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Restaurar la vida normal del hombre y llevarlo a un destino maravilloso Parte 2 Restaurar la vida normal del hombre y llevarlo a un destino maravilloso Parte 2
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Restaurar la vida normal del hombre y llevarlo a un destino maravilloso Parte 2

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Cuando el hombre alcanza la verdadera vida del hombre en la tierra, todas las fuerzas de Satanás serán atadas y el hombre vivirá fácilmente en la tierra. Las cosas no serán tan complejas como lo son hoy: las relaciones humanas, las relaciones sociales, las complejas relaciones familiares… ¡son tan incómodas, tan dolorosas! ¡La vida del hombre aquí es tan desgraciada! Una vez el hombre conquistado, su corazón y su mente cambiarán: tendrá un corazón que reverencia a Dios y un corazón que le ama. Una vez conquistados todos los que están en el universo y que buscan amar a Dios, es decir, una vez derrotado Satanás y una vez él —todas las fuerzas de oscuridad— haya sido atado, la vida del hombre en la tierra será tranquila y podrá vivir libremente sobre la tierra. Si en la vida del hombre no hay relaciones ni complejidades carnales será mucho más fácil. Las relaciones de la carne del hombre son demasiado complejas; para este, tales cosas son la prueba de que aún tiene que liberarse de la influencia de Satanás. Si tuvieras la misma relación con los hermanos y hermanas, con tu familia normal, no tendrías preocupaciones ni necesidad de inquietarte por nadie. Nada podría ser mejor y, de esta forma, el hombre se aliviaría de la mitad de su sufrimiento. Viviendo una vida humana normal en la tierra, el hombre será similar a un ángel; aunque siga estando todavía en la carne, será muy parecido a un ángel. Esta es la promesa final; es la última que se le concede al hombre. Hoy, el ser humano experimenta castigo y juicio; ¿crees que la experiencia del hombre en tales cosas es sin sentido? ¿Podría la obra de castigo y juicio hacerse sin razón alguna? Con anterioridad se ha dicho que castigar y juzgar al hombre es colocarlo en un abismo sin fondo, que significa eliminar su destino y su perspectiva. Esto sólo es por una cosa: la purificación del hombre. No se le coloca en un abismo sin fondo de forma deliberada, tras lo cual Dios se desentiende de él. En su lugar, lo hace con el fin de ocuparse de la rebeldía que hay en el hombre para que, al final, las cosas que hay dentro del hombre puedan ser purificadas y que pueda tener un conocimiento verdadero de Dios, y ser como una persona santa. Si esto se produce, todo se llevará a cabo. De hecho, cuando se ha tratado con esas cosas que hay en el hombre, y de las que hay que ocuparse, y el hombre dé un resonante testimonio, Satanás también será derrotado y, aunque algunas de esas cosas que están desde el principio dentro del hombre no sean purificadas por completo, una vez que Satanás esté derrotado, ya no causará más problema y, en ese momento, el hombre habrá sido limpiado del todo. El ser humano no ha experimentado nunca una vida así, pero cuando Satanás sea derrotado, todo estará resuelto y aquellas cosas insignificantes que hay dentro del hombre serán solucionadas, todos los demás problemas terminarán una vez resuelto el problema principal. Durante esta encarnación de Dios en la tierra, cuando Él realiza personalmente Su obra en medio del hombre, toda la obra que hace es para derrotar a Satanás y Él lo hará a través de la conquista del hombre y haciéndoos completos. Cuando llevéis un resonante testimonio, esto también será una señal de dicha derrota. Primero se conquista al hombre y, en última instancia, se le hace completo para derrotar a Satanás. Sin embargo, junto con la derrota de Satanás, esta es en sustancia la salvación de toda la humanidad de este hueco mar de aflicción. Independientemente de si esta obra se lleva a cabo en todo el universo o en China, todo es para derrotar a Satanás y traer salvación