I
Una voz fuerte habla, sacude el universo,
es ensordecedor; es difícil escapar.
Algunos son asesinados;
otros, destruidos y otros, juzgados.
Nadie ha visto nunca un espectáculo así.
Escucha el trueno acompañado del llanto.
Proviene del Hades, llega del infierno.
El llanto de los juzgados por Dios,
el sonido de los hijos de la rebelión.
Los que no escuchan lo que Dios dice
y aquellos que no practican las palabras de Dios
son aquellos juzgados con severidad
y reciben la maldición de Su ira.
La voz de Dios es juicio y es ira,
implacable, no hay piedad para nadie,
porque Él es el justo Dios en persona,
iracundo, ardiente, purificador y destructor.
En Él no hay nada oculto ni emocional;
todo es claro, justo e imparcial.
II
Como Sus primogénitos están ahora en el trono,
gobernando las naciones y los pueblos con Él,
las personas injustas y lo injusto
están comenzando a ser juzgados por Él.
Dios los examinará uno por uno.
Nada se perderá, todo lo revelará.
Su juicio está completamente revelado, abierto,
y nada se ha mantenido oculto.
Él desechará lo que no sea según Su voluntad,
lo dejará morir, arderá en el pozo sin fondo.
Esta es Su justicia y rectitud.
Nadie puede cambiar esto,
todo es según Su mandamiento.
La voz de Dios es juicio y es ira,
implacable, no hay piedad para nadie,
porque Él es el justo Dios en persona,
iracundo, ardiente, purificador y destructor.
En Él no hay nada oculto ni emocional;
todo es claro, justo e imparcial.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”