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Palabras diarias de Dios: La entrada en la vida | Fragmento 416

1,451 30/10/2020

Vosotros no le dais importancia a la oración en vuestra vida diaria. El hombre descuida el tema de la oración. Las oraciones solían ser superficiales, con el hombre simplemente haciéndolo mecánicamente. Ningún hombre nunca ha ofrecido completamente su corazón ante Dios ni se ha comprometido en la verdadera oración con Dios. El hombre oraba a Dios solo cuando surgían problemas. Durante todo este tiempo, ¿alguna vez has orado verdaderamente a Dios? ¿Alguna vez has derramado lágrimas de dolor delante de Dios? ¿Alguna vez has llegado a conocerte delante de Dios? ¿Alguna vez has tenido una oración íntima con Dios? La oración se logra por la práctica. Si por lo general no oras en casa, entonces no vas a tener manera de orar en la iglesia, y si por lo general no oras en las pequeñas reuniones, entonces no vas a ser capaz de orar en las grandes. Si normalmente no te acercas a Dios ni meditas Sus palabras, entonces no vas a tener nada que decir cuando sea hora de orar, e incluso si oras, solo estarás orando de boca para afuera; no será una oración verdadera.

¿Qué es la verdadera oración? Es decirle a Dios lo que hay en tu corazón, tener comunión con Dios al comprender Su voluntad, comunicarse con Dios a través de Sus palabras, sentirte especialmente cerca de Dios, sentir que Él está delante de ti y creer que tienes algo que decirle. Sientes que tu corazón está lleno de luz y lo encantador que es Dios. Te sientes especialmente inspirado y escucharte les da satisfacción a tus hermanos y hermanas. Sentirán que las palabras que hablas son las que están dentro de sus corazones, las que quieren pronunciar, como si tus palabras sustituyeran a las suyas. Esta es la verdadera oración. Después de que hayas orado verdaderamente, tu corazón estará en paz y conocerá la satisfacción. La fuerza para amar a Dios puede surgir y sentirás que no hay nada con más valor o significado en la vida que amar a Dios. Todo esto prueba que tus oraciones han sido efectivas. ¿Alguna vez has orado de esta manera?

¿Y qué hay en cuanto al contenido de la oración? Tu oración debería proceder, paso a paso, de acuerdo al verdadero estado de tu corazón y la obra del Espíritu Santo; llegas a tener comunión con Dios de acuerdo con Su voluntad y con lo que Él exige al hombre. Cuando comiences la práctica de la oración, primero entrégale tu corazón a Dios. No intentes entender la voluntad de Dios; solo trata de decirle a Dios las palabras que están dentro de tu corazón. Cuando te presentes delante de Dios, habla de la siguiente manera: “¡Oh, Dios! Hoy me acabo de dar cuenta de que solía desobedecerte. Soy realmente corrupto y despreciable. Solo he estado malgastando mi vida. A partir de hoy, voy a vivir para Ti, voy a vivir una vida que tenga sentido y voy a satisfacer Tu voluntad. Que Tu Espíritu siempre obre en mí, y que siempre me ilumine y esclarezca. Permíteme dar un testimonio fuerte y rotundo delante de Ti. Permite que Satanás vea Tu gloria, Tu testimonio y la prueba de Tu triunfo manifestada en nosotros”. Cuando ores de esta manera, tu corazón será completamente liberado. Después de haber orado así, tu corazón estará más cerca de Dios, y si puedes orar con frecuencia de esta manera, el Espíritu Santo inevitablemente obrará en ti. Si siempre clamas a Dios de esta manera, y tomas tu determinación delante de Él, llegará el día en que tu determinación sea aceptable delante de Dios, cuando Él gane tu corazón y todo tu ser, y finalmente Dios te haga perfecto. La oración es de suma importancia para vosotros. Cuando oras y recibes la obra del Espíritu Santo, Dios conmueve tu corazón y surge la fuerza para amar a Dios. Si no oras con el corazón, si no abres tu corazón para tener comunión con Dios, entonces Dios no va a tener forma de obrar en ti. Si, habiendo orado y dicho las palabras de tu corazón el Espíritu de Dios no ha empezado Su obra y no has recibido inspiración, entonces esto demuestra que tu corazón carece de sinceridad, que tus palabras no son ciertas y que siguen siendo impuras. Si, habiendo orado, tienes un sentido de satisfacción, entonces tus oraciones han sido aceptables para Dios y el Espíritu de Dios está obrando en ti. Como alguien que sirve delante de Dios, no puedes estar sin orar. Si verdaderamente ves la comunión con Dios como algo significativo y valioso, ¿podrías entonces abandonar la oración? Nadie puede estar sin comunión con Dios. Sin la oración, vives en la carne, en la esclavitud de Satanás; sin la oración verdadera, vives bajo la influencia de la oscuridad. Espero que vosotros, hermanos y hermanas, podáis orar verdaderamente todos y cada uno de los días. Esto no trata de cumplir las normas, sino de conseguir cierto resultado. ¿Estáis dispuestos a renunciar a un poco de sueño y disfrute para levantaros pronto para las oraciones matutinas y disfrutar las palabras de Dios? Si oras con un corazón puro comes y bebes las palabras de Dios de esta manera, le serás más aceptable a Él. Si todas las mañanas haces esto, si todos los días practicas dándole tu corazón a Dios, comunicándote y comprometiéndote con Él, entonces tu conocimiento de Él seguramente aumentará y estarás mejor capacitado para captar la voluntad de Dios. Dices: “¡Oh, Dios! Estoy dispuesto a cumplir mi deber. Consagro solamente a Ti todo mi ser con el fin de que Tú seas glorificado en nosotros, y de que puedas disfrutar del testimonio de este grupo de personas. Te suplico que obres en nosotros para que yo pueda ser capaz de amarte y satisfacerte verdaderamente y buscarte como mi meta”. Cuando tengas esta carga, con toda seguridad Dios te perfeccionará. No deberías orar solo por tu bien sino también para hacer la voluntad de Dios y amarlo a Él. Esta es la clase de oración más verdadera. ¿Eres alguien que ora por hacer la voluntad de Dios?

En el pasado, no sabíais cómo orar y pasabais por alto el tema de la oración. Ahora debéis hacer todo lo que podáis por entrenaros para orar. Si no puedes reunir las fuerzas dentro de ti para amar a Dios, entonces ¿cómo oras? Dices: “¡Oh, Dios! Mi corazón es incapaz de amarte verdaderamente. Quiero amarte, pero me falta fuerza. ¿Qué debo hacer? Abre mis ojos espirituales, y que Tu Espíritu conmueva mi corazón. Haz que, cuando venga ante Ti, me deshaga de todo lo que es negativo, que deje de estar limitado por cualquier persona, cuestión o cosa y que ponga al descubierto completamente mi corazón delante de Ti y haz que pueda ofrecer todo mi ser delante de Ti. Como sea que me pruebes, estoy listo. Ahora bien, no les presto ninguna atención a mis perspectivas de futuro ni estoy bajo el yugo de la muerte. Con un corazón que te ama, deseo buscar el camino de la vida. Todas las cosas, todo está en Tus manos; mi destino está en Tus manos y, mi propia vida está en Tus manos. Ahora, trato de amarte e, independientemente de si me dejas amarte, independientemente de cómo interfiera Satanás, estoy decidido a amarte”. Cuando te encuentras con este problema, ora de esta manera. Si lo haces así todos los días, la fuerza para amar a Dios crecerá poco a poco.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca de la práctica de la oración

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