La esencia de Dios tiene amor y compasión por todos los hombres.
Pero las personas han olvidado que Su esencia tiene dignidad.
El amor de Dios no significa
que el hombre puede ofenderlo o provocarlo,
y Su compasión no significa que
Él no trata a las personas según Sus principios.
Dios está vivo, es real.
Debemos escuchar siempre Su voz
y observar de cerca Su actitud.
No lo definas con conceptos humanos,
ni le impongas pensamientos
para que trate al hombre como el hombre lo hace.
Actuar así enfada a Dios,
cuestiona Su dignidad y tienta Su ira.
Deben saber cuán serio es esto.
Dios les insta a cada uno
a comportarse con cuidado y a que cuiden lo que dicen.
Respecto a cómo tratas a Dios,
cuánto más prudente seas, mejor es para ti.
Cuando no entiendes la actitud de Dios,
no actúes ni hables a la ligera.
No pongas etiquetas sin pensar.
No saques conclusiones apresuradas.
En vez, aprende a esperar y a buscar,
eso muestra que temes a Dios y rechazas el mal.
Si puedes conseguir esto y si tienes esta actitud,
entonces Dios no te culpará de tu necedad e ignorancia,
o de que no entiendas por qué suceden las cosas.
Ya que temes ofender a Dios,
respetas lo que quiere y lo obedeces,
Dios siempre será tu guía, te recordará y esclarecerá.
Tolerará tu ignorancia y entenderá que tienes que crecer.
Pero si no lo respetas y lo juzgas, adivinas y defines Sus ideas,
Dios te condenará y castigará, o dirá algo sobre tu desenlace.
Dios quiere enfatizar:
ten cuidado con lo que viene de Dios,
ten cuidado con lo que dices o haces.
Piensa antes de hablar:
¿Acaso lo que digo enfadará a Dios?
¿Acaso estoy respetando a Dios?
Incluso con lo trivial,
intenta ponderar estas preguntas y piensa sobre ellas.
Si siempre practicas estos principios,
sobre todo cuando no entiendes algo,
Dios siempre te guiará por una senda.
de Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos