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Qué es el arrepentimiento sincero y cuáles son sus manifestaciones

Las palabras relevantes de Dios:

Todos se han opuesto alguna vez a Dios y se han rebelado alguna vez contra Él. Sin embargo, si obedeces de buen grado al Dios encarnado y a partir de entonces satisfaces Su corazón con tu lealtad, practicas la verdad que deberías, cumples tu deber como deberías y sigues las normas que deberías, entonces eres alguien dispuesto a dejar de lado su rebeldía para satisfacer a Dios y alguien que puede ser perfeccionado por Él. Si te niegas obstinadamente a darte cuenta de tus errores y no tienes intención de arrepentirte, si persistes en tu conducta rebelde sin la más mínima intención de colaborar con Dios y satisfacerlo, entonces una persona tan obstinada e incorregible como tú será castigada sin duda y nunca será perfeccionada por Dios. Como tal, eres Su enemigo hoy, mañana lo seguirás siendo y pasado mañana también; siempre serás un oponente y el enemigo de Dios. En ese caso, ¿cómo iba Dios a dejarte ir? Está en la naturaleza del hombre oponerse a Él, pero el hombre no debe buscar deliberadamente el “secreto” de la oposición a Dios solo porque cambiar su naturaleza es una tarea insalvable. De ser ese el caso, mejor sería que te alejaras antes de que sea demasiado tarde, no sea que tu castigo en el futuro sea más duro, y que tu naturaleza salvaje emerja y se vuelva ingobernable hasta que Dios acabe con tu cuerpo carnal al final. Crees en Dios para recibir bendiciones; pero al final solo te sobreviene la desgracia, ¿no sería esto una pena? Os exhorto a que mejor elaboréis otro plan. Cualquier cosa que podáis hacer sería mejor que creer en Dios. Seguro que no es posible que solo haya una senda. ¿No seguiríais sobreviviendo si no buscaseis la verdad? ¿Por qué debes vivir en conflicto con Dios de esta manera?

Extracto de ‘Todas las personas que no conocen a Dios son las que se oponen a Él’ en “La Palabra manifestada en carne”

Toda persona, en mayor o menor medida, ha cometido transgresiones. Cuando no sabes que algo es una transgresión, lo consideras con cierta confusión en tu mente o, tal vez, continúas aferrándote a tus propias opiniones, prácticas y formas de comprensión, pero, un día, ya sea a través de hablar con tus hermanos y hermanas o por una revelación de Dios, te das cuenta de que es una transgresión, una ofensa contra Dios. ¿Qué actitud vas a tener, entonces? ¿Seguirás firme, razonando y discutiendo, aferrándote a tus propias ideas, creyendo que lo que estás haciendo es conforme a la verdad? Esto incluye tu actitud hacia Dios. ¿Qué actitud tuvo David con respecto a sus transgresiones? Remordimiento: ya no volvería a cometerlas. Entonces, ¿qué hizo? Oró pidiéndole a Dios que lo castigara: “¡Si vuelvo a cometer este error, que Dios me castigue y haga que me muera!”. Esa fue su decisión; era verdadero remordimiento. ¿Puede la gente común lograr esto? En el caso de las personas comunes, está bien si no tratan de discutir o admiten tácitamente su responsabilidad, pero, en su corazón, todavía piensan: “Espero que nadie vuelva a mencionar esto. Me sentiría humillado”. ¿Es esto verdadero remordimiento? Para arrepentirte de verdad, debes descartar el mal que hayas hecho en el pasado, dejarlo y no volver a hacerlo. Bueno, ¿qué se debe hacer entonces? ¿Servirá solo descartar el mal, no hacerlo y no pensar en ello? ¿Cuál es tu actitud hacia Dios? ¿Cómo tomarás el hecho de que Dios te exponga? (Aceptaremos el castigo de Dios). Aceptar el castigo de Dios, Su juicio y Su castigo, es una parte. La otra es aceptar el escrutinio de Dios mientras aceptas Su castigo. Cuando hayas aceptado ambas partes, ¿cuál será tu determinación? Cuando te encuentres con circunstancias y asuntos de ese tipo en el futuro, ¿qué harás? Sin verdadero remordimiento, uno no puede descartar un mal, y, en cualquier lugar, en cualquier momento, podría volver a lo mismo de siempre, a hacer el mismo mal, a cometer la misma transgresión y el mismo error una y otra vez. Esto revela la actitud del hombre hacia la verdad y hacia Dios.

