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Palabras diarias de Dios: Revelación de la corrupción de la humanidad | Fragmento 327

705 05/11/2020

En vuestra búsqueda tenéis demasiadas nociones, esperanzas y futuros individuales. La obra presente es para tratar con vuestro deseo de estatus y vuestros deseos extravagantes. Las esperanzas, el estatus y las nociones son, todos ellos, representaciones clásicas del carácter satánico. La razón de que estas cosas existan en el corazón de las personas se debe, por completo, a que el veneno de Satanás siempre está corroyendo los pensamientos de las personas, y estas no son nunca capaces de sacudirse esas tentaciones satánicas. Viven en medio del pecado, sin embargo, no creen que sea pecado y siguen pensando: “Creemos en Dios, así que Él debe conceder bendiciones sobre nosotros y disponerlo todo para nosotros de la forma adecuada. Creemos en Dios, así que debemos ser superiores a los demás, y tener más estatus y más futuro que cualquier otro. Dado que creemos en Dios, Él debe proporcionarnos bendiciones ilimitadas. De otro modo, no lo denominaríamos creer en Dios”. Durante muchos años, los pensamientos en los que se han apoyado las personas para sobrevivir han corroído sus corazones hasta el punto de volverse astutas, cobardes y despreciables. No sólo carecen de fuerza de voluntad y determinación, sino que también se han vuelto avariciosos, arrogantes y obstinados. Carecen absolutamente de cualquier determinación que trascienda el yo, más aún, no tienen ni una pizca de valor para sacudirse la esclavitud de esas influencias oscuras. Los pensamientos y la vida de las personas están tan podridos que sus perspectivas de creer en Dios siguen siendo insoportablemente horribles, e incluso cuando las personas hablan de sus perspectivas de la creencia en Dios, oírlas es sencillamente insufrible. Todas las personas son cobardes, incompetentes, despreciables y frágiles. No sienten repugnancia por las fuerzas de la oscuridad ni amor por la luz y la verdad, sino que se esfuerzan al máximo por expulsarlas. ¿No son vuestros pensamientos y vuestras perspectivas actuales exactamente así? “Como creo en Dios, deberían lloverme las bendiciones y se me tendría que asegurar que mi estatus nunca descenderá y se va a mantener por encima del de los incrédulos”. No habéis estado albergando ese tipo de perspectiva en vuestro interior sólo uno o dos años, sino durante muchos más. Vuestro modo transaccional de pensar está exageradamente desarrollado. Aunque habéis llegado hoy hasta esta etapa, seguís sin renunciar al estatus, y en su lugar estáis luchando constantemente por investigarlo y observarlo a diario, con el profundo temor de que un día vuestro estatus se pierda y se arruine vuestro nombre. Las personas nunca han dejado a un lado su deseo de comodidad. Entonces, al juzgaros hoy así, ¿qué grado de comprensión tendréis al final? Diréis que aunque vuestro estatus no es alto, sin embargo habéis disfrutado la elevación de Dios. No tenéis estatus porque sois de baja cuna, pero ganáis estatus por la elevación de Dios; esto es algo que Él os concedió. Hoy sois capaces de recibir personalmente el adiestramiento de Dios, Su castigo y Su juicio. Esta es, más aún, Su elevación. Sois capaces de recibir personalmente Su purificación y Su ardor. Esto es el gran amor de Dios. A lo largo de las eras no ha habido una sola persona que haya recibido Su purificación y Su ardor ni que haya sido capaz de ser perfeccionada por Sus palabras. Dios os está hablando ahora cara a cara, purificándoos, revelando vuestra rebeldía interna; esa es ciertamente Su elevación. ¿Qué habilidades tienen las personas? Sean hijos de David o descendientes de Moab, en resumen, las personas son seres creados que no tienen nada de lo que merezcan jactarse. Como sois criaturas de Dios, debéis llevar a cabo el deber de una criatura. No hay más requisitos para vosotros. Así es cómo orarás: “¡Oh, Dios! Tenga estatus o no, ahora me entiendo a mí mismo. Si mi estatus es alto, se debe a Tu elevación; y si es bajo, se debe a Tu ordenación. Todo está en Tus manos. No tengo ninguna elección ni ninguna queja. Tú ordenaste que yo naciera en este país y entre esta gente, y lo único que debería hacer es ser absolutamente obediente bajo Tu dominio, porque todo está incluido en lo que Tú has ordenado. No pienso en el estatus; después de todo, sólo soy una criatura. Si Tú me colocas en el abismo sin fondo, en el lago de fuego y azufre, no soy más que una criatura. Si Tú me usas, soy una criatura. Si Tú me perfeccionas, sigo siendo una criatura. Si Tú no me perfeccionas, te seguiré amando, pues no