a toda la humanidad, para que el hombre pueda entrar en el lugar de reposo. ¿Sabes? La carne normal del Dios encarnado es precisamente para derrotar a Satanás. La obra del Dios de carne se usa para traer salvación a todos aquellos que están bajo el cielo y que aman a Dios, es para conquistar a toda la humanidad y, además, para derrotar a Satanás. El núcleo central de toda la obra de gestión de Dios es inseparable de esta derrota para traer salvación a toda la humanidad. ¿Por qué, en gran parte de esta obra, siempre se dice que debéis dar testimonio? ¿Y a quién va dirigido este testimonio? ¿Acaso no va destinado a Satanás? Este testimonio está hecho para Dios, y para atestiguar que la obra de Dios ha logrado su efecto. Dar testimonio está relacionado con la obra de derrotar a Satanás; si no hubiera una batalla con Satanás, no se le pediría al hombre que diera testimonio. Porque Satanás tiene que ser derrotado, Dios exige que al tiempo que el hombre se está salvando, dé testimonio de Él delante de Satanás, y esto es algo que Él usa para salvar al hombre y pelear contra Satanás. Como resultado, el hombre es el objeto de la salvación y, a la vez, una herramienta en la derrota de Satanás; por tanto, el ser humano está en el centro de la obra de toda la gestión de Dios, y Satanás es meramente el objeto de destrucción, el enemigo. Sentirás, quizás, que no has hecho nada, pero por causa de los cambios en tu carácter, ya se ha dado testimonio y este va dirigido a Satanás y no está hecho para el hombre. Este no es adecuado para disfrutar de semejante testimonio. ¿Cómo podría él entender la obra que Dios hace? El objeto de la lucha de Dios es Satanás; mientras tanto, el hombre es sólo el objeto de salvación. Este tiene el carácter satánico corrupto y es incapaz de comprender esta obra. Esto se debe a la corrupción de Satanás. No es algo inherente dentro del hombre, pero está dirigido por Satanás. Hoy, la obra principal de Dios consiste en derrotar a Satanás, es decir, conquistar al hombre por completo, para que pueda dar el testimonio final de Dios delante de Satanás. De esta forma, todas las cosas se realizarán. En muchos casos, para tus ojos desnudos se diría que nada se ha hecho, pero en realidad, la obra ya se ha completado. El hombre requiere que toda la obra de terminación sea visible; aunque sin hacerla visible para ti, Yo he acabado Mi obra, porque Satanás ha sido sometido, y esto significa que ha sido derrotado por completo y que toda la sabiduría, el poder y la autoridad de Dios han vencido a Satanás. Este es exactamente el testimonio que se debe llevar, y aunque no tiene una expresión clara en el hombre, aunque no es visible a los ojos desnudos, Satanás ya ha sido derrotado. La totalidad de la obra está dirigida contra Satanás, y se lleva a cabo a causa de la batalla con Satanás. Así, existen muchas cosas que el hombre no ve como un éxito, pero que, a los ojos de Dios, sí lo tuvieron hace mucho tiempo. Esta es una de las verdades interiores de toda la obra de Dios.

Una vez derrotado Satanás, es decir, una vez que el hombre haya sido conquistado por completo, el hombre entenderá que toda esta obra es por el bien de la salvación y que el medio de esta salvación es el recuperarlo de las manos de Satanás. La obra de gestión de seis mil años de Dios está dividida en tres etapas: la Era de la Ley, la Era de la Gracia y la Era del Reino. Estas tres fases de la obra son todas por el bien de la salvación de la humanidad, es decir, son para la salvación de una humanidad que ha sido gravemente corrompida por Satanás. Sin embargo, al mismo tiempo, también son para que Dios pueda entablar batalla con Satanás. Por tanto, así como la obra de salvación está dividida en tres fases, también la batalla contra Satanás; y estos dos aspectos de la obra de Dios se llevan a cabo simultáneamente. La batalla con Satanás es, en realidad, para la salvación de la humanidad y, al no ser esta obra algo que se pueda realizar con éxito en una sola fase, esta