Cuando se trata del mundo espiritual, si los diversos seres que se encuentran en él hacen algo incorrecto, si no cumplen como es debido con su tarea, Dios tiene edictos y decretos celestiales correspondientes para ocuparse de ellos; esto es irrefutable. Por tanto, durante la obra de varios miles de años de gestión de Dios, algunos alguaciles que hicieron lo incorrecto fueron exterminados; algunos siguen hoy estando retenidos y siendo castigados. Esto es a lo que debe enfrentarse cada ser en el mundo espiritual. Si hacen algo erróneo o cometen maldades, se les castiga, que es exactamente lo mismo que la estrategia de Dios con Sus personas escogidas y los hacedores de servicio. Y así, tanto en el mundo espiritual como en el material, los principios por los que Dios actúa no cambian. Independientemente de si puedes ver o no las acciones de Dios, Sus principios no cambian. En todo momento, Él ha tenido los mismos principios en Su estrategia con todas las cosas y en Su gestión de estas. Esto es inmutable. Dios será benevolente con aquellos de entre los incrédulos que vivan de una manera relativamente adecuada, y guardará oportunidades con las personas de cada religión que se comporten bien y no hagan el mal, permitiéndoles desempeñar su papel en todas las cosas gestionadas por Él, y llevar a cabo lo que deberían hacer. De forma parecida, entre los que siguen a Dios, Sus personas escogidas, Él no discrimina a nadie según estos principios suyos. Él es benevolente con todos los que son capaces de seguirlo sinceramente, y ama a todos los que lo hacen de forma sincera. Sencillamente, lo que Él concede a estos varios tipos de personas —los incrédulos, las diversas personas de fe y las escogidas por Él— es diferente. Veamos el caso de los incrédulos: aunque no creen en Dios, y Él los ve como ganado, entre todas las cosas cada uno de ellos tiene alimentos para comer, un lugar propio y un ciclo normal de vida y muerte. Los que hacen el mal son castigados, y los que hacen el bien son bendecidos y reciben la bondad de Dios. Así son las cosas. Para las personas de fe, si son capaces de regirse estrictamente por los preceptos religiosos cada vez que vuelven a nacer, después de todos esos nuevos renacimientos Dios les hará finalmente Su proclamación. De manera similar, en el caso de todos los que están sentados aquí hoy, ya sean personas escogidas por Él o los hacedores de servicio, Dios también los regularizará y determinará su final de acuerdo con las normativas y decretos administrativos que ha establecido. Mirad, entre estos diversos tipos de personas, los diversos tipos de personas de fe que pertenecen a las distintas religiones, ¿les ha proporcionado Dios un espacio para vivir? ¿Dónde está el judaísmo? ¿Ha interferido Dios en su fe? En absoluto. ¿Y qué ocurre con el cristianismo? Él no ha interferido en lo más mínimo. Él les permite ceñirse a sus propios procedimientos, y no habla con ellos ni les da ilustración alguna; tampoco les revela nada: “Si piensas que es correcto, ¡cree entonces de esta manera!”. Los católicos creen en María, y que por medio de ella se transmitieron las nuevas a Jesús; esta es su forma de creencia. ¿Y ha corregido Dios su fe alguna vez? Él les da rienda suelta, no les presta atención y les proporciona cierto espacio en el cual vivir. ¿Ocurre lo mismo con los musulmanes y los budistas? Él también ha establecido límites para ellos, y les permite vivir dentro de su propio espacio vital, sin interferir en su respectiva fe. Todo está bien ordenado. ¿Qué percibís en todo esto? Que Dios posee autoridad, pero que no abusa de ella. Él dispone todas las cosas en un orden perfecto, y es metódico; en esto reside Su sabiduría y omnipotencia.
La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único X