En la tierra, toda clase de espíritus malvados está constantemente al acecho de un lugar para descansar, buscando incesantemente cadáveres de personas para comerlos. ¡Mi pueblo! Debes permanecer bajo Mi cuidado y protección. ¡Nunca te comportes de forma disoluta! ¡Nunca te comportes imprudentemente! En su lugar, ofrece tu lealtad en Mi casa, y sólo con ella puedes montar un contraataque contra el ingenio del diablo. Bajo ninguna circunstancia debes comportarte como en el pasado, haciendo una cosa delante de Mí y otra a Mis espaldas; así ya estás más allá de la redención. Sin duda he pronunciado palabras más que suficientes como estas, ¿no es así? Es precisamente porque la vieja naturaleza del hombre es incorregible que Yo se lo he recordado repetidamente. ¡No os aburráis! ¡Todo lo que digo es para garantizar vuestro destino! Lo que Satanás necesita es exactamente un lugar sucio e inmundo; cuanto más desesperanzados, irremediables mientras más irredimibles y más degenerados seáis, negándoos a someteros a la contención, más aprovecharán los espíritus inmundos cualquier oportunidad de infiltrarse. Una vez hayáis llegado a este paso, vuestra lealtad no será sino un parloteo ocioso, sin ninguna realidad, y los espíritus inmundos se comerán vuestra resolución, para convertirla en desobediencia o en la estratagema de Satanás, y usarla para interrumpir Mi obra. Por esa razón os golpearé hasta la muerte cuándo y dónde quiera. Nadie conoce la gravedad de esta situación; todos consideran lo que oyen como palabrería y no son en lo más mínimo cautos. No recuerdo lo que se hizo en el pasado. ¿Sigues esperando que Yo sea indulgente olvidando una vez más? Aunque la humanidad se ha opuesto a Mí, no lo usaré contra ella, porque la estatura del hombre es demasiado baja y, por tanto, no le impongo grandes exigencias. Lo único que requiero es que no sea disoluto, y que se someta a la contención. ¿Seguro que no escapa a vuestra capacidad cumplir esta estipulación? La mayoría de las personas están esperando que Yo revele incluso más misterios para que sus ojos se deleiten en ellos. Pero, si llegaras a entender todos los misterios del cielo, ¿qué harías con ese conocimiento? ¿Incrementaría tu amor por Mí? ¿Inflamaría tu amor por Mí? Yo no subestimo al hombre ni llego a emitir un veredicto sobre él a la ligera. Si estas no fueran las circunstancias reales del hombre, Yo nunca coronaría arbitrariamente a la gente con estas etiquetas. Pensad en el pasado: ¿alguna vez os he difamado? ¿Alguna vez os he subestimado? ¿Alguna vez cuando os he observado sin consideración por vuestras circunstancias reales? ¿Alguna vez algo de lo que he dicho no ha podido llenar vuestros corazones y vuestras bocas de convicción? ¿Alguna vez he hablado sin hacer resonar en vosotros una nota profunda? ¿Quién de entre vosotros ha leído Mis palabras sin temor y temblor, profundamente temeroso de que lo echara al abismo sin fondo? ¿Quién no soporta la prueba en Mis palabras? En ellas reside la autoridad, pero esto no se produce para emitir un juicio informal pasajero sobre el hombre, sino que, consciente de sus circunstancias reales, le manifiesto constantemente el significado inherente de Mis palabras. En realidad ¿hay alguien que sea capaz de reconocer Mi poder omnipotente en Mis palabras? ¿Hay alguien que pueda recibir en sí mismo el oro más puro del que están hechas Mis palabras? Cuántas palabras he hablado, ¿pero las ha valorado alguien?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 10
OFRECE TU LEALTAD EN LA CASA DE DIOS
I
En la tierra, toda clase de espíritus malvados están constantemente al acecho. Buscan un lugar para descansar, a humanos que devorar. Bajo ninguna circunstancia debéis comportaros como en el pasado, haciendo una cosa delante de Dios y otra a Sus espaldas. A estas alturas ya no tenéis posibilidad de redención. Si os comportáis de este modo, ¿acaso no os ha dicho Dios más que suficientes palabras como estas? ¡Pueblo de Dios! Debéis permanecer bajo Su cuidado y protección, ¡no os comportéis de manera disoluta o imprudente! ¡Pueblo de Dios! Ofreced vuestra lealtad en Su casa, y sólo con ella podréis repeler el ingenio del diablo.
II
Ya que la misma naturaleza del hombre es incorregible, Dios os lo ha recordado repetidas veces, por vuestro bien. ¡Todo lo que dice es para garantizar vuestro destino! Lo que Satanás necesita es un lugar sucio e inmundo; cuanto más abatidos e irremediables, y más degenerados seáis, negándoos a someteros a la contención, más aprovecharán los espíritus inmundos para infiltrarse.
III
Una vez hayáis llegado a este paso, vuestra lealtad no será sino un parloteo ocioso, los demonios se comerán vuestra resolución para convertirla en desobediencia y ardides de Satanás. Interrumpiréis la obra de Dios, así que Él podrá castigaros con la muerte. Sin embargo, a nadie le importa realmente, por muy grave que sea la situación. ¡Pueblo de Dios! Debéis permanecer bajo Su cuidado y protección, ¡no os comportéis de manera disoluta o imprudente! ¡Pueblo de Dios! Ofreced vuestra lealtad en Su casa, y sólo con ella podréis repeler el ingenio del diablo.
IV
Dios no recordará lo que hicisteis, pero ¿vais a esperar Su indulgencia con vosotros y que la próxima vez vuelva a perdonaros? Aunque se ha opuesto tanto a Dios, Él no va a usar esto contra el hombre, porque la estatura de este es demasiado baja y, por tanto, Dios no le impone grandes exigencias. Lo único que pide es que no sea disoluto, y que se someta a la contención. ¿Escapa a vuestra capacidad cumplir esta estipulación? ¡Pueblo de Dios! Debéis permanecer bajo Su cuidado y protección, ¡no os comportéis de manera disoluta o imprudente! ¡Pueblo de Dios! Ofreced vuestra lealtad en Su casa, y sólo con ella podréis repeler el ingenio del diablo.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”