batalla también se divide en fases y periodos; se libra la guerra contra Satanás de acuerdo con las necesidades del hombre y la extensión de la corrupción que Satanás ha ejercido en él. En la imaginación del hombre, quizás crea que en esta batalla Dios tomará las armas contra Satanás, del mismo modo en que lo hacen dos ejércitos que combaten entre sí. Eso sólo es algo que el intelecto del hombre es capaz de imaginar, y es una idea supremamente imprecisa y poco realista; sin embargo, es lo que el ser humano cree. Y porque afirmo aquí que el medio de la salvación del hombre es a través de la batalla con Satanás, la persona imagina que así es como se dirige la batalla. En la obra de la salvación del hombre se han llevado a cabo tres etapas, que es como decir que la batalla con Satanás se ha dividido en tres fases, antes de la derrota absoluta de este. Con todo, la verdad interna de toda la obra de la batalla con Satanás es que sus efectos se logran concediéndole gracia al hombre y convirtiéndose en una ofrenda por el pecado del hombre, perdonando sus pecados, conquistándole y haciéndole perfecto. En realidad, la batalla con Satanás no significa tomar las armas contra él, sino la salvación del hombre, la obra de su vida y el cambio de su carácter para poder dar testimonio de Dios. Así es como se derrota a Satanás, mediante la transformación del carácter corrupto del hombre. Una vez vencido, es decir, cuando el hombre haya sido completamente salvo, entonces el avergonzado Satanás será atado por completo y, de ese modo, el hombre habrá sido totalmente salvo. Así, la esencia de la salvación del hombre es la batalla con Satanás, y esta guerra se refleja principalmente en dicha salvación. La etapa de los últimos días en la que el hombre tiene que ser conquistado es la última fase de la batalla con Satanás, y también la obra de la completa salvación del hombre del dominio de este. El significado interior de la conquista del hombre es el regreso de la encarnación de Satanás, el hombre corrompido por él, al Creador tras su conquista por medio de la cual renegará de Satanás y volverá por completo a Dios. De este modo, el ser humano habrá sido completamente salvo. Así, la obra de la conquista es la última en la batalla contra Satanás y la fase final de la gestión de Dios por el bien de la derrota de Satanás. Sin esta obra, la plena salvación del hombre sería imposible en última instancia, también sería imposible la derrota total de Satanás y la humanidad no sería nunca capaz de entrar en el maravilloso destino, o liberarse de la influencia de Satanás. Por consiguiente, la obra de salvación del hombre no puede concluir antes de que la batalla mencionada haya acabado, porque el núcleo central de la obra de gestión de Dios es por el bien de la salvación de la humanidad. La humanidad primitiva estaba en las manos de Dios, pero a causa de la tentación y la corrupción de Satanás, el hombre fue atado por Satanás y cayó en las manos del maligno. Satanás se convirtió, pues, en el objeto que debía ser derrotado en la obra de gestión de Dios. Al haber tomado posesión del hombre, y al ser este el capital de toda Su gestión, si el hombre debe salvarse tendrá que ser arrancado y recuperado de las manos de Satanás; esto significa que el hombre debe ser tomado de vuelta tras haber sido retenido cautivo por Satanás. Este está derrotado por los cambios en el viejo carácter del hombre que restaura su sentido original y, de esta forma, el hombre que ha sido llevado cautivo puede ser arrancado y recuperado de las manos de Satanás. Si el hombre es liberado de la influencia y la esclavitud de Satanás, este será avergonzado y el ser humano será rescatado, en última instancia, y Satanás derrotado. Al quedar el hombre libre de la oscura influencia de Satanás, el hombre se convertirá en los despojos de toda esta batalla y Satanás será el objeto que será castigado una vez acabada esta batalla; después de esto, toda la obra de la salvación de la humanidad habrá culminado.

