Palabras diarias de Dios: El carácter de Dios, lo que Él tiene y es | Fragmento 263
Desde que la humanidad inventó las ciencias sociales, la ciencia y el conocimiento ocuparon su mente. Después, estos pasaron a ser herramientas para gobernar a la humanidad, y ya no hay espacio suficiente para que el hombre adore a Dios ni hay condiciones favorables para Su adoración. La posición de Dios se ha hundido aún más abajo en el corazón del hombre. Sin Dios en su corazón, el mundo interior del hombre es oscuro, desesperanzado y vacío. Posteriormente, muchos científicos sociales, historiadores y políticos han saltado a la palestra para expresar teorías de ciencias sociales, la teoría de la evolución humana y otras que contradicen la verdad de que Dios creó al hombre, para llenar los corazones y las mentes de la humanidad. Así, cada vez son menos los que creen que Dios lo creó todo, y son más los que creen en la teoría de la evolución. Más y más personas tratan los relatos de la obra de Dios y Sus palabras durante la era del Antiguo Testamento como mitos y leyendas. En sus corazones, las personas se vuelven indiferentes a la dignidad y a la grandeza de Dios, al principio de que Él existe y que domina todas las cosas. La supervivencia de la humanidad y el destino de países y naciones ya no son importantes para estas personas, y el hombre vive en un mundo vacío que se preocupa solo por comer, beber y buscar el placer… Pocas personas tienen la iniciativa de buscar dónde Dios lleva a cabo Su obra hoy o cómo preside y organiza el destino del hombre. Y, de esta forma, sin el hombre saberlo, la civilización humana se vuelve cada vez menos capaz de cumplir los deseos del hombre e, incluso, todavía hay muchos que sienten que, viviendo en un mundo así, son menos felices que aquellos que ya han muerto. Hay incluso personas de países que solían ser muy civilizados que ventilan estas quejas. Y es que sin la dirección de Dios, por mucho que los gobernantes y sociólogos se devanen los sesos para preservar la civilización humana, todo es inútil. Nadie puede llenar el vacío en el corazón del hombre, porque nadie puede ser su vida, y ninguna teoría social puede liberarlo del vacío que lo aflige. Ciencia, conocimiento, libertad, democracia, ocio, comodidad: estas cosas solo le brindan un consuelo temporal al hombre. Incluso teniendo esto, el hombre sigue pecando inevitablemente y se queja de las injusticias de la sociedad. Estas cosas no pueden refrenar su anhelo y deseo de explorar. Esto es porque la humanidad fue creada por Dios, y sus sacrificios y sus exploraciones sin sentido solo pueden llevarla a una angustia mayor y solo pueden causar que el hombre exista en un estado de miedo constante, sin saber cómo afrontar el futuro de la humanidad ni cómo hacer frente a la senda que tiene por delante. El hombre incluso llega a temer a la ciencia y al conocimiento y, más aún, al sentimiento de vacío. En este mundo, vivas en un país libre o en uno sin derechos humanos, eres totalmente incapaz de escapar al destino de la humanidad. Seas gobernador o gobernado, eres totalmente incapaz de escapar del deseo de explorar el sino, los misterios y el destino de la humanidad, mucho menos eres capaz de escapar al desconcertante sentimiento de vacío. Tales fenómenos, comunes a toda la humanidad, son llamados “fenómenos sociales” por los sociólogos, pero ningún gran hombre puede surgir y resolver estos problemas. Después de todo, el hombre es hombre, y ninguno de ellos puede reemplazar la posición y la vida de Dios. La humanidad no solo requiere una sociedad justa en la que todos estén bien alimentados y que sea igualitaria y libre; lo que necesita la humanidad es la salvación de Dios y Su provisión de vida. Solo cuando el hombre recibe la provisión de vida de Dios y Su salvación puede resolver las necesidades, el anhelo de explorar y el vacío espiritual. Si las personas de un país o nación son incapaces de recibir la salvación y el cuidado de Dios, ese país o nación irá camino del deterioro, hacia las tinieblas y Dios lo aniquilará.
Quizá tu país hoy esté prosperando, pero si dejas que tu pueblo se aparte de Dios, entonces se verá cada vez más desprovisto de Sus bendiciones. La civilización de tu país se verá cada vez más pisoteada, y no pasará mucho tiempo antes de que las personas se levanten contra Dios y maldigan el cielo. Y, así, sin que el hombre lo sepa, se arruinará el destino de un país. Dios alzará países poderosos para ocuparse de aquellos países que Él ha maldecido y podría incluso borrarlos de la faz de la tierra. El surgimiento y la caída de un país o nación dependen de si sus gobernantes adoran a Dios y de si guían a su pueblo para que esté más cerca de Dios y lo adore. Pero en esta era final, como los que buscan y adoran sinceramente a Dios son cada vez más escasos, Él concede un favor especial a los países en los que el cristianismo es la religión del estado. Reúne a esos países para formar el relativamente justo campamento del mundo, mientras que los países ateos y los que no adoran al Dios verdadero pasan a ser los oponentes del campamento justo. De esta forma, Él no solo tiene un lugar entre la humanidad en el que lleva a cabo Su obra, sino que también gana países que pueden ejercer autoridad justa, permitiendo que se impongan sanciones y restricciones a las naciones que se resisten a Él. Pero, a pesar de esto, siguen sin surgir personas que adoren a Dios, porque el hombre se ha alejado demasiado de Él y se ha olvidado de Dios demasiado tiempo. En la tierra sigue habiendo países que solo ejercen la justicia y resisten la injusticia. Sin embargo, esto está lejos de los deseos de Dios, porque ningún gobernante permitirá que Él presida su pueblo, y ningún partido político reunirá a sus seguidores para adorar a Dios; Él ha perdido Su lugar legítimo en el corazón de cada país, nación, partido gobernante e incluso de cada persona. Aunque las fuerzas justas existen en este mundo, el gobierno en el que Dios no ocupa un lugar en el corazón del hombre es frágil. Sin Su bendición, el ámbito político caerá en el desorden y se volverá incapaz de soportar un solo golpe. Para la humanidad, vivir sin la bendición de Dios es como vivir sin sol. Independientemente de la asiduidad con la que los gobernantes hagan contribuciones a su pueblo, sin importar el número de conferencias justas que celebre la humanidad, nada de esto revertirá la marea ni alterará el destino de la humanidad. El hombre cree que un país en el que las personas pueden comer y vestirse, en el que viven juntas pacíficamente, es un buen país y tiene buen liderazgo. Pero Dios no piensa así. Él cree que un país en el que nadie lo adora es uno que Él aniquilará. La forma de pensar del hombre está muy en conflicto con la de Dios. Así pues, si el jefe de Estado de un país no adora a Dios, la suerte de ese país será trágica y el país no tendrá destino.
Dios no participa en las políticas del hombre, pero controla el destino de un país o nación. Él controla este mundo y todo el universo. El destino del hombre y el plan de Dios están íntimamente relacionados, y ningún hombre, país o nación está exento de la soberanía de Dios. Si el hombre desea conocer su destino, debe venir ante Dios. Él hará que los que le siguen y adoran prosperen y traerá decadencia y extinción a los que se le resisten y lo rechazan.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Apéndice II: Dios preside el destino de toda la humanidad