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Palabras diarias de Dios: Conocer a Dios | Fragmento 137 Palabras diarias de Dios: Conocer a Dios | Fragmento 137
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Palabras diarias de Dios: Conocer a Dios | Fragmento 137

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Aceptar a Dios como tu único Señor es el primer paso para alcanzar la salvación

Las verdades relativas a la autoridad de Dios son verdades que toda persona debe considerar seriamente, debe experimentar y entender con su corazón; porque estas verdades tienen influencia sobre la vida de cada persona, sobre su pasado, presente y futuro, sobre las coyunturas cruciales por las que debe pasar en la vida, sobre el conocimiento de la soberanía de Dios por parte del hombre y la actitud con la que debería afrontar la autoridad de Dios y, naturalmente, sobre el destino final de cada persona. Así pues, es necesaria toda una vida de energía para conocerlas y entenderlas. Cuando te tomas en serio la autoridad de Dios, cuando aceptas Su soberanía, llegarás gradualmente a darte cuenta y entender que la autoridad de Dios existe realmente. Pero si nunca reconoces Su autoridad ni aceptas Su soberanía, entonces no importa cuántos años vivas, no adquirirás el más mínimo conocimiento de la misma. Si no conoces ni entiendes realmente la autoridad de Dios, cuando alcances el final del camino, aunque hayas creído en Dios durante décadas, no tendrás nada que mostrar de tu vida, tu conocimiento de la soberanía de Dios sobre el destino humano será inevitablemente nulo. ¿No es esto algo muy triste? Así pues, no importa cuán lejos hayas caminado en la vida, cuán anciano seas ahora, cuán largo sea el resto de tu viaje, primero debes reconocer la autoridad de Dios y tomártela en serio, aceptar el hecho de que Dios es tu único Señor. Alcanzar un conocimiento y un entendimiento claros y precisos de estas verdades relativas a la soberanía de Dios sobre el destino humano es una lección obligatoria para todos, es la clave para conocer la vida humana y alcanzar la verdad, es la vida y la lección básica de conocer a Dios que todo el mundo afronta cada día, y que nadie puede evadir. Si algunos de vosotros deseáis tomar atajos para llegar a esta meta, ¡entonces te digo que eso es imposible! Si algunos de vosotros queréis escapar de la soberanía de Dios, ¡eso es aún más imposible! Dios es el único Señor del hombre, el único Amo de su destino, y por tanto es imposible para el hombre dictar su propio destino, sobrepasarlo. No importa lo grandes que sean las capacidades de uno, no se puede influenciar, mucho menos orquestar, organizar, controlar ni cambiar los destinos de los demás. Sólo el único Dios mismo dicta todas las cosas para el hombre, porque sólo Él posee la autoridad única que tiene soberanía sobre el destino humano; y así, sólo el Creador es el único Señor del hombre. La autoridad de Dios tiene soberanía no sólo sobre la humanidad creada, sino también sobre los seres no creados que ningún humano puede ver, sobre las estrellas, sobre el cosmos. Este es un hecho indiscutible, un hecho que existe realmente, que ningún humano ni cosa pueden cambiar. Si alguno de vosotros sigue descontento con las cosas tal como están, creyendo que tienes alguna habilidad o capacidad especiales, y sigues pensando que puedes tener suerte y cambiar tus circunstancias presentes o escapar de ellas; si intentas cambiar tu propio destino por medio del esfuerzo humano, y de este modo destacas sobre los demás y consigues fama y fortuna; entonces te digo, estás dificultándote las cosas, sólo estás buscando problemas, ¡estás cavando tu propia tumba! Un día, tarde o temprano, descubrirás que tomaste la decisión equivocada, que tus esfuerzos fueron nulos. Tu ambición, tu deseo de luchar contra el destino y tu conducta indignante, te llevarán por un camino sin retorno, y pagarás por esto un precio amargo. Aunque ahora mismo no ves la gravedad de la consecuencia, conforme experimentes y aprecies más y más profundamente la verdad de que Dios es el Señor del destino humano, tomarás conciencia lentamente de lo que estoy hablando hoy y sus implicaciones reales. Si tienes o no un corazón y un espíritu, si eres o no una persona que ama la verdad, depende de la clase de actitud que adoptes hacia la soberanía de Dios y la verdad. Y, naturalmente, esto determina si puedes conocer y entender verdaderamente la autoridad de Dios. Si nunca en tu vida has sentido la soberanía de Dios y Sus disposiciones, y mucho menos reconoces y aceptas la autoridad de Dios, entonces serás totalmente inútil, serás sin duda el objeto del aborrecimiento y el rechazo de Dios, gracias al camino que has tomado y a la elección que has hecho. Pero aquellos que, en la obra de Dios, pueden aceptar Su prueba y Su soberanía, someterse a Su autoridad, y gradualmente obtener una experiencia real de Sus palabras, habrán alcanzado un conocimiento real de la autoridad de Dios, un entendimiento real de Su soberanía, y habrán pasado a estar realmente sujetos al Creador. Sólo tales personas se habrán salvado verdaderamente. Debido a que han conocido la soberanía de Dios, debido a que la han aceptado, su reconocimiento de la realidad de la soberanía de Dios sobre el destino humano y su sumisión a esta son reales y precisas. Cuando afronten la muerte serán capaces, como Job, de tener una mente impertérrita con la muerte, de someterse a las orquestaciones y disposiciones de Dios en todas las cosas, sin elección individual, sin deseos individuales. Sólo esa persona podrá volver al lado del Creador como un verdadero ser humano creado.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III

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