soy más que una criatura. No soy más que una criatura minúscula, creada por el Señor de la creación, tan sólo una de entre todos los seres humanos creados. Fuiste Tú quien me creó, y ahora me has vuelto a colocar en Tus manos, para hacer conmigo Tu voluntad. Estoy dispuesta a ser Tu herramienta y Tu contraste, porque todo es lo que Tú has ordenado. Nadie puede cambiarlo. Todas las cosas y todos los acontecimientos están en Tus manos”. Cuando llegue el momento en que ya no pienses en el estatus, entonces te liberarás de esto. Sólo en ese momento serás capaz de buscar con confianza y valor, y tu corazón podrá llegar a liberarse de cualquier restricción. Una vez que las personas hayan sido liberadas de estas cosas, entonces no tendrán más preocupaciones. ¿Cuáles son ahora las preocupaciones de la mayoría de vosotros? Siempre estáis limitados por el estatus y preocupados constantemente por vuestras propias perspectivas. Siempre estáis pasando las páginas de las declaraciones de Dios, deseando leer los dichos sobre el destino de la humanidad y queriendo saber cuáles son vuestras perspectivas y cuál será vuestro destino. Te preguntas, “¿Realmente tengo alguna perspectiva? ¿Me los ha quitado Dios? Dios sólo dice que soy un contraste; ¿cuáles son entonces mis perspectivas?”. Es difícil para vosotros dejar de lado vuestras perspectivas y vuestro destino. Ahora sois seguidores, y habéis obtenido cierto entendimiento de esta etapa de la obra. Sin embargo, todavía no habéis dejado a un lado vuestro deseo de estatus. Cuando tu estatus es alto buscáis bien, pero cuando es bajo, dejáis de buscar. Las bendiciones del estatus siempre están en vuestra mente. ¿Por qué la mayoría de las personas no pueden desprenderse de la negatividad? ¿Acaso la respuesta invariable no es que se debe a las perspectivas sombrías? En cuanto se pronuncian las declaraciones de Dios, os apresuráis a ver cuáles son en realidad vuestro estatus y vuestra identidad. Priorizáis el estatus y la identidad, y relegáis la visión al segundo lugar. En el tercero está algo a lo que debéis entrar, y en el cuarto la voluntad actual de Dios. Primero consideráis si el título de Dios para vosotros como “contrastes” ha cambiado o no. Leéis y leéis, y cuando veis que se ha eliminado el título de “contraste”, os alegráis y dais profusamente las gracias a Dios y alabáis Su gran poder. Pero si veis que seguís siendo contrastes, de inmediato os disgustáis y se disipa el impulso en vuestro corazón. Cuanto más busques de esta forma, menos recogerás. Cuanto mayor sea el deseo de estatus en la persona, mayor será la seriedad con la que sea tratada y mayor refinamiento el que tendrá que experimentar. ¡La gente así no vale para nada! Tiene que ser tratada y juzgada lo suficiente como para que renuncie a estas cosas por completo. Si buscáis de esa manera hasta el final, nada recogeréis. Aquellos que no buscan la vida no pueden ser transformados, y aquellos que no tienen sed de la verdad no pueden ganarla. No te centras en buscar la transformación personal ni en la entrada, sino que en su lugar te concentras en deseos extravagantes y en las cosas que limitan tu amor por Dios y previenen que te acerques a Él. ¿Pueden transformarte esas cosas? ¿Pueden introducirte en el reino? Si el objeto de tu búsqueda no es la verdad, entonces más te valdría aprovechar esta oportunidad, regresar al mundo, y tener éxito. Perder el tiempo de esta forma no te merece realmente la pena; ¿por qué torturarte? ¿No es verdad que podrías disfrutar de todo tipo de cosas en el hermoso mundo? Dinero, hermosas mujeres, estatus, vanidad, familia, hijos, etc.; ¿no son estos productos del mundo las mejores cosas de las que podrías disfrutar? ¿De qué vale vagar por aquí, y buscar un lugar donde poder ser feliz? El Hijo del Hombre no tiene donde recostar Su cabeza; ¿cómo podrías tener tú, pues, un lugar de comodidad? ¿Cómo podría Él crearte un hermoso lugar de comodidad? ¿Es esto posible? Al margen de Mi juicio, hoy sólo puedes recibir enseñanzas sobre la verdad. No puedes obtener de Mí la comodidad ni tampoco el lecho de flores que tanto anhelas día y noche. No te concederé las riquezas del mundo. Si buscas de una forma genuina, entonces estoy dispuesto a darte la totalidad del camino de la vida, a que seas como un pez que regresa al agua. Si tu búsqueda no es genuina, lo retiraré todo. ¡No estoy dispuesto a entregar las palabras de Mi boca a aquellos que están ávidos de comodidad, que son como los perros y los cerdos!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Por qué no estás dispuesto a ser un contraste?

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