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Palabras diarias de Dios: La entrada en la vida | Fragmento 448

334 19/10/2020

El hombre cumpliendo con su deber es, en la realidad, el logro de todo lo que es inherente dentro del hombre, es decir, lo que es posible para el hombre. Es entonces que su deber se cumple. Los defectos del hombre durante el servicio del hombre se reducen gradualmente a través de la experiencia progresiva y del proceso de su experiencia del juicio; no obstaculizan ni afectan el deber del hombre. Los que dejan de servir o ceden y retroceden por temor a los defectos que puedan existir en el servicio son los más cobardes de todos los hombres. Si el hombre no puede expresar lo que debe expresar durante el servicio, o lograr lo que por naturaleza es posible para él, y en cambio se hace el tonto y lo hace mecánicamente sin mostrar ningún interés, ha perdido la función que un ser creado debe tener. Esta clase de hombre se considera un mediocre cero a la izquierda y un inútil desperdicio de espacio; ¿cómo puede alguien así ser dignificado con el título de un ser creado? ¿No son entes de corrupción que brillan por fuera pero que están podridos por dentro? Si un hombre se llama a sí mismo Dios, pero no es capaz de expresar el ser de la divinidad, ni hacer la obra de Dios mismo, ni representar a Dios, sin duda no es Dios, porque no tiene la esencia de Dios, y lo que Dios puede por Su naturaleza lograr no existe dentro de él. Si el hombre pierde lo que por su naturaleza es alcanzable, ya no se puede considerar un hombre, y no es digno de permanecer como un ser creado o de venir delante de Dios y servirlo. Además, no es digno de recibir la gracia de Dios ni de que Dios lo cuide, lo proteja y lo perfeccione. Muchos que han perdido la confianza de Dios pasan a perder la gracia de Dios. No sólo no desprecian sus fechorías, sino que con descaro propagan la idea de que el camino de Dios no es correcto. Y esos rebeldes incluso niegan la existencia de Dios; ¿cómo puede esa clase de hombre con tal rebeldía tener el privilegio de gozar la gracia de Dios? Los hombres que no han cumplido su deber han sido muy rebeldes contra Dios y le deben mucho a Él, pero se dan la vuelta y critican severamente que Dios está equivocado. ¿Cómo podría esa clase de hombre ser digno de ser perfeccionado? ¿No es esto el precursor para que sean eliminados y castigados? Un hombre que no cumple con su deber delante de Dios ya es culpable de los crímenes más atroces para los que hasta la muerte es un castigo insuficiente, pero el hombre tiene el descaro de discutir con Dios y enfrentarse a Él. ¿Cuál es el valor de perfeccionar a esa clase de hombre? Si el hombre no cumple su deber, se debe sentir culpable y en deuda; debe despreciar su debilidad e inutilidad, su rebelión y corrupción, y también debe sacrificar su vida y sangre para Dios. Sólo entonces será un ser creado que verdaderamente ama a Dios, y sólo esa clase de hombre es digno de disfrutar las bendiciones y la promesa de Dios y de que Él lo perfeccione. ¿Y qué pasa con la mayoría de vosotros? ¿Cómo tratáis al Dios que vive entre vosotros? ¿Cómo habéis cumplido vuestro deber delante de Él? ¿Habéis hecho todo lo que fuisteis llamados a hacer, incluso a expensas de vuestra propia vida? ¿Qué habéis sacrificado? ¿No habéis recibido mucho de Mí? ¿Podéis hacer la distinción? ¿Qué tan leales me sois? ¿Cómo me habéis servido? ¿Y qué pasa con todo lo que os he otorgado y he hecho por vosotros? ¿Habéis tomado medida de todo esto? ¿Habéis juzgado y comparado esto con la poca conciencia que tenéis dentro de vosotros? ¿A quién podéis hacer el bien con vuestras palabras y acciones? ¿Podría ser que ese minúsculo sacrificio vuestro es digno de todo lo que os he otorgado? No tengo otra opción y me he dedicado a vosotros con todo el corazón, pero albergáis malvados recelos contra Mí y sois indiferentes. Este es el alcance de vuestro deber, vuestra única función. ¿No es así? ¿No sabéis que para nada habéis cumplido el deber de un ser creado? ¿Cómo podéis ser considerados un ser creado? ¿No sabéis con claridad qué es lo que estáis expresando y viviendo? No habéis cumplido con vuestro deber, pero buscáis obtener la misericordia y la gracia abundante de Dios. Esa gracia no ha sido preparada para unos tan inútiles y viles como vosotros, sino para los que no piden nada y se sacrifican con gusto. Tales hombres como vosotros, tales mediocres ceros a la izquierda, para nada sois dignos de disfrutar la gracia del cielo. ¡Sólo las dificultades y el interminable castigo acompañarán vuestros días! Si no me podéis ser fieles, vuestro destino será uno de sufrimiento. Si no podéis ser responsables ante Mis palabras y Mi obra, vuestra suerte será una de castigo. Ninguna gracia, bendiciones y vida maravillosa en el reino tendrán nada que ver con vosotros. ¡Este es el fin que merecéis y una consecuencia de vuestro propio esfuerzo!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La diferencia entre el ministerio de Dios encarnado y el deber del hombre

CUMPLIR EL PROPIO DEBER ES HACER TODO LO POSIBLE

El hombre que cumple con su deber, cumple con lo que es inherente a él y todo lo que le es posible. Así él cumple con su deber.

Los defectos durante el servicio se reducen con la experiencia y el proceso de juicio. No obstruyen el deber del hombre. Los hombres que dejan de servir y abandonan por temor a los defectos en su servicio, los más cobardes de todos son. El hombre que cumple con su deber, cumple con lo que es inherente a él y todo lo que le es posible. Así él cumple con su deber. El hombre que cumple con su deber, cumple con lo que es inherente a él y todo lo que le es posible. Así él cumple con su deber.

Si durante el servicio a Dios el hombre no puede expresar lo que debe o lograr lo que le es posible, y pierde el tiempo y no se involucra, perderá su función humana. Esta clase de hombre es considerada mediocre e inútil. ¿Acaso es un ser creado así? ¿Acaso no brilla por fuera pero hiede por dentro? El hombre que cumple con su deber, cumple con lo que es inherente a él y todo lo que le es posible. Así él cumple con su deber. El hombre que cumple con su deber, cumple con lo que es inherente a él y todo lo que le es posible. Así él cumple con su deber, con su deber.

De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”

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