Puras y honestas como niños, inocentes y alegres, llenas de vitalidad juvenil,
son como ángeles que vienen a este mundo.
Sin mentiras ni engaños; viven dignamente con un corazón abierto y honesto.
Entregan su corazón a Dios, Él confía en ellas, son las personas honestas que ama Dios.
Todos los que aman la verdad tienen un corazón honesto.
Las personas honestas disfrutan practicando la verdad y tienen el corazón en paz al obedecer a Dios.
Temen a Dios, evitan el mal y viven según las palabras de Dios.
Viven en las palabras de Dios y son liberados.
Aceptan el escrutinio de Dios y viven ante Él. Amar a Dios significa estar feliz y contento.
Al amar a Dios, mi corazón está tranquilo y lleno de gozo,
vivo con sencillez cuando actúo según las palabras de Dios.
En mi corazón sólo está Dios, sólo la verdad, las palabras de Dios se han convertido en mi vida.
Al vivir cada día según las palabras de Dios, Él me bendice y el Espíritu Santo me guía.
Acepto el escrutinio de Dios y vivo ante Él. Amar a Dios sinceramente significa estar feliz y contento.
Al vivir cada día según las palabras de Dios, Él me bendice y el Espíritu Santo me guía.
El reino de Cristo es el cielo para las personas honestas
y es su hermoso hogar.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”