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He encontrado el valor de la honestidad en el trabajo

“Oye, Wang, no es de extrañar que apenas ganes dinero en tu negocio! Trabajaste tan duro para arreglar esa moto en este instante, pero cobraste una miseria por el trabajo. “Si hubiera sido yo, le habría puesto una nueva pieza para arreglar el problema y ganar un poco más de dinero”.

“Es cierto: no te estoy criticando, es solo que eres demasiado obstinado. Como dicen: ‘Un hombre sin un segundo ingreso nunca se hará rico, al igual que un caballo que no ha comido heno en la noche nunca subirá de peso’, y ‘No importa que un gato sea blanco o negro mientras cace ratones’. Si quieres ganar dinero en los negocios, tienes que pensar de manera flexible. El simple hecho de confiar en tus habilidades y buenas intenciones no te traerá dinero. Nuestra sociedad actual gira en torno al dinero: el dinero habla y, sin él, nadie te dará ni la hora del día”.

Era tarde en la noche, todo estaba calmado, y yo daba vueltas en la cama sin poder dormir. No podía dejar de pensar en lo que los otros dueños de las tiendas me habían dicho. Había estado muy ocupado desde que abrí mi tienda de reparación y venta de vehículos eléctricos. Pensé que con mis habilidades y buena ética en los negocios, definitivamente ganaría algo de dinero. Pero para mi sorpresa, el dinero que ganaba apenas me alcanzaba para mantener a mi familia, mientras que todos los que estaban en el mismo negocio podían construir una casa y comprar un auto nuevo. Yo era el único que me he quedado en el mismo nivel. “Ellos tienen razón”, pensé. “Si no hago algunas trampas, nunca ganaré más dinero. Tal parece que necesito ponerme al día con los tiempos....”

Liberación de la Libertad

Decido seguir la corriente para ganar dinero

Un día llegó un cliente con una motocicleta que necesitaba reparar. Vi que el carburador tenía una fuga de combustible, pero cuando lo quité para arreglarlo, pensé en lo que esos tipos me habían dicho acerca de ponerle uno nuevo. Empecé a moverme un poco más despacio y me puse muy nervioso, preguntándome: “¿Lo reparo, o lo cambio?”. Si lo reparara, solo podía cobrar 10 yuanes por el trabajo, pero si ponía uno nuevo, ganaría varias veces esa suma.

Pero ¿y qué si el cliente lo descubría? Eso no era muy probable, es lo que todos los demás hacen y nunca tienen problemas, y si yo siguiera haciendo negocios de esta manera, ¿cuándo ganaría dinero de verdad? Pensé en aceptar esta vez la sugerencia de mis colegas. Aplaqué el miedo en mi corazón, fingí calma y le dije al cliente: Señor, el carburador está roto. Necesito cambiarlo”. Y él aceptó de buena gana. Una vez que se marchó, sentí una sensación de que no podía expresar con palabras. ¿No era eso estafar a la gente? Pero vi ese billete de cien yuanes en mi mano y pensé que ahora todo el mundo es así, y si yo no seguía esta tendencia, nunca podría amasar una fortuna. Sentí que no tenía más remedio que seguir así.

Una vez, un cliente quiso comprar una moto de marca, y aunque era buena, yo ganaría 500 o 600 yuanes menos que si le vendía una moto diferente. Hice todo lo que pude para recomendar una de las marcas que no eran de mi agrado y poder obtener una mejor ganancia.·Si le pones una batería más grande a esta, irá a más de 100 kilómetros por hora. Te costará menos y podrás llegar muy lejos: así, matarías dos pájaros de un solo tiro”. El cliente no sabía mucho y terminó dejándose engañar para comprar la moto que le recomendé. Una vez que se marchó, me reproché a mí mismo, pero luego cambié de opinión, pensando que aunque no le hubiera mentido, cualquier otra tienda a la que fuera habría hecho lo mismo que yo. No me sentí muy mal. Así que, poco a poco, me fui sintiendo cómodo obrando de esa manera y aprendí a evaluar a la gente, a mentir, y poco a poco perdí las buenas intenciones con las que había empezado.