Extracto de La comunión de Dios

Al inicio, las personas son reacias a practicar la verdad. Tomemos como ejemplo el cumplimiento de los deberes propios con lealtad: tienes cierto entendimiento acerca de cumplir tus deberes y ser leal a Dios, y también entiendes las verdades relacionadas, pero ¿cuándo podrás dedicarte por completo a Dios? ¿Cuándo podrás cumplir tus deberes tanto de palabra como de obra? Esto requerirá un proceso. Durante este proceso podrías padecer muchas dificultades. Tal vez algunas personas te traten y otras te critiquen. Todo el mundo tendrá sus ojos puestos en ti y será entonces cuando empieces a comprender que te equivocas, que, a decir verdad, eres tú quien lo ha hecho mal, que es inaceptable la ausencia de devoción en el cumplimiento de tu deber y que no has de ser descuidado ni superficial. El Espíritu Santo te esclarecerá desde dentro y te reprochará cuando cometas un error. Durante este proceso, comprenderás algunas cosas sobre ti mismo y sabrás que eres demasiado impuro, que albergas demasiados motivos personales y que tienes demasiados deseos inmoderados cuando cumples tus deberes. Una vez que hayas entendido la esencia de estas cosas, puedes ir delante de Dios en oración y arrepentirte verdaderamente; de esta manera podrán ser purificadas esas impurezas. Si frecuentemente buscas la verdad de esta manera para resolver tus propios problemas prácticos, poco a poco pondrás los pies en la senda correcta en tu fe. Cuanto más sea purificado el carácter corrupto de alguien, más se transformará su carácter de vida.

Extracto de ‘Lo que se debe saber sobre cómo transformar el propio carácter’ en “Registros de las pláticas de Cristo de los últimos días”

El cambio de carácter comienza con el reconocimiento de los varios estados producidos por las diversas actitudes. Si uno no ha comenzado a reconocer esto, si no ha entrado en este aspecto de la realidad, entonces es impensable un cambio en el carácter propio. Entonces, dado que el cambio de carácter queda descartado, ¿qué papel desempeñan la mayoría de las personas durante el cumplimiento de su deber? El de esforzarse y estar ocupados realizando tareas. Cumplen con su deber, pero la mayoría está trabajando duro. A veces, cuando están de buen humor, se esfuerzan más, y si su humor no es tan bueno, entonces se esfuerzan menos. Después lo piensan y sienten algo de arrepentimiento, así que le dedican un poco de energía adicional y les parece que se han arrepentido. De hecho, esto no es un auténtico cambio, no es un auténtico arrepentimiento. El verdadero arrepentimiento comienza por tu comportamiento. Si se ha producido un cambio en este, si eres capaz de renunciar a ti mismo y dejar de hacer las cosas de esa manera, tus acciones parecen concordar con los principios, y poco a poco consigues ser fiel a ellos, tanto de palabra como de obra; ese es el comienzo de un cambio de carácter.

Extracto de ‘Sólo cuando te conoces a ti mismo puedes buscar la verdad’ en “Registros de las pláticas de Cristo de los últimos días”

