Al hombre le ha llevado hasta hoy entender que no solo carece de la provisión de vida espiritual y de la experiencia de conocer a Dios, sino, lo que es de mayor importancia vital, de los cambios en su carácter. Debido a que el hombre desconoce por completo la historia y la antigua cultura de su propia raza, el resultado es que el hombre no sabe nada acerca de la obra de Dios. Todos los hombres esperan poder estar apegados a Dios en lo profundo del corazón, pero como la carne del hombre es desmesuradamente corrupta, tanto insensible como torpe, esto ha hecho que no sepa nada en absoluto sobre Dios. Al venir en medio del hombre hoy, el propósito de Dios no es otro que transformar sus pensamientos y espíritus, así como la imagen de Dios que han tenido en su corazón durante millones de años. Él aprovechará esta oportunidad para perfeccionar al hombre. Es decir, por medio del conocimiento humano, Él cambiará la forma en que la gente llega a conocerlo y su actitud hacia Él, permitiendo al hombre que tenga un nuevo comienzo triunfante al llegar a conocer a Dios y así se logre renovar y transformar el espíritu humano. El trato y la disciplina son los medios, mientras que conquistar y renovar son los objetivos. Disipar los pensamientos supersticiosos que el hombre ha mantenido sobre el Dios impreciso siempre ha sido la intención de Dios, y, últimamente, esto se ha convertido también en el propósito de urgencia para Él. Ojalá que todas las personas adopten una visión a largo plazo al considerar esta situación. Cambiad la forma en que cada persona experimenta para que esta urgente intención de Dios pueda materializarse pronto, y para que la última etapa de la obra de Dios en la tierra pueda acabarse perfectamente. Ofreced a Dios la lealtad que os corresponde darle y por última vez consolad Su corazón. Entre los hermanos y las hermanas, espero que ninguno esquive esta responsabilidad, o meramente finja dejarse llevar por la inercia. Dios viene en carne esta vez como respuesta a una invitación y como respuesta punzante a la condición del hombre. Es decir, Él viene a suplirle al hombre lo que necesita. Cualquiera que sea su calibre o su crianza, en resumen, Él le permitirá ver la palabra de Dios y, a partir de esta, ver Su existencia y Su manifestación, y aceptar que Dios le perfeccione cambiando los pensamientos y las nociones del hombre, de manera que el rostro original de Dios esté firmemente arraigado en las profundidades del corazón del ser humano. Este es el único deseo de Dios en la tierra. Independientemente de lo grande que sea la naturaleza innata del hombre o de lo pobre que sea su esencia, o de cuál fuera realmente el comportamiento del hombre en el pasado, Dios no les presta atención a estas cosas. Solo espera que el ser humano renueve por completo la imagen que tiene de Él en el interior de su corazón, y que llegue a conocer la esencia de la humanidad, y así alcance la transformación de la perspectiva ideológica del hombre y este sea capaz de anhelarlo desde la profundidad y despierte apego eterno hacia Él. Esta es la única exigencia que Dios le hace al hombre.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada (7)