Palabras diarias de Dios: La encarnación | Fragmento 110
Aquel que es Dios encarnado poseerá la esencia de Dios, y Aquel que es Dios encarnado tendrá la expresión de Dios. Puesto que Dios se hace carne, Él traerá la obra que pretende llevar a cabo y puesto que se hace carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida y de señalarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios definitivamente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Si el hombre pretende investigar si es la carne encarnada de Dios, entonces debe corroborarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, para corroborar si es o no la carne encarnada de Dios y si es o no el camino verdadero, la persona debe discernir basándose en Su esencia. Y, así, a la hora de determinar si se trata de la carne de Dios encarnado, la clave yace en Su esencia (Su obra, Sus declaraciones, Su carácter y muchos otros aspectos), en lugar de fijarse en Su apariencia externa. Si el hombre sólo analiza Su apariencia externa, y como consecuencia pasa por alto Su esencia, esto muestra que el hombre es ignorante. La apariencia externa no puede determinar la esencia; es más, la obra de Dios jamás puede ajustarse a las nociones del hombre. ¿No contradecía la apariencia exterior de Jesús las nociones del hombre? ¿No eran Su rostro y Sus vestiduras incapaces de proporcionar pista alguna sobre Su verdadera identidad? ¿Acaso los antiguos fariseos no se opusieron a Jesús precisamente porque solo miraron Su aspecto exterior y no se tomaron en serio las palabras de Su boca? Tengo la esperanza de que todos y cada uno de los hermanos y hermanas que buscan la aparición de Dios, no repetirán la tragedia histórica. No debéis convertiros en los fariseos de los tiempos modernos y clavar a Dios de nuevo en la cruz. Deberíais considerar cuidadosamente cómo darle la bienvenida al retorno de Dios y tener claridad acerca de cómo ser alguien que se somete a la verdad. Esta es la responsabilidad de todo aquel que está esperando que Jesús vuelva montado sobre una nube. Deberíamos frotarnos los ojos espirituales para aclararlos y no empantanarnos en palabras de exagerada fantasía. Deberíamos pensar en la obra práctica de Dios y echar un vistazo al aspecto práctico de Dios. No os dejéis llevar demasiado ni os perdáis en fantasías anhelando siempre el día en que el Señor Jesús descienda repentinamente sobre una nube entre vosotros, y os lleve a vosotros, que nunca lo habéis conocido o visto y que no sabéis cómo hacer Su voluntad. ¡Es mejor pensar en asuntos más prácticos!
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio
Cómo comprender la apariencia y la obra de Cristo de los últimos días
I
Su encarnación personifica Su esencia y expresión. Y cuando se haga carne, Dios traerá la obra que debe hacer para expresar lo que Él es, traer la verdad a los hombres, les da vida y les muestra el camino. Cualquier carne que no incorpore Su esencia, ciertamente no es Dios encarnado.
II
Confirma la carne de Dios, Su camino, por Su carácter, palabras y obras. Concéntrate en Su esencia, y no en Su apariencia. Es ingenuo e ignorante fijarse sólo en Su externa apariencia. El exterior al interior no define, pues Su obra a la humana concepción no se ajusta.
III
¿No era la apariencia de Jesús diferente a lo que se esperaba? ¿No ocultaron Su imagen y trajes Su identidad? ¿No fue el por qué los fariseos se opusieron a Él? Se fijaron en cómo Él se veía y no escucharon lo que dijo Él.
IV
Dios espera que todos los que buscan Su aparición no repitan la historia. No sigan a los fariseos y claven a Dios de nuevo en la cruz. Pues considera con sumo cuidado cómo recibirás Su regreso. Ten una clara idea de cómo te someterás a la verdad. Es el deber de todos los que esperan el regreso de Jesús.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”