Algunas personas solo van en piloto automático en su autoconocimiento: “Todo el mundo dice que son astutas, así que yo también lo diré; será incómodo si no lo hago”. Lo dicen alegremente, como si estuvieran apuntándose un tanto a su favor. Eso es actuar con el piloto automático. Entonces, ¿existe alguna deuda en este conocimiento que proviene de actuar en piloto automático? No la hay. No importa cómo reconozcan su propio engaño y su carácter corrupto, no es un reconocimiento verdadero. ¿Y por qué digo que no es un reconocimiento verdadero? La suya no es una verdadera revelación y un desprecio hacia sí mismos que provenga de lo más profundo de su corazón. No sienten odio, no se sienten en deuda cuando hacen algo malo; no se sienten en deuda cuando tratan de engañar a Dios o blasfeman o se rebelan contra Él, ni tampoco cuando engañan a otras personas. Si no se sienten en deuda, ¿son capaces de arrepentirse? ¿Y puede la gente sin remordimientos arrepentirse? ¿Pueden revertirse las personas que no se arrepienten y rechazar los intereses de la carne para practicar la verdad? No pueden, esto es un asunto del corazón. En su interior, algunas personas se conocen de verdad y se arrepienten. Aunque no lo digan en alto, se avergüenzan, sienten que han mentido y no se atreven a decírselo a los demás; en sus corazones, saben que son astutos y malvados, que no son personas íntegras, que son completamente falsos y astutos, que están engañando a los hermanos y hermanas y a Dios. En sus corazones se odian a sí mismos, y luego se arrepienten. Aunque todos tienen la misma esencia-naturaleza, una vez descubren su propia ignominia se sienten deshonrados, reconocen que todo lo que Dios revela es correcto, y comienzan a aceptar el juicio y el castigo. Sienten un verdadero remordimiento en lo más profundo de sus corazones. Esta es la verdadera percepción y conocimiento. Aquellos que carecen de verdadera percepción, mientras tanto, también son capaces de repetir ciertas formalidades, como si estuvieran contando un chiste o cantando una canción infantil; son solo muletillas. Sus engaños traen lágrimas a los ojos de la gente, pero no significan nada para ellos. ¿Hay mucha gente así? La gente como esta es la más engañosa de todas.

Extracto de ‘Sólo cuando te conoces a ti mismo puedes buscar la verdad’ en “Registros de las pláticas de Cristo de los últimos días”

Quienes siguen la senda de los anticristos todavía tienen esperanza y la oportunidad de arrepentirse, y pueden despojarse de su carácter de anticristos; en cambio, los anticristos son incapaces de aceptar la verdad, así que, por más que les digas que sean abiertos y honestos y que no le den vueltas a lo que tengan que decir ni lo compliquen, sino que lo expresen directamente, creen que llevarán las de perder y que no puede funcionar, que es una necedad. Por más que lo intenten, no saben ponerlo en práctica. Eso es un anticristo. Esa es la diferencia. Independientemente de cómo se comunique la verdad, hay quienes, como los anticristos, simplemente admiten que no han actuado de acuerdo con ella y que tienen el carácter de un anticristo. Sin embargo, no sirve de nada que lo admitan y acepten. No practican la verdad y, por lo tanto, son incapaces de transformarse y Dios no los salvará. Ahora bien, cuando oyen estas palabras, algunas de esas personas que tienen el carácter de un anticristo las recuerdan en su corazón y sienten como si se lo atravesaran. “¡Entonces, ese es el carácter de un anticristo! Eso es lo que significa tomar la senda de los anticristos. ¡Es gravísimo! Tengo ese tipo de estado y así es como me comporto. Tengo ese tipo de esencia, ¡esa es la clase de persona que soy!”. Luego le dan vueltas a de qué modo podrían transformarse, escapar de su carácter de anticristo, dejar de guardar relación con él o de juntarse con él y no tomar la senda de los anticristos. En el trabajo, en la vida, en su entrada personal, en su actitud hacia las personas, circunstancias y cosas, al atender los asuntos que Dios les ha confiado, analizarán si sus actos son propios de un anticristo, odiarán que se revele en ellos el carácter de un anticristo y sentirán arrepentimiento una vez que se revele. ¿De qué les servirán su odio y su arrepentimiento para entrar en la vida? En el plazo de uno o dos años, tanto en el trabajo como en su entrada personal irán despojándose de su carácter de anticristo, se esforzarán y lucharán contra él. A veces no podrán controlarse y, aun así, querrán hacer cosas y hablar en pro del estatus. Se odiarán a sí mismos cuando hayan hablado, pero, sistemáticamente, lo harán de nuevo la próxima vez que surja ese asunto y lo volverán a lamentar después. ¿Qué demuestra esta reiteración? Demuestra que están en la entrada. Sin dicha reiteración, sin entrada ni regresión, no hay vida. La reiteración demuestra que la vida de la persona es vital, que tiene vida y un fundamento. Algunas personas no tienen sentimientos ni dolor ni placer y, cuando se les habla de ello, admiten que tienen el carácter de un anticristo, que han tomado la senda de los anticristos. Lo que dicen está bastante bien, pero, en lo referente a la entrada, no luchan. Pregúntales si han luchado contra su carácter de anticristo. ¿Se lo reprochan a sí mismos cuando hablan para preservar el estatus? ¿Se arrepienten después? Tras haber caído en la cuenta, ¿tratan de refrenarlo la siguiente vez que hablan? ¿Se dan estos estados en ellos? Los fanfarrones dirán: “No sé, yo los tengo todos”. Coinciden en que los tienen todos, pero, una vez admitido esto, no hay nada con respecto a su entrada detallada ni a su situación concreta. Aquellos que de verdad hayan entrado estarán angustiados. “Sé que tengo el carácter de un anticristo. ¿Por qué no puedo despojarme de él? Cuesta mucho; ¡no es una cosa fácil de cambiar!”. ¿Qué demuestran al manifestar que no es fácil? Que interiormente están entrando, están luchando, y su estado se encuentra en constante transformación. De esta manera, las cosas mejorarán poco a poco y terminarán venciendo. ¡No es fácil! Es como salvar a alguien que se está muriendo: haces lo que puedes. Si una persona todavía tiene posibilidades de vivir, aún tendrá constantes vitales en el cuerpo, mientras que, hagas lo que hagas, quien esté muerto del todo no responderá; sin duda está muerto y carece de conciencia.

