Liu Zhen, de 78 años, es la típica ama de casa rural. Desde que empezó a creer en Dios, sentía un gozo sin igual leyendo Sus palabras y cantándole canciones de alabanza todos los días, así como reuniéndose a menudo con sus hermanos y hermanas para hablar de la verdad. Pero lo bueno nunca dura. El Gobierno comunista chino la detiene y la persigue, lo que la pone en un terrible aprieto. La policía la lleva tres veces a comisaría para interrogarla y le advierte que no siga creyendo en Dios. La vigilan y van a su casa a intimidarla. Presionados por el Gobierno comunista chino, también su marido, su hijo y su nuera se oponen a sus creencias en Dios y se las prohíben. A lo largo de esta agonía, Liu verdaderamente confía en Dios y acude a Él, y Sus palabras le dan fe y fuerza, lo que le permite mantenerse fuerte en la persecución y las tribulaciones. En el momento más crítico de su sufrimiento, totalmente desamparada, le suplica a Dios con apremio. Él oye su oración y le abre un camino. Una noche, Liu pierde el conocimiento repentinamente y no la pueden despertar. El médico dice que no la pueden salvar y advierte a su familia de que se prepare para su fallecimiento. Sin embargo, milagrosamente vuelve en sí 18 horas después. Este milagro de Dios Todopoderoso deja pasmados a los que están a su alrededor y le abre un nuevo camino a Liu Zhen. Tras esta experiencia, llega a comprender en profundidad que la vida de las personas es incierta y que ninguno de nosotros la puede controlar: sólo Dios gobierna el destino de las personas y en Sus manos tiene nuestra vida, nuestra muerte, nuestra suerte y nuestra desgracia. También llega a experimentar que solamente Dios nos protege, que siempre está ahí para ayudarnos ¡y que únicamente podemos confiar y ampararnos en Él!
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