Cuando las personas siguen a Dios, rara vez prestan atención a Su voluntad y rara vez toman en cuenta Sus pensamientos y Su actitud hacia los seres humanos. Las personas no comprenden los pensamientos de Dios; por tanto, cuando se os pregunta sobre Sus intenciones y Su carácter, os quedáis confundidos; caéis en una profunda inseguridad, y entonces suponéis o apostáis. ¿Qué clase de mentalidad es esta? Esto prueba un hecho: que la mayoría de las personas que creen en Dios lo consideran un soplo de aire vacío y algo que parece existir un minuto y al siguiente, no. ¿Por qué lo expreso así? Porque cuando os enfrentáis a un problema desconocéis la voluntad de Dios. ¿Por qué no conocéis Su voluntad? No solo ahora, sino que de principio a fin ignoráis cuál es la actitud de Dios respecto a este problema. No puedes entenderlo e ignoras cuál es la actitud de Dios, pero ¿te has puesto a pensar mucho en ello? ¿Has buscado saber cuál es? ¿Has hablado al respecto? ¡No! Esto confirma un hecho: el Dios de tu fe no tiene conexión con el de la realidad. En tu fe en Dios, solo consideras tus propias intenciones y las de tus líderes; dedicas tus pensamientos meramente al significado superficial y doctrinal de las palabras de Dios, sin intentar en absoluto conocer o buscar realmente Su voluntad. ¿No es este el caso? ¡La esencia de este asunto es bastante terrible! Después de tantos años, he visto a numerosas personas que creen en Dios. ¿En qué ha transformado a Dios la creencia que tienen en su mente? Algunos creen en Dios como si se tratara simplemente de un soplo de aire vacío. Estas personas no tienen respuesta a preguntas sobre la existencia de Dios, porque no pueden sentir ni percibir Su presencia o Su ausencia, y, no digamos ya, verla o entenderla claramente. A nivel subconsciente, piensan que Dios no existe. Otros creen en Él como si se tratara de un hombre. Le creen incapaz de hacer todo lo que ellos tampoco pueden hacer, y opinan que Dios debería pensar como ellos. Su definición de Dios es la de “una persona invisible e intocable”. Existe, asimismo, un grupo de personas que cree en Dios como si se tratara de un muñeco. Consideran que no tiene emociones. Creen que es una estatua de barro, y que, cuando se enfrenta a un asunto, Dios no tiene actitud, punto de vista o ideas; creen que Él está a merced de la humanidad. Las personas creen simplemente lo que quieren creer. Si lo engrandecen, entonces Él es grande; si lo empequeñecen, entonces es pequeño. Cuando pecan y necesitan la misericordia de Dios, Su tolerancia y Su amor, asumen que Dios debería extender Su misericordia. Estas personas inventan a un “Dios” en su mente, y entonces hacen que este “Dios” cumpla sus exigencias y satisfaga todos sus deseos. Independientemente del momento, del lugar o de lo que estas personas hagan, adoptarán esta fantasía en su trato con Dios y en su fe. Incluso están aquellos que, después de haber ofendido Su carácter, siguen creyendo que Él puede salvarlos porque asumen que el amor de Dios es ilimitado y que Su carácter es justo, y que no importa cuánto ofenda una persona a Dios, Él no se acordará de nada. Creen que ya que los errores, las transgresiones y la desobediencia humanas son expresiones momentáneas del carácter de una persona, Dios le dará oportunidades, y será tolerante y paciente con ella; creen que seguirá amándola como antes. Así, tienen grandes esperanzas de alcanzar la salvación. En realidad, no importa cómo crean las personas en Dios: mientras no busquen la verdad, Dios tendrá una actitud negativa hacia ellas. La razón es que, a lo largo de tu fe en Dios, aunque has aceptado el libro de Sus palabras y lo atesoras y lo estudias y lo lees cada día, dejas de lado al Dios real. Lo consideráis como un simple soplo de aire vacío o una simple persona, y algunos de vosotros lo consideráis como no más que un muñeco. ¿Por qué lo expreso de esta forma? Lo hago así porque, según lo veo Yo, ya sea que os enfrentéis a un problema u os encontréis con una circunstancia, estas cosas que existen en tu subconsciente, las que se originan internamente, nunca han tenido relación alguna con la palabra de Dios ni con buscar la verdad. Lo único que sabes es lo que estás pensando, cuál es tu propio punto de vista y, a continuación, le impones a Dios tus propias ideas y opiniones. En tu mente, se convierten en los puntos de vista de Dios y haces de ellos los estándares a los que te adhieres firmemente. Con el tiempo, proceder de esta forma te aleja cada vez más de Dios.
La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra