I
Sólo los que aman a Dios pueden testificar de Dios
y pueden recibir Sus bendiciones y Sus promesas.
Sólo los que aman a Dios son Sus confidentes, los que Él ama,
y pueden compartir juntos las bendiciones de Dios, de Dios.
Sólo las personas así pueden vivir eternamente.
Sólo ellos vivirán para siempre
bajo el cuidado y la protección de Dios, de Dios, de Dios.
Benditas sean las personas que aman, los que aman a Dios,
los que lo aman así, son los que aman a Dios.
Los que aman a Dios pueden deambular siendo libres por el mundo.
Benditos sean todos los que aman a Dios.
Los testigos de Dios se mueven por todo el universo.
Benditos sean todos los que aman a Dios.
II
Sólo los que aman a Dios pueden testificar de Dios
y dar todo por el bien de la obra de Dios, de Dios.
Ellos pueden deambular por el mundo sin que nadie se les oponga,
y gobiernan sobre todo el pueblo de Dios.
Ellos reinan en la tierra.
Dios los ama y los bendice; Él bendice a estas personas.
Estas personas vivirán para siempre,
para siempre bajo la luz de Dios, de Dios, de Dios.
Benditas sean las personas que aman, los que aman a Dios,
los que lo aman así, son los que aman a Dios.
Los que aman a Dios pueden deambular siendo libres por el mundo.
Benditos sean todos los que aman a Dios.
Los testigos de Dios se mueven por todo el universo.
Benditos sean todos los que aman a Dios.
III
Todas estas personas vendrán de todas las partes del mundo,
hablarán idiomas distintos y el color de su piel será distinto
pero tendrán el mismo sentido de la vida y amor por Dios;
todos darán testimonio con un deseo compartido.
Benditas sean las personas que aman, los que aman a Dios,
los que lo aman así, son los que aman a Dios.
Los que aman a Dios pueden deambular siendo libres por el mundo.
Benditos sean todos los que aman a Dios.
Los testigos de Dios se mueven por todo el universo.
Benditos sean todos los que aman a Dios.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”