Dios no siente malicia hacia las criaturas y sólo desea derrotar a Satanás. Toda Su obra —ya sea de castigo o de juicio— está dirigido a Satanás; se lleva a cabo por el bien de la salvación de la humanidad, todo es para derrotar a Satanás y tiene un solo objetivo: ¡librar batalla contra este hasta el final! ¡Y Dios no descansará jamás hasta haber sido victorioso sobre Satanás! Sólo descansará cuando lo haya derrotado. Porque toda la obra realizada por Dios es contra Satanás; al estar y vivir todos los que han sido corrompidos por Satanás bajo el control de su dominio, si Dios no peleara contra este o hiciera que ellos rompieran con él, Satanás no aflojaría su agarre sobre estas personas y ellas no podrían ser ganadas. Si esto fuera así, demostraría que Satanás no ha sido derrotado, que no ha sido vencido. Por tanto, en el plan de 6000 años de gestión de Dios, durante la primera etapa realizó la obra de la ley; durante la segunda fase se ocupó de la obra de la Era de Gracia, es decir, la obra de la crucifixión, y en la tercera parte hizo la obra de conquistar a la humanidad. Toda esta obra va dirigida al grado en que Satanás ha corrompido a la humanidad; todo es para derrotarle y ni una sola de las etapas tiene otro fin que este. La esencia de la obra de gestión de los 6000 años es la batalla contra el gran dragón rojo, y la obra de gestionar a la humanidad también es la obra de derrotar a Satanás y de pelear con él. Dios ha peleado durante 6000 años y, por tanto, ha obrado durante ese mismo tiempo, para llevar finalmente al hombre a la nueva esfera. Cuando Satanás sea derrotado, el hombre será liberado por completo. ¿No es esta la dirección de la obra de Dios hoy? Esta es precisamente la dirección de la obra de hoy: la liberación completa del hombre y su puesta en libertad, para que deje de estar sujeto a normas y que no se vea limitado por ataduras ni restricciones. Toda esta obra se realiza de acuerdo con vuestra estatura y según vuestras necesidades; esto significa que se os provee todo lo que podías llevar a cabo. No se trata de “hacer que un pato se suba a una percha” o de obligaros a hacer cosas que trasciendan vuestra capacidad, sino que toda esta obra se realiza según vuestras necesidades reales. Cada fase de la obra es según las necesidades reales y los requisitos del hombre, y es para derrotar a Satanás. De hecho, en el principio no había barreras entre el Creador y Sus criaturas. Todas ellas fueron causadas por Satanás. El hombre se ha vuelto incapaz de ver o tocar nada por culpa del trastorno de Satanás y su corrupción. El hombre es la víctima, el que ha sido engañado. Una vez derrotado Satanás, las criaturas contemplarán al Creador y Él las mirará y podrá conducirlas personalmente. Esta es la única vida que el hombre debería llevar en la tierra. Por tanto, la obra de Dios es principalmente para derrotar a Satanás, y una vez que haya ocurrido esto, todo estará resuelto. Has visto que hoy, el que Dios venga en medio del hombre tiene en realidad razón de ser. No es para pasarse cada día buscando defectos en vosotros, para decir esto o aquello, o sencillamente permitir que veáis cómo es Él y cómo habla y vive. Dios no se ha encarnado para dejar, meramente, que le miréis, para abrir vuestros ojos o para que oigáis los misterios de los que Él ha hablado y los siete sellos que Él ha abierto. En su lugar, ha venido en carne para derrotar a Satanás. Ha venido encarnado personalmente entre los hombres para salvar al hombre, para luchar contra Satanás, y esta es la relevancia de Su encarnación. De no ser para vencer a Satanás, no haría esta obra personalmente. Dios ha venido a la tierra para llevar a cabo Su obra en medio del hombre, aparecerse de forma personal a este y permitir que le contemple; ¿es este un asunto menor? ¡Es realmente importante! Dios no ha venido, como el hombre imagina, para que los seres humanos puedan mirarle, entender que Dios es real y no algo impreciso o vano, y que Dios es noble, pero también humilde. ¿Podría ser tan sencillo? Precisamente porque Satanás ha corrompido la carne del hombre y al ser este a quien Dios pretende salvar, Él tiene que adoptar forma de carne para librar batalla contra Satanás y pastorear personalmente al ser humano. Sólo esto es beneficioso para Su obra. Las dos formas encarnadas de Dios han existido con el fin de derrotar a Satanás, y también para salvar mejor al hombre. Esto se debe a que quien le libra batalla a Satanás sólo puede ser Dios, ya sea Su Espíritu o la carne de Dios encarnado. En resumen, los ángeles no pueden ser quienes luchen contra Satanás y mucho menos el hombre, que ha sido corrompido por Satanás. Los ángeles son impotentes para hacerlo y el ser humano lo es aún más. Por ello, si Dios desea producir la vida del hombre, si quiere venir personalmente a la tierra para obrar en el hombre, también debe venir Él mismo en carne, es decir, debe revestirse de carne y, con Su identidad inherente y la obra que debe hacer, venir en medio del hombre y salvarlo de forma personal. De no ser así, si fuera el Espíritu de Dios o el hombre quienes llevaran a cabo esta obra, la batalla