Entre quienes buscan la vida, Pablo ignoraba su esencia.
No era humilde ni obediente,
ni entendía cómo se oponía a Dios.
Y así, Pablo era alguien que no atravesó
experiencias detalladas ni practicó la verdad.
Pedro era muy diferente.
Él sabía que era débil y corrupto.
Hacía sus prácticas para cambiar su carácter.
No estaba lleno de doctrina y vacío de realidad.
Cuando el hombre mide a otros, mide su contribución.
Cuando Dios mide al hombre, lo hace según su naturaleza.
Cuando el hombre mide a otros, mide su contribución.
Cuando Dios mide al hombre, lo hace según su naturaleza.
Los que cambian son personas nuevas,
capaces de buscar la verdad;
mientras que quienes no cambian son obsoletos.
Son los que no se han salvado.
Son los que rechaza Dios y detesta.
No importa cuán grande haya sido su obra,
Dios no los recordará si no han logrado cambiar.
Cuando el hombre mide a otros, mide su contribución.
Cuando Dios mide al hombre, lo hace según su naturaleza.
Cuando el hombre mide a otros, mide su contribución.
Cuando Dios mide al hombre, lo hace según su naturaleza.
Si no hay verdad en lo que buscas,
si aún eres arrogante e insolente,
fanfarrón y superficial como Pablo,
eres un inmoral que ha fracasado.
Pero si buscas prácticas y cambios reales,
como Pedro, sin ser soberbio ni terco,
si buscas cumplir con tu deber,
serás una criatura de Dios que vencerá.
Cuando el hombre mide a otros, mide su contribución.
Cuando Dios mide al hombre, lo hace según su naturaleza.
Cuando el hombre mide a otros, mide su contribución.
Cuando Dios mide al hombre, lo hace según su naturaleza.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”