Cuando al hijo de la protagonista le diagnostican un tumor, ella ora y se ampara en Dios; la primera operación sale muy bien y el entusiasmo de la protagonista en la fe crece aún más. Sin embargo, el tumor reaparece de forma inesperada dos años después y empeora precipitadamente. Ella no puede evitar sentir resentimiento. No obstante, juzgada y desenmascarada por las palabras de Dios, comprende que su fe, todo cuanto ha dejado y lo que se ha esforzado ha sido para recibir bendiciones de Dios. Ha estado engañándolo y negociando con Él. Lo lamenta profundamente, ora y se arrepiente ante Dios, y está dispuesta a someterse a Su gobierno y Sus disposiciones. Con el tiempo, la enfermedad de su hijo mejora milagrosamente y ella se lo agradece sinceramente a Dios de corazón.