Extracto de ‘Querrían que se les obedeciera solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (II)’ en “Desenmascarar a los anticristos”

En el pasado, algunas personas exhibieron ciertas actitudes propias de un anticristo. Eran licenciosas y arbitrarias, siempre era a su manera o nada. Pero al ser tratados y podados, al compartir los hermanos y hermanas comunicación con ellos, al ser reasignados o reemplazados, sufriendo algunos reveses importantes, siendo negativos por un tiempo y luego pensando: “Pase lo que pase, tengo que seguir poniendo por encima de todo cumplir mi deber correctamente. Estoy caminando por la senda del anticristo, pero no he sido clasificado como tal, así que debo ser bueno en mi creencia, debo buscar con esfuerzo. No hay nada malo en el camino de la búsqueda de la verdad”; poco a poco dan un giro y se acaban arrepintiendo. Existen buenas manifestaciones en ellos, buscan los principios-verdad cuando desempeñan su deber, y también buscan los principios-verdad cuando se relacionan con otros. En todos los aspectos, avanzan en una mejor dirección. ¿Acaso no han cambiado? Esto es pasar de caminar por la senda del anticristo a caminar por la senda de práctica y búsqueda de la verdad. Queda esperanza para ellos, tienen una oportunidad, pueden dar un giro. ¿Puedes clasificar a tales personas como anticristos porque una vez exhibieron algunas manifestaciones de anticristo o caminaron la senda de los anticristos? No. Los anticristos no se arrepienten, no tienen vergüenza y, además, su carácter es feroz y malvado, y están detestan la verdad al extremo. ¿Qué determina que detesten la verdad al extremo? Que no pueden arrepentirse nunca. Si detestan la verdad hasta tal grado, ¿pueden practicarla y arrepentirse? Imposible. Si hay algo cierto respecto las personas que pueden arrepentirse es que han cometido errores, pero son capaces de aceptar el juicio y castigo de Dios, las verdades pronunciadas por Dios, y son capaces de intentar cooperar todo lo posible, adoptando las palabras de Dios como sus propias máximas personales y convirtiéndolas en la realidad de sus vidas. Aceptan la verdad, y en el fondo no la detestan. ¿No es esa la diferencia?

Extracto de ‘Querrían que se les obedeciera solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)’ en “Desenmascarar a los anticristos”

Cuando el rey de Nínive oyó estas noticias, se levantó de su trono, se quitó su túnica, se vistió de cilicio y se sentó sobre cenizas. Después proclamó que no se permitiría comer nada a nadie en la ciudad, y que ni a los corderos, los bueyes o cualquier otra cabeza de ganado se le permitiría pastar o beber agua. Los hombres y el ganado por igual debían vestir de cilicio, y las personas harían fervientes ruegos a Dios. El rey también proclamó que cada uno de ellos se volviese de sus caminos malvados y abandonase la violencia en sus manos. A juzgar por esta serie de acciones, el rey de Nínive albergaba un arrepentimiento sincero en su corazón. Esta serie de acciones que llevó a cabo —levantarse de su trono, quitarse su túnica de rey, vestir de cilicio y sentarse sobre cenizas— le revelan a la gente que el rey de Nínive estaba dejando de lado su estatus real y vestía de cilicio junto al pueblo llano. Es decir, el rey de Nínive no ocupaba su puesto real para continuar con su camino malvado o la violencia en sus manos después de oír el anuncio de Jehová Dios; en su lugar, dejó de lado la autoridad que ostentaba y se arrepintió delante de Jehová Dios. En este momento, el rey de Nínive no se estaba arrepintiendo como un rey; había venido delante de Dios para arrepentirse y confesar sus pecados como un súbdito ordinario de Dios. Además, también dijo a toda la ciudad que se arrepintiese y confesase sus pecados delante de Dios de la misma forma que había hecho él; adicionalmente, tenía un plan específico en cuanto a cómo hacerlo, como se ve en las Escrituras: “Que ningún hombre ni bestia, manada o bandada, coman nada, ni siquiera que beban agua. […] y que clamen con todas sus fuerzas a Dios; que todos se arrepientan de sus caminos de maldad y se despojen de toda la violencia de sus manos”.* Como gobernador de la ciudad, el rey de Nínive poseía un estatus y un poder supremo y podía hacer cualquier cosa que desease. Cuando se enfrentó al anuncio de Jehová Dios, podía haber ignorado el asunto o simplemente haberse arrepentido y confesado sus pecados él solo; en cuanto a si el pueblo de la ciudad decidía o no arrepentirse, podía haber ignorado por completo el asunto. Sin embargo, el rey de Nínive no hizo esto en absoluto. No solo se levantó de su trono, se vistió de cilicio y cenizas, se arrepintió y confesó sus pecados delante de Jehová Dios, sino que también ordenó que todas las personas y el ganado de la ciudad hiciesen lo mismo. Incluso ordenó a las personas “clamar con todas sus fuerzas a Dios”. A través de esta serie de acciones, el rey de Nínive cumplió verdaderamente con su deber. Su serie de actos resulta difícil de realizar para cualquier rey en la historia humana y, de hecho, ningún otro rey logró tales cosas. Estas acciones pueden definirse como sin precedentes en la historia humana y son dignas de ser tanto conmemoradas como imitadas por la humanidad. Desde los albores del hombre, cada rey había llevado a sus súbditos a resistirse y oponerse a Dios. Nadie había guiado nunca a sus súbditos a rogar a Dios en busca de redención por su maldad, a recibir el perdón de Jehová Dios y evitar el castigo inminente. Sin embargo, el rey de Nínive fue capaz de llevar a sus súbditos a volverse a Dios, dejar atrás sus respectivos caminos malvados y abandonar la violencia en sus manos. Además, también fue capaz de dejar de lado su trono y, en respuesta, Jehová Dios cambió de idea, sintió arrepentimiento, se retractó de Su ira, permitiendo que las personas de la ciudad sobreviviesen, guardándolas de la destrucción. Las acciones del rey sólo pueden calificarse como un milagro raro en la historia humana e incluso como un ejemplo modélico de humanidad corrupta, al arrepentirse y confesar sus pecados delante de Dios.

Extracto de ‘Dios mismo, el único II’ en “La Palabra manifestada en carne”

Este “camino de maldad” no se refiere a un puñado de actos malvados, sino a la fuente de mal de la que emana el comportamiento de las personas. “Arrepentirse de su propio camino de maldad” significa que aquellos en cuestión nunca cometerán estos actos de nuevo. En otras palabras, nunca se comportarán de esa forma malvada de nuevo; el método, la fuente, el propósito, la intención y el principio de sus acciones han cambiado todos; nunca más usarán esos métodos y principios para traer disfrute y felicidad a sus corazones. El “despojarse” en “despojarse de toda la violencia de sus propios manos” significa deponer o desechar, romper totalmente con el pasado y nunca volver atrás. Cuando el pueblo de Nínive abandonó la violencia que había en sus manos, esto demostraba y representaba su arrepentimiento verdadero. Dios observa la apariencia exterior de las personas, así como sus corazones. Cuando Dios observó el arrepentimiento verdadero en los corazones de los ninivitas sin dudarlo y también observó que habían dejado sus caminos malvados y abandonado la violencia que había en sus manos, cambió de opinión. Es decir, la conducta y el comportamiento de estas personas, sus diversas formas de hacer las cosas, así como su verdadera confesión y arrepentimiento de los pecados en su corazón provocaron que Dios cambiase Su opinión, Sus intenciones, se retractase de Su decisión y no los castigase ni destruyese. Así pues, las personas de Nínive consiguieron un fin diferente para ellas. Redimieron sus propias vidas y al mismo tiempo obtuvieron la misericordia y tolerancia de Dios, punto en el cual Dios también replegó Su ira.

Extracto de ‘Dios mismo, el único II’ en “La Palabra manifestada en carne”

¿Qué es lo que más lamentaba Pedro? Poco después de que Pedro hubiera dicho: “Tú eres el Hijo del Dios viviente”, Jesús le hizo otra pregunta a Pedro (aunque no está registrada en la Biblia de esta manera). Jesús le preguntó: “¡Pedro! ¿Alguna vez me has amado?”. Pedro entendió lo que Él quería decir y le dijo: “¡Señor! Una vez amé al Padre que está en el cielo, pero admito que nunca te he amado a Ti”. Jesús entonces le dijo: “Si la gente no ama al Padre que está en el cielo, ¿cómo puede amar al Hijo que está en la tierra? Y si la gente no ama al Hijo que envió Dios Padre, ¿cómo puede amar al Padre que está en el cielo? Si la gente verdaderamente ama al Hijo que está en la tierra, entonces en verdad ama al Padre que está en el cielo”. Cuando Pedro escuchó estas palabras se dio cuenta de su carencia. Siempre sintió remordimiento hasta el punto del llanto por sus palabras, “Una vez amé al Padre que está en el cielo, pero nunca te he amado a Ti”. Después de la resurrección y ascensión de Jesús sintió aún más remordimiento y dolor por estas palabras. Al recordar su obra pasada y su estatura presente, a menudo iba a Jesús en oración, siempre sintiendo pesar y una deuda debido a que no había satisfecho la voluntad de Dios y no había estado a la altura de los estándares de Dios. Estos problemas se convirtieron en su mayor carga. Él dijo: “Un día voy a dedicarte todo lo que tengo y todo lo que soy, te voy a dar lo que sea más valioso”. Él dijo: “¡Dios! Sólo tengo una fe y sólo tengo un amor. Mi vida no vale nada y mi cuerpo no vale nada. Sólo tengo una fe y sólo tengo un amor. En mi mente tengo fe en Ti y amor por Ti en mi corazón; sólo tengo estas dos cosas para darte y nada más”. Las palabras de Jesús alentaron mucho a Pedro, porque antes de que Jesús fuera crucificado, Él le había dicho: “No soy de este mundo y tú tampoco eres de este mundo”. Después, cuando Pedro llegó a un punto de gran dolor, Jesús le recordó: “Pedro, ¿lo has olvidado? Yo no soy del mundo y solo fue por Mi obra que me fui antes. Tú tampoco eres del mundo, ¿de verdad lo has olvidado? Te lo he dicho dos veces, ¿no lo recuerdas?”. Al escuchar esto, Pedro dijo: “¡No lo he olvidado!”. Entonces Jesús le dijo: “Una vez pasaste un tiempo feliz junto a Mí en el cielo y un periodo de tiempo a Mi lado. Me extrañas y Yo te extraño. Aunque las criaturas no son dignas de mencionarse a Mis ojos, ¿cómo puedo no amar a uno que es inocente y encantador? ¿Has olvidado Mi promesa? Debes aceptar Mi comisión en la tierra; debes cumplir la tarea que te encomendé. Un día sin duda te llevaré para que estés a Mi lado”. Después de escuchar esto, Pedro se alentó todavía más y recibió una inspiración todavía mayor, tal que cuando estaba en la cruz pudo decir: “¡Dios! ¡No te puedo amar lo suficiente! Incluso si me pidieras que muriera, todavía no te puedo amar lo suficiente. A dondequiera que envíes a mi alma, cumplas o no Tus promesas del pasado, lo que sea que hagas después, te amo y creo en Ti”. A lo que se aferró fue a su fe y a su amor verdadero.

Extracto de ‘Cómo Pedro llegó a conocer a Jesús’ en “La Palabra manifestada en carne”

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