o la condenan a la ligera, están asediados por la arrogancia. Nadie que crea en Jesús es apto para maldecir o condenar a otros. Deberíais ser todos personas con razón y que aceptan la verdad. Quizás, habiendo oído el camino de la verdad y leído la palabra de vida, creas que solo una de cada 10.000 de estas palabras está en sintonía con tus convicciones y con la Biblia, y entonces deberías seguir buscando en esa diezmilésima parte de esas palabras. Sigo aconsejándote que seas humilde, no te confíes demasiado y no te exaltes mucho. Con esta exigua reverencia por Dios en tu corazón, obtendrás mayor luz. Si examinas detenidamente y contemplas repetidamente estas palabras, entenderás si son o no la verdad, y si son o no la vida. […] ¡Piensa en ello! No seas imprudente e impetuoso, y no trates la creencia en Dios como un juego. Piensa en el bien de tu destino, en el bien de tus perspectivas, en el bien de tu vida, y no juegues contigo mismo. ¿Puedes aceptar estas palabras?” (“En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra”).

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