Anteriormente se decía que tener la presencia del Espíritu Santo y tener la obra del Espíritu Santo eran cosas diferentes. La condición normal de tener la presencia del Espíritu Santo se manifiesta en tener pensamientos normales, razón normal y humanidad normal. El carácter de una persona permanecerá como solía ser, pero dentro de ella habrá paz y externamente tendrá el decoro de un santo. Así es como serán cuando el Espíritu Santo esté con ellos. Cuando alguien tiene la presencia del Espíritu Santo, su pensamiento es normal. Cuando tienen hambre quieren comer, cuando tienen sed quieren beber agua… Tales manifestaciones de la humanidad común no son el esclarecimiento del Espíritu Santo; sino que son el pensamiento normal de la gente y la condición normal de tener la presencia del Espíritu Santo. Algunas personas creen erróneamente que aquellos que tienen la presencia del Espíritu Santo no conocen el hambre, que no sienten cansancio y que parece que no se preocupan por la familia y que casi se han divorciado por completo de la carne. En realidad, cuanto el Espíritu Santo está más con las personas, más normales son. Saben sufrir y renunciar a las cosas por Dios, dedicarse por Dios, ser leales a Dios; además, dedican sus pensamientos a la comida y a la ropa. En otras palabras, no han perdido nada de la humanidad normal que las personas deben tener y, en cambio, están dotados especialmente de razón. A veces, leen las palabras de Dios y ponderan la obra de Dios; hay fe en sus corazones y están dispuestas a buscar la verdad. Naturalmente, la obra del Espíritu Santo se basa en este fundamento. Si la gente no tiene un pensamiento normal, entonces no tienen razón; ese no es un estado normal. Cuando las personas tienen un pensamiento normal y el Espíritu Santo está con ellas, seguramente poseen la razón de una persona normal y, así, tienen un estado normal. Al experimentar la obra de Dios, la obra del Espíritu Santo se posee ocasionalmente, mientras que tener la presencia del Espíritu Santo es algo casi constante. Mientras la razón y el pensamiento de las personas sean normales, y siempre y cuando sus estados lo sean, entonces el Espíritu Santo seguramente está con ellas. Cuando la razón y el pensamiento de las personas no son normales, entonces su humanidad no es normal. Si, en este momento, la obra del Espíritu Santo está en ti, entonces el Espíritu Santo también estará contigo. Pero si el Espíritu Santo está contigo, eso no lleva a que el Espíritu Santo esté obrando decididamente en ti, porque el Espíritu Santo obra en momentos especiales. Tener la presencia del Espíritu Santo sólo puede mantener la forma de vida normal de la gente, pero el Espíritu Santo sólo obra en ciertos momentos. Por ejemplo, si eres un líder o colaborador, cuando riegas y provees sustento para la iglesia, el Espíritu Santo te iluminará con ciertas palabras que sean edificantes para otros y puedan resolver algunos de los problemas prácticos de los hermanos y hermanas, en esos momentos el Espíritu Santo está obrando. A veces, cuando estás comiendo y bebiendo las palabras de Dios y el Espíritu Santo te ilumina con ciertas palabras que son particularmente relevantes para tus propias experiencias, lo que te permite obtener un mayor conocimiento de tus propias condiciones; esta también es la obra del Espíritu Santo. A veces, mientras hablo vosotros escucháis y sois capaces de comparar vuestras propias condiciones con Mis palabras, y a veces sois tocados o inspirados; todo esto es la obra del Espíritu Santo. Algunas personas dicen que el Espíritu Santo está obrando en ellas en todo momento. Esto es imposible. Si ellas dijeran que el Espíritu Santo está siempre con ellas, eso sería realista. Si ellas dijeran que su pensamiento y sentido son normales en todo momento, eso también sería realista y mostraría que el Espíritu Santo está con ellas. Si ellas dicen que el Espíritu Santo está siempre obrando dentro de ellas, que son iluminadas por Dios y tocadas por el Espíritu Santo en todo momento y que obtienen nuevos conocimientos todo el tiempo, ¡entonces eso no es en absoluto normal! ¡Es totalmente sobrenatural! ¡Sin la más mínima duda, tales personas son espíritus malignos! Incluso cuando el Espíritu de Dios viene en la carne, hay momentos en los que Él debe comer y debe descansar, ya no digamos los seres humanos. Aquellos que han sido poseídos por espíritus malignos parecen no tener la debilidad de la carne. Son capaces de abandonar y renunciar a todo, están exentos de emoción, son capaces de soportar el tormento y no sienten la menor fatiga, como si hubieran trascendido a la carne. ¿No es esto extremadamente sobrenatural? La obra de los espíritus malignos es sobrenatural, ¡ningún humano podría conseguir tales cosas! Aquellos a los que les falta discernimiento se sienten envidiosos cuando ven a tales personas: dicen que tienen tanto vigor en su creencia en Dios, poseen una gran fe y ¡nunca muestran el menor signo de debilidad! De hecho, todas estas son manifestaciones de la obra de un espíritu maligno. Se debe a que las personas normales tienen inevitablemente debilidades humanas; esta es la condición normal de aquellos que tienen la presencia del Espíritu Santo.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Práctica (4)