Palabras diarias de Dios: Conocer a Dios | Fragmento 165
Me gustaría hablaros sobre algo que hicisteis y que me sorprendió al principio de nuestra reunión de hoy. Algunos de vosotros albergabais, quizás, una sensación de gratitud ahora mismo u os sentíais agradecidos y quisisteis expresar físicamente lo que teníais en vuestra mente. Esto supera el reproche y esto no es ni correcto ni incorrecto. ¿Pero qué es lo que me gustaría deciros? Lo que hicisteis no es erróneo y tampoco deseo reprobaros en modo alguno. Me gustaría que entendierais algo. ¿Qué es? Primero me gustaría preguntaros sobre lo que acabáis de hacer. ¿Era postrarse o arrodillarse para adorar? ¿Puede alguien decírmelo? (Creemos que es postrarse. Nos postramos de este modo). Creéis que era postrarse; ¿cuál es, pues, el significado de postrarse? (Adorar). Entonces, ¿qué es arrodillarse para adorar? La razón por la que no os había mencionado esto inmediatamente es porque nuestro tema de enseñanza hoy es muy importante y Yo no quería afectar vuestro estado de ánimo. ¿Os postráis en vuestras reuniones habituales? (No). ¿Os postráis cuando eleváis vuestras oraciones? (Sí). ¿Os postráis cada vez que oráis, cuando las condiciones lo permiten? (Sí). Es maravilloso. ¿Pero qué es lo que me gustaría que entendierais hoy? Son los dos tipos de persona cuyas genuflexiones Dios acepta. No necesitamos consultar la Biblia ni las conductas de algunos de los personajes espirituales, y os diré algo cierto aquí y ahora. En primer lugar, postrarse y arrodillarse para adorar no es lo mismo. ¿Por qué acepta Dios las genuflexiones de aquellos que se postran? Es porque Dios llama a alguien e invita a esta persona a aceptar Su comisión, así que se postra para Dios. Este es el primer tipo de persona. El segundo es cuando alguien que teme a Dios y se aparta del mal se arrodilla para adorar. Sólo hay esos dos tipos de persona. ¿A cuál pertenecéis vosotros? ¿Sois capaces de decirlo? Esta es la verdad factual, aunque pueda herir un poco vuestros sentimientos. No hay nada que decir sobre las genuflexiones de las personas durante la oración: esto es adecuado y es como debería ser, porque cuando las personas oran mayormente ruegan por algo, abren sus corazones a Dios y se ponen cara a cara delante de Él. Es comunicación e intercambio, conversación íntima con Dios. Pero cuando me encuentro en la enseñanza con vosotros, no os he pedido que os postréis. Con esto no pretendo reprocharos lo que habéis hecho hoy. Sabéis que sólo quiero dejároslo claro para que entendáis este principio, ¿verdad? (Lo sabemos). Para que no sigáis haciendo esto. ¿Tienen, pues, las personas alguna oportunidad de postrarse y arrodillarse ante el rostro de Dios? Siempre habrá una oportunidad. Más tarde o más temprano llegará el día, pero no es el momento ahora. ¿Lo veis? (Sí). ¿Os entristece esto? (No). Esto es bueno. Tal vez estas palabras os motivarán o inspirarán para que podáis saber en vuestros corazones la situación actual entre Dios y el hombre y qué tipo de relación existe ahora entre ellos. Aunque hemos hablado hace poco e intercambiado muchas cosas, el entendimiento que el hombre tiene de Dios sigue estando lejos de ser suficiente. El ser humano sigue teniendo un gran trecho que recorrer en este camino para buscar entender a Dios. No es Mi intención obligaros a hacer esto con urgencia ni apremiaros para expresar estos tipos de aspiraciones o sentimiento. Lo que hicisteis hoy puede revelar y expresar vuestros verdaderos sentimientos, y Yo lo percibí. Por tanto, mientras lo hacíais, sólo quise ponerme en pie y daros Mis buenos deseos, porque anhelo que todos vosotros estéis bien. Por ello, en cada palabra y acto, hago todo lo posible para ayudaros, guiaros, de manera que podáis tener el entendimiento correcto y el punto de vista adecuado de todas las cosas. Podéis entender esto, ¿verdad? (Sí). Fantástico. Aunque las personas tengan algún entendimiento de los diversos caracteres de Dios, los aspectos de lo que Dios tiene y es, y de la obra que Dios realiza, la mayoría de esta comprensión no va más allá de leer palabras en una página, entenderlas en principio o sólo pensar en ellas. Aquello de lo que las personas más carecen son el real entendimiento y la visión que procede de la experiencia actual. Aun cuando Dios usa diversas formas de despertar el corazón del hombre, sigue habiendo un largo camino por recorrer antes que el corazón del hombre despierte por fin. No quiero ver a nadie sintiéndose como si Dios los hubiera excluido, que Él los ha dejado y les ha vuelto la espalda. Sólo me gustaría ver a todos en el camino de buscar la verdad y procurar entender a Dios, marchando con valentía hacia adelante con voluntad resuelta, sin recelo, sin llevar carga alguna. Independientemente de los errores que has cometido, de lo lejos que has llegado a desviarte o de lo mucho que hayas transgredido, no dejes que esto se convierta en cargas o exceso de equipaje que llevar contigo en tu búsqueda por entender a Dios: sigue caminando hacia delante. Sin importar cuándo ocurra, el corazón de Dios que es la salvación del hombre no cambia jamás: esta es la parte más preciosa de la esencia de Dios.
La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único VI