no lograría nunca su efecto ni acabaría jamás. Sólo cuando Dios se hace carne y va Él mismo a librar batalla contra Satanás, en medio de los hombres, el ser humano tiene una posibilidad de salvación. Además, sólo entonces se avergüenza Satanás y queda sin oportunidades que explotar o planes que ejecutar. La obra realizada por el Dios encarnado es inalcanzable para el Espíritu de Dios, y ningún hombre carnal puede llevarla a cabo en Su nombre, porque la obra que Él hace es en beneficio de la vida del hombre y para cambiar el carácter corrupto del hombre. Si este tuviera que participar en esta batalla, sólo huiría en desbandada y sería sencillamente incapaz de cambiar su carácter corrupto. No tendría capacidad de salvar al hombre de la cruz ni de conquistar a toda la humanidad rebelde; sólo podría realizar un poco de la vieja obra según el principio u otra obra no relacionada con la derrota de Satanás. ¿Para qué molestarse, pues? ¿Cuál es la relevancia de una obra que no puede ganar a la humanidad, y mucho menos derrotar a Satanás? Y así, la batalla contra este sólo puede ser llevada a cabo por Dios mismo, y es sencillamente imposible que el hombre la haga. El deber del hombre consiste en obedecer y seguir, porque no es capaz de realizar la obra de apertura de una nueva época y, además, tampoco puede hacer la obra de pelear contra Satanás. El hombre sólo puede satisfacer al Creador bajo el liderazgo de Dios mismo, por medio del cual es derrotado Satanás; esto es lo único que el hombre puede hacer. Por eso, cada vez que empieza una nueva batalla, es decir, cada vez que empieza la obra de la nueva era, es Dios mismo quien la realiza personalmente; a través de ella, dirige toda la era y abre un nuevo camino para toda la humanidad. El alba de cada nueva era es un nuevo inicio en la batalla con Satanás, por medio de la cual el hombre entra a una esfera más nueva y más hermosa y en una nueva era que Dios dirige personalmente. El hombre es el amo de todas las cosas, pero los que han sido ganados se convertirán en los frutos de todas las batallas con Satanás. Este es el corruptor de todo, el perdedor al final de todas las batallas, y también es aquel que será castigado después de ellas. Entre Dios, el hombre y Satanás, sólo este último es quien será detestado y rechazado. Los que fueron ganados por Satanás, y no son recuperados por Dios, se convierten mientras tanto en aquellos que reciben el castigo en nombre de Satanás. De estos tres, sólo Dios debería se adorado por todas las cosas. Los que fueron corrompidos por Satanás, pero son retomados por Dios y seguirán Su camino, se convertirán en aquellos que recibirán la promesa divina y juzgarán a los malos por Dios. Él será victorioso, con toda seguridad, y Satanás será derrotado, con toda seguridad; sin embargo, entre el hombre hay aquellos que ganarán y los que perderán; aquellos que ganen pertenecerán al Vencedor, y aquellos que pierdan pertenecerán al perdedor, esta es la clasificación de cada uno según su especie, es el resultado final de toda la obra de Dios, es también el objetivo de toda Su obra y nunca cambiará. El núcleo central de la obra principal del plan de gestión de Dios se centra en la salvación del hombre, y Él se hace carne principalmente por el bien de este asunto central, por el bien de esta obra y para derrotar a Satanás. La primera vez que Dios se hizo carne también fue para vencer a Satanás: se hizo carne personalmente y fue clavado en la cruz para completar la obra de la primera batalla, que era la de la redención de la humanidad. Del mismo modo, esta etapa de obra también la realiza Dios mismo; se ha hecho carne para realizar Su obra entre el hombre, para hablar personalmente Su palabra y permitir que el hombre le vea. Es, por supuesto, inevitable que haga alguna otra obra por el camino, pero la razón principal por la que lleva a cabo Su obra, de forma personal, es para derrotar a Satanás, conquistar a toda la humanidad y ganar a esas personas. Por tanto, la obra de la encarnación de Dios es realmente importante. Si Su propósito sólo fuera mostrarle al hombre que Dios es humilde y está escondido, y que Dios es práctico, si sólo fuera por hacer esta obra, no tendría necesidad de hacerse carne. Aunque Dios no se encarnara, podría revelarle directamente al hombre Su humildad y que está escondido, Su grandeza y Su santidad, pero tales cosas no tienen nada que ver con la obra de gestionar a la humanidad. Son incapaces de salvar al hombre o completarlo, y mucho menos pueden derrotar a Satanás. Si la derrota de este sólo implicara que el Espíritu librara batalla contra un espíritu, dicha obra tendría incluso menos valor práctico; sería incapaz de ganar al hombre y arruinaría el destino y las perspectivas del hombre. Como tal, la obra de Dios hoy es de profunda relevancia. No sólo es para que el hombre pueda verle ni para que los ojos de este puedan ser abiertos, o para conmoverlo un poco y proporcionarle aliento; una obra así no tiene relevancia. Si sólo puedes hablar de esta clase de conocimiento, esto demuestra que no conoces la verdadera relevancia de la encarnación de Dios.

