Creer en Dios significa que todo lo que haces debe ser llevado delante de Él y sometido a Su escrutinio. Si lo que haces puede ser llevado delante del Espíritu de Dios, pero no delante de Su carne, esto muestra que no te has sometido al escrutinio de Su Espíritu. ¿Quién es el Espíritu de Dios? ¿Quién es la persona de quien Dios da testimonio? ¿No son la misma persona? La mayoría los ve como dos seres separados, pues creen que el Espíritu de Dios es el Espíritu de Dios y que la persona de quien Dios da testimonio es, meramente, un humano. Pero ¿acaso no te equivocas? ¿En nombre de quién obra esta persona? Aquellos que no conocen a Dios encarnado no tienen entendimiento espiritual. El Espíritu de Dios y Su encarnación son uno porque el Espíritu de Dios se ha materializado en la carne. Si esta persona no es amable contigo, ¿será amable el Espíritu de Dios? ¿Acaso no estás confundido? Hoy, todos aquellos que no pueden aceptar el escrutinio de Dios no pueden recibir Su aprobación, y aquellos que no conocen a Dios encarnado no pueden ser perfeccionados. Mira todo lo que haces y ve si puede ser llevado delante de Dios. Si no puedes llevar delante de Dios todo lo que haces, esto muestra que eres un hacedor de maldad. ¿Pueden los hacedores de maldad ser perfeccionados? Todo lo que haces —cada acción, cada intención y cada reacción— debe ser llevado delante de Dios. Incluso tu vida espiritual diaria —tus oraciones, tu cercanía con Dios, la forma como comes y bebes las palabras de Dios, tu comunicación con tus hermanos y hermanas y tu vida dentro de la iglesia, además de tu servicio en colaboración— puede ser llevado delante de Dios para Su escrutinio. Es este tipo de práctica la que te ayudará a crecer en la vida. El proceso de aceptar el escrutinio de Dios es el proceso de la purificación. Cuanto más puedas aceptar el escrutinio de Dios, más eres purificado y más estás de acuerdo con la voluntad de Dios, de modo que no serás atraído hacia el libertinaje y tu corazón vivirá en Su presencia. Cuanto más aceptes Su escrutinio, mayor es la humillación de Satanás y tu capacidad de abandonar la carne. Así pues, la aceptación del escrutinio de Dios es una senda de práctica que las personas deben seguir. No importa lo que hagas, incluso cuando tienes comunión con tus hermanos y hermanas, si llevas tus actos delante de Dios y tienes como meta obedecer a Dios mismo; esto hará que tu práctica sea mucho más correcta. Solo si llevas todo lo que haces delante de Dios y aceptas Su escrutinio, puedes ser alguien que vive en la presencia de Dios.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios perfecciona a quienes son conforme a Su corazón
DEBES ACEPTAR LA MIRADA DE DIOS EN TODO LO QUE HACES
I
Hoy día casi todos temen presentar sus acciones ante Dios. Podrías engañarle encarnado, pero nunca a Su Espíritu. Lo que no resiste la observación de Dios no es acorde con la verdad, por eso debe ser descartado. Si no, es un pecado contra Dios. No importa si lo haces cuando oras, hablas, te comunicas con tus hermanos, o haces tu deber y tu trabajo: debes exponer tu corazón ante Dios. Dios está contigo cuando cumples con tu deber. Si tu intención está a favor de la obra de Dios, Él aceptará todo lo que hagas. Así que cumple con tu deber. Todo lo que haces, tus acciones, intenciones, reacciones, tu vida diaria espiritual, comer y beber las palabras de Dios, todo debe ser presentado ante Dios. El modo en que vives la vida de la iglesia, tu servicio junto a los demás, todo debe ser presentado y observado por Dios. Esta práctica te ayudará a madurar en la vida.
II
Aceptar Su observación es un proceso de purificación. Cuanto más aceptes, más purificado serás y más acorde estarás con Su voluntad. Así que no oirás la llamada del libertinaje y la disipación, y tu corazón vivirá en Su presencia, tu corazón vivirá en Su presencia. Cuanto más aceptes Su observación, más se avergonzará Satanás y más fácil será abandonar lo carnal. Así que acepta la observación de Dios. Todo lo que haces, tus acciones, intenciones, reacciones, tu vida diaria espiritual, comer y beber las palabras de Dios, todo debe ser presentado ante Dios. El modo en que vives la vida de la iglesia, tu servicio junto a los demás, todo debe ser presentado y observado por Dios. Esta práctica te ayudará a madurar en la vida.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”