Con el tiempo, mi billetera se hizo más abultada y yo estaba viviendo con mucha comodidad, pero en realidad no me sentía feliz. A veces, cuando pensaba en las cosas turbias que hacía, sentía una sensación de temor que no podía definir con palabras; siempre tuve miedo de recibir mi merecido. Pero lo más preocupante era que al ver las ganancias, cuando quise contenerme, no pude hacerlo.

Perdido y con dolor, escucho el Evangelio

Justo cuando estaba cayendo en el mal y era incapaz de liberarme, mi esposa compartió el evangelio del reino conmigo y me leyó un par de pasajes de las palabras de Dios: “Mi reino necesita a los que son honestos, no hipócritas ni engañosos. ¿Acaso las personas sinceras y honestas no son impopulares en el mundo? Yo soy justo lo opuesto. Es aceptable que las personas honestas vengan a Mí; me deleito en esta clase de personas, también necesito a esta clase de personas. Esto es precisamente Mi justicia”. “Comportarte como un ser humano normal es hablar con coherencia. Sí significa sí, no significa no. Sé fiel a los hechos y habla apropiadamente. No hagas trampa, no mientas”.

Luego añadió: “Después de haber sido corrompidos por Satanás, nos volvemos realmente egoístas y tramposos por naturaleza; mentimos y engañamos para nuestro propio beneficio, y ni siquiera tenemos escrúpulos. No nos parecemos en nada a las personas honestas. Dios nos ha dicho que le gusta la gente honesta y que Él exige que seamos honestos. Tenemos que ser honestos, ya sea en nuestras interacciones con los demás o cuando hacemos negocios: debemos llamar a las cosas por su nombre y hacer negocios con honestidad. Es la única manera de obtener las bendiciones y la aprobación de Dios, y de tener paz y tranquilidad en nuestros corazones. Piensa en la época en que abrimos este negocio; éramos totalmente honestos con todos, y nos aferramos al hecho de ser buenas personas. Pero cuando vimos que ser tan honrados no nos daba dinero, empezamos a usar métodos turbios, tratando intensamente de engañar a los clientes. Aunque empezamos a ganar más dinero, Dios está disgustado con nosotros y esa es la razón por la cual nunca nos hemos sentido a gusto y hemos estado viviendo doloridos”.

Estuve completamente de acuerdo con las palabras de mi esposa. Me dije a mí mismo: “¡Es cierto! Desde que empecé a engañar a la gente en mi negocio, he tenido una sensación de incomodidad e incluso he estado preocupado de que aquello que he lanzado y se devuelva en mi contra. Mi vida ha sido dolorosa. Resulta que a Dios le gusta la gente honesta, y ser honesto es la única manera de tener paz y tranquilidad en mi corazón”. La salvación de Dios es como un rayo de luz en la oscuridad, que me permite encontrar mi camino hacia adelante. A partir de entonces me uní a mi esposa en su fe, leí las palabras de Dios todos los días y viví una vida dedicada a la Iglesia.

Allí vi que todos los hermanos y hermanas buscaban ser personas honestas; eran muy sinceros en sus palabras y acciones, y todos eran sencillos y abiertos sobre cualquier asunto. Todos eran muy cercanos; comparado con el mundo exterior, era como el día y la noche. Me convencí aún más de que había encontrado el camino correcto en la vida y de que ser una persona honesta según las exigencias de Dios era el objeto de mi búsqueda. Sin embargo, no sabía que había sido profundamente corrompido por Satanás, y que ser una persona honesta no era tan simple como lo había imaginado....

Conocer la verdad, pero impotente para practicarla

Una vez, un anciano llevó su pedicabina eléctrica a la tienda para que yo la arreglara. Vi que la batería se había sobrecargado y que el cable del mando estaba oxidado. Me dije a mí mismo: “En este tipo de situación, arreglarla le dará un poco de tiempo al propietario, