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Palabras diarias de Dios: La entrada en la vida | Fragmento 487

761 26/10/2020

Ya que crees en Dios, entonces debes poner fe en todas las palabras y la obra de Dios. Es decir, ya que crees en Dios, le debes obedecer. Si no eres capaz de hacer esto, entonces no importa si crees en Dios. Si has creído en Dios por muchos años, pero nunca lo has obedecido ni aceptado todas Sus palabras, y en cambio le has pedido a Dios que se someta a ti y siga tus ideas, entonces eres el más rebelde de todos y eres un incrédulo. ¿Cómo puede alguien así obedecer la obra y las palabras de Dios que no se conforman a las ideas del hombre? La persona más desobediente es una que de manera intencional desafía a Dios y lo resiste. Él es el enemigo de Dios y es un anticristo. Tal persona siempre guarda hostilidad en contra de la nueva obra de Dios, no muestra intención de someterse y nunca ha obedecido o se ha humillado voluntariamente. Él mismo se exalta ante los demás y nunca se somete a otro. Ante Dios, se considera el más competente en predicar la palabra y el más hábil para obrar en los demás. Nunca descarta los tesoros que ya están en su posesión, sino que los trata como reliquias de familia que se deben adorar, que se deben predicar a otros y que se deben usar para sermonear a los insensatos quienes le adoran. De hecho, existen algunas de estas personas en la iglesia. Se puede decir que son “héroes indomables”, que generación tras generación moran en la casa de Dios. Creen que predicar la palabra (doctrina) es su deber más alto. Año tras año y una generación tras la otra, llevan a cabo su deber santo y sagrado. Nadie se atreve a tocarlos y nadie se atreve a reprocharlos abiertamente. Se volvieron un “rey” en la casa de Dios, actuando de un modo tiránico a través de las épocas. Estos demonios buscan unir las manos y juntos destruir Mi obra; ¿cómo puedo permitir que estos diablos vivientes existan ante Mí? Incluso los que sólo tienen medio corazón obediente no pueden caminar hasta el final, mucho menos estos tiranos que no tienen la menor obediencia en sus corazones. El hombre no obtiene fácilmente la obra de Dios. Incluso si el hombre usa toda su fuerza, sólo será capaz de obtener una sola porción y lograr la perfección al final. ¿Qué pasa, entonces, con los hijos del arcángel que buscan destruir la obra de Dios? ¿No tienen ni la menor esperanza de que Dios los conquiste? El fin de Mi obra de conquista no es sólo en aras de la conquista, sino conquistar para revelar la justicia y la injusticia, para obtener pruebas para el castigo del hombre, para condenar al perverso y, además, Yo conquisto para perfeccionar a aquellos quienes tienen un corazón obediente. Al final, todos serán separados de acuerdo a su tipo y todos aquellos perfeccionados tendrán sus pensamientos llenos de obediencia. Esta es la obra final llevada a cabo. Aquellos quienes estén llenos de rebelión serán castigados, enviados para quemarse en el fuego y ser por siempre maldecidos. Cuando ese tiempo llegue, esos antiguos “grandes e indomables héroes” se convertirán en los más viles y más rechazados “cobardes débiles e inútiles”. Sólo esto puede ilustrar toda la justicia de Dios y el carácter de Dios no permite ninguna ofensa. Sólo esto puede apaciguar el odio en Mi corazón. ¿No estáis de acuerdo con que esto es muy razonable?

No todos aquellos quienes experimentan la obra del Espíritu Santo pueden recibir la vida y no todos en esta corriente pueden recibir la vida. La vida no es una propiedad común compartida por todos y la transformación del carácter no lo logran todos fácilmente. La sumisión a la obra de Dios debe ser tangible y debe ser vivida. La sumisión a un nivel superficial no puede recibir la aprobación de Dios y la simple obediencia a la superficie de la palabra de Dios no puede complacer el corazón de Dios si no se busca una transformación en el carácter. La obediencia a Dios y la sumisión a la obra de Dios son una y la misma cosa. Aquellos que sólo se someten a Dios, pero no a la obra de Dios, no pueden ser considerados como obedientes y seguramente tampoco pueden aquellos que no se someten sinceramente y que son externamente serviles. Aquellos quienes verdaderamente se someten a Dios son capaces de beneficiarse de la obra y lograr la comprensión del carácter y de la obra de Dios. Sólo tales hombres se someten realmente a Dios. Tales hombres son capaces de adquirir un nuevo conocimiento de la obra nueva y experimentar nuevas transformaciones de la misma. Sólo tales hombres tienen la aprobación de Dios; sólo esta clase de hombre es uno quien ha sido perfeccionado y quien ha sufrido la transformación de su carácter. Aquellos aprobados por Dios son quienes voluntariamente se someten a Dios, así como a Su palabra y obra. Sólo esta clase de hombre está en lo correcto; sólo esta clase de hombre verdaderamente desea y busca a Dios. Y aquellos quienes sólo hablan de su fe en Dios, pero en realidad lo maldicen, son aquellos quienes se enmascaran a sí mismos. Son venenosos, los más traicioneros de los hombres. Un día a estos sinvergüenzas se les arrancarán sus máscaras viles. ¿No es esa la obra que se está haciendo el día de hoy? Aquellos quienes son perversos siempre serán perversos y no escaparán del día del castigo. Aquellos quienes son buenos siempre serán buenos y se harán manifiestos cuando la obra llegue a su fin. Ni uno solo de los perversos se considerará justo, ni ninguno de los justos se considerará perverso. ¿Yo dejaría que cualquiera fuera injustamente acusado?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los que obedecen a Dios con un corazón sincero, con seguridad serán ganados por Él

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