La obra de todo el plan de gestión de Dios está realizada personalmente por Dios mismo. La primera fase —la creación del mundo— fue llevada personalmente a cabo por Él, y de no haber sido así, nadie habría sido capaz de crear a la humanidad. La segunda etapa fue la redención de toda la humanidad, y también la hizo Dios mismo. La tercera es evidente: existe una necesidad incluso mayor de que acabe ya toda obra que Él tenga que hacer por sí mismo. Dios lleva a cabo, personalmente, toda la obra de redimir, conquistar, ganar y perfeccionar a la totalidad de la humanidad. Si Él no hiciera esta obra personalmente, Su identidad no podría ser representada por el hombre ni este podía realizar Su obra. Para derrotar a Satanás, con el fin de ganar a la humanidad y para darle al hombre una vida normal en la tierra, Él dirige al hombre y obra en medio de él de manera personal; por el bien de todo Su plan de gestión y por toda Su obra, Él debe hacer esta obra personalmente. Si el hombre sólo cree que Dios vino para que él lo viera y para hacerle feliz, tales creencias no encierran valor alguno; no tienen relevancia. ¡El conocimiento del hombre es demasiado superficial! Sólo llevándola a cabo Él mismo puede Dios realizar esta obra de forma concienzuda y completa. El hombre no puede hacerlo en nombre de Dios. Al no tener la identidad de este ni Su esencia, es incapaz de efectuarla; aunque la hiciera, no tendría efecto alguno. La primera vez que Dios se encarnó fue por la redención, para redimir a toda la humanidad del pecado, para que el hombre pudiera ser purificado y perdonado por sus pecados. Dios realizó también, personalmente, la obra de conquista en medio del hombre. Si, durante esta fase Dios sólo hablara profecía, un profeta o cualquiera que tuviera un don podría ocupar Su lugar; si sólo se pronunciaran profecías, el hombre podría sustituir a Dios. Con todo, si el hombre fuera a hacer personalmente la obra de Dios mismo y producir la vida del hombre, le sería imposible hacer esta obra. Es Dios mismo quien la tiene que hacer: Dios debe venir personalmente en carne para hacer esta obra. En la Era de la Palabra, si sólo se pronunciaban profecías, Isaías o el profeta Elías podrían haber realizado esta obra, y no habría necesidad alguna de que la hiciera Dios mismo. Al no tratar la obra realizada en esta etapa de mero pronunciamiento de profecías, y al ser de mayor importancia que se use la obra de palabras para conquistar al hombre y derrotar a Satanás, el hombre no puede realizar esta obra y debe hacerla Dios personalmente. En la Era de la Ley, Jehová llevó a cabo parte de la obra de Dios, tras lo cual habló algunas palabras e hizo alguna obra por medio de los profetas. Esto se debe a que el hombre podía sustituir la obra de Jehová y los videntes podían predecir cosas e interpretar algunos sueños en Su nombre. La obra realizada en el principio no fue la de cambiar directamente el carácter del hombre y no tenía nada que ver con el pecado de este, a quien sólo se le pedía que se atuviera a la ley. Por tanto, Jehová no se encarnó ni se reveló al hombre, sino que habló directamente a Moisés y otros, los hizo hablar y obrar en Su nombre y que trabajaran directamente en medio de la humanidad. La primera fase de la obra de Dios fue el liderazgo del hombre. Fue el comienzo de la batalla con Satanás, pero esta todavía tenía que empezar de un modo oficial. Esta guerra oficial contra Satanás se inició con la primera encarnación de Dios y ha seguido hasta el día de hoy. La primera vez de esta guerra fue cuando el Dios encarnado fue clavado en la cruz. La crucifixión del Dios encarnado derrotó a Satanás y fue la primera etapa exitosa de la guerra. Cuando el Dios hecho carne empieza a ser directamente la vida del hombre, ese es el principio oficial de la obra de recuperar al hombre; al tratarse de la obra del cambio del antiguo carácter del hombre, lo es también de pelear con Satanás. La fase de la obra realizada por Jehová, en el principio, fue meramente el liderazgo de la vida del hombre en la tierra. Fue el comienzo de la obra de Dios y, aunque todavía tenía que implicar alguna batalla u obra importante, estableció el fundamento para la obra de la batalla por venir. Más adelante, la segunda etapa de la obra durante la Era de la Gracia implicó cambiar el antiguo carácter del hombre, y esto significa que Dios mismo forjó la vida del hombre. Era Él quien tenía que hacer estas cosas personalmente: requería que Él se hiciera carne, y si Él no se hubiera encarnado, nadie más podría haberle sustituido en esta fase de la obra, porque representaba la obra de pelear directamente contra Satanás. Si el hombre hubiera realizado esta obra en nombre de Dios, al ponerse delante de Satanás este no se habría sometido y habría sido imposible derrotarlo. Tenía que ser el Dios encarnado quien viniera a vencerlo, porque la esencia del Dios encarnado sigue siendo Dios, Él sigue siendo la vida del hombre y el Creador; pase lo que pase, Su identidad y Su esencia no cambiarán. De este modo, Él se revistió de carne e hizo la obra para completar la sumisión de Satanás. Durante la fase de la obra de los últimos días, si el hombre tuviera que hacer esta obra y hablar directamente las palabras, sería incapaz de pronunciarlas; si se hablaran las profecías, no se podría conquistar al hombre. Al encarnarse, Dios vino a derrotar a Satanás y a provocar su completa sumisión. Derrota a Satanás por completo, conquista totalmente al hombre y lo gana de un modo completo, después de lo cual esta etapa de obra está completada y se ha logrado el éxito. En la gestión de Dios, el hombre no puede sustituir a Dios. En particular, la obra de dirigir la era y lanzar una nueva obra tiene mayor necesidad de que las realice Dios mismo personalmente. Darle revelación al hombre y proporcionarle profecía, es algo que el hombre puede hacer, pero si es una obra que Dios tiene que hacer personalmente, la obra de la batalla entre Dios mismo y Satanás, el ser humano no puede llevar a cabo dicha obra. Durante la primera etapa de la obra, cuando no había batalla con Satanás, Jehová dirigió personalmente al pueblo de Israel usando la profecía pronunciada por los profetas. Después, la segunda fase de la obra fue la batalla con Satanás y Dios mismo se hizo, personalmente, carne, y vino en carne para hacer esta obra. Cualquier cosa que implique la batalla con Satanás también conlleva la encarnación de Dios, lo que significa que esta batalla no puede ser librada por el hombre. Si el hombre tuviera que pelear, sería incapaz de derrotar a Satanás. ¿Cómo podría tener la fuerza de luchar contra él, cuando aún sigue bajo su dominio? El hombre está en medio: si te inclinas hacia Satanás, le pertenecerás a él; sin embargo, si satisfaces a Dios, eres de Él. Si el hombre tuviera que sustituir a Dios en la obra de esta batalla, ¿sería capaz de ello? De hacerlo, ¿no habría perecido hace ya mucho tiempo? ¿No habría entrado en el inframundo hace ya largo tiempo? Por ello, el hombre es incapaz de reemplazar a Dios en Su obra, lo que significa que el hombre no tiene la esencia de Dios y si tú pelearas con Satanás, serías incapaz de derrotarlo. El hombre sólo puede realizar alguna obra; puede ganar a algunas personas, pero no puede sustituir a Dios en la obra de Dios mismo. ¿Cómo podría el hombre luchar con Satanás? Este te retendría cautivo antes de que empezaras siquiera. Sólo Dios mismo puede librar batalla con Satanás, y sobre esta base puede el hombre seguir a Dios y obedecerle. Sólo de esta forma puede el hombre ser ganado por Dios y escapar de las ataduras de Satanás. Lo que el hombre puede lograr con su propia sabiduría, autoridad y capacidades es demasiado limitado; es incapaz de hacer al hombre completo, de dirigirle y, además, de derrotar a Satanás. La inteligencia y la sabiduría del hombre son incapaces de frustrar sus intrigas; ¿cómo podría, pues, el hombre luchar con él?

Todos los que están dispuestos a ser hechos perfectos tienen la oportunidad de serlo, así que todo el mundo debe relajarse: en el futuro todos entrarán en el destino. Pero si eres reticente a ser perfeccionado y no estás deseoso de entrar en la maravillosa esfera, es tu propio problema. Todos aquellos que están dispuestos a ser perfeccionados y son leales a Dios, todos los que obedecen y todos los que llevan a cabo su función con fidelidad, todas las personas así pueden ser hechas perfectas. Hoy, todos los que no realizan su deber con lealtad, todos los que no son leales a Dios, los que no se someten a Él, en particular los que han recibido el esclarecimiento y la iluminación del Espíritu Santo, pero no los ponen en práctica, son incapaces de ser hechos perfectos. Todos los que están dispuestos a ser leales y obedecer a Dios pueden ser perfeccionados, aunque sean un poco ignorantes; todos los que están dispuestos a buscar pueden ser hechos perfectos. No hay necesidad de preocuparse por esto. Mientras estés dispuesto a continuar en esta dirección, puedes ser perfeccionado. No estoy dispuesto a abandonar ni a eliminar a ninguno de vosotros, pero si el hombre no se esfuerza para hacerlo bien, sólo te estarás destruyendo; no soy Yo quien te elimina, sino tú mismo. Si no te esfuerzas por hacerlo bien, si eres perezoso o no realizas tu deber, si no eres leal, no buscas la verdad y siempre haces lo que te place, gastando dinero y teniendo aventuras sexuales, te condenas a ti mismo y eres indigno de la compasión de alguien. Mi propósito es que todos vosotros seáis hechos perfectos y, como mínimo, seáis conquistados para que esta etapa de la obra pueda completarse con éxito. El deseo de Dios es que todas las personas sean perfeccionadas, en última instancia ganadas por Él, que sean completamente purificadas por Él y que se conviertan en alguien a quien Él ama. No importa si Yo digo que sois atrasados o de un bajo calibre, es un hecho. Esto que afirmo no demuestra que Yo pretenda abandonaros, que haya perdido esperanza en vosotros, y mucho menos que no esté dispuesto a salvaros. Hoy, he venido a hacer la obra de vuestra salvación, y esto quiere decir que la obra que hago es la continuación de la obra de salvación. Cada persona tiene la oportunidad de ser perfeccionada: con tal de que estés dispuesto, que busques, al final serás capaz de conseguir los resultados, y ninguno de vosotros será abandonado. Si eres de bajo calibre, Mis requisitos respecto a ti serán acordes con tu pobre calibre; si eres de alto calibre, Mis requisitos respecto a ti serán acordes con tu alto calibre; y eres ignorante y analfabeto, Mis requisitos estarán a la altura de tu nivel de analfabetismo; si eres letrado, Mis requisitos respecto a ti serán de acuerdo a tu nivel de conocimiento; si eres anciano, Mis requisitos de ti serán según tu edad; si eres capaz de proveer hospitalidad, Mis requisitos de ti serán conforme a esto; si afirmas no poder ofrecer hospitalidad, y sólo puedes realizar cierta función, ya sea difundir el evangelio, cuidar de la iglesia o atender a los demás asuntos generales, te perfeccionaré de acuerdo con la función que lleves a cabo. Ser leal, obedecer hasta el final mismo y buscar el amor supremo de Dios, esto es lo que debes lograr y no hay mejores prácticas que estas tres cosas. En última instancia, se le requiere al hombre que las realice y si él puede lograrlas, será perfeccionado. Sin embargo, por encima de todo, debes buscar de verdad, avanzar activamente hacia adelante y hacia arriba, y no ser pasiva respecto a esto. He dicho que cada persona tiene la oportunidad de ser perfeccionada y es capaz de serlo, y esto cuenta, pero si no intentas ser mejor en tu búsqueda, si no logras estos tres criterios, al final deberás ser eliminado. Quiero que todos se pongan al día, que todos tengan la obra y el esclarecimiento del Espíritu Santo y sean capaces de obedecer hasta el final mismo, porque este es el deber que cada uno de vosotros debería llevar a cabo. Cuando todos hayáis realizado vuestro deber, habréis sido perfeccionados, y también tendréis un resonante testimonio. Todos los que tienen testimonio son aquellos que han sido victoriosos sobre Satanás y han ganado la promesa de Dios, y son los que permanecerán para vivir en el maravilloso destino.

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