I
Job vio los actos de Jehová por décadas
y recibió las bendiciones de Jehová,
que lo hicieron sentirse en deuda,
ya que no había hecho nada por Dios
pese a recibir tanta gracia y bendiciones.
Así que oró para poder corresponder a Dios,
con la esperanza de dar testimonio
de los actos de Dios y de Su grandeza,
de que su obediencia sea probada,
su fe purificada, y él aceptado por Dios.
Durante la prueba, supo que Dios lo había escuchado.
Valoró la oportunidad más que todo.
Supo que debía tratar la prueba en serio,
ya que su deseo ahora podía realizarse.
Eso significó que su obediencia y reverencia
podían ponerse a prueba y purificarse;
que Job podía recibir la aprobación de Dios,
llevándolo más cerca de Dios.
II
Esa fe le permitió perfeccionarse
y entender mejor la voluntad de Dios.
Job también le agradeció más a Dios
por Sus bendiciones y gracia,
y alabó aún más los actos de Dios.
Veneró y temió mucho más a Dios,
añoró aún más Su belleza, Su grandeza y santidad.
Aunque Job aún temía a Dios y rehuía el mal,
su fe y conocimiento crecieron velozmente.
Su fe aumentó, su obediencia se afianzó;
su miedo a Dios se profundizó.
Aunque transformados su espíritu y vida,
Job sintió que ese cambio no bastaba
ni dejó que lo ralentizara.
Al pensar en lo que había ganado en la prueba
y en lo que aún era deficiente,
él oró, esperando una nueva prueba.
Job anhelaba que su fe y obediencia,
y su miedo a Dios fueran elevados
en la próxima prueba de Dios.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”