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Palabras diarias de Dios: La encarnación | Fragmento 109

665 13/09/2025

La obra y la expresión de Cristo determinan Su esencia. Es capaz de completar con un corazón sincero lo que se le ha encargado. Es capaz de adorar al Dios celestial con un corazón sincero y con un corazón sincero buscar la voluntad de Dios Padre. Todo esto lo determina Su esencia. Y también Su esencia determina Su revelación natural; la razón por la que la llamo Su “revelación natural” es porque Su expresión no es una imitación o el resultado de la educación impartida por el hombre o el resultado de muchos años de cultivo en manos del hombre. Él no la aprendió ni se adornó con ella; más bien, es inherente a Él. El hombre puede negar Su obra, Su expresión, Su humanidad y toda la vida de Su humanidad normal, pero nadie puede negar que Él adora al Dios celestial con un corazón sincero; nadie puede negar que ha venido a cumplir la voluntad del Padre celestial y nadie puede negar la sinceridad con la que busca a Dios Padre. Aunque Su imagen no sea agradable a los sentidos, Su discurso no posea un aire extraordinario y Su obra no impacte la tierra ni estremezca el cielo como el hombre lo imagina, Él es, en realidad, Cristo, Aquel que cumple la voluntad del Padre celestial con un corazón sincero, que se somete por completo al Padre celestial y que es sumiso hasta la muerte. Esto se debe a que Su esencia es la esencia de Cristo. Esta verdad es difícil de creer para el hombre, pero es un hecho. Cuando el ministerio de Cristo se haya cumplido por completo, el hombre podrá ver a partir de Su obra que Su carácter y Su ser representan el carácter y el ser del Dios del cielo. En ese momento, la suma de toda Su obra podrá afirmar que Él es en realidad el Verbo que se hizo carne, y no la carne semejante a la de un hombre de carne y hueso. Cada paso de la obra de Cristo en la tierra tiene su significado representativo, pero el hombre que experimenta la obra actual de cada paso no es capaz de comprender el significado de Su obra. Esto ocurre así sobre todo en lo que se refiere a los varios pasos de la obra que Dios lleva a cabo en Su segunda encarnación. La mayoría de los que solo han escuchado o visto las palabras de Cristo pero que nunca lo han visto a Él, no tienen noción de Su obra; a los que han visto a Cristo y escuchado Sus palabras, y que también han experimentado Su obra, se les hace difícil aceptar Su obra. ¿No es acaso porque la apariencia y la humanidad normal de Cristo no agradan al hombre? Los que acepten Su obra después de que Cristo se haya ido no van a tener esas dificultades porque solo aceptan Su obra y no entran en contacto con la humanidad normal de Cristo. El hombre es incapaz de desechar las nociones que tiene de Dios y en cambio lo escudriña intensamente; esto se debe al hecho de que el hombre solo se enfoca en Su apariencia y no es capaz de reconocer Su esencia basándose en Su obra y en Sus palabras. Si el hombre cerrara los ojos a la apariencia de Cristo o evitara analizar la humanidad de Cristo y hablara solo de Su divinidad, cuya obra y palabras ningún hombre puede alcanzar, entonces las nociones del hombre disminuirían a la mitad, incluso al punto de que todas las dificultades del hombre se resolverían.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La esencia de Cristo es la sumisión a la voluntad del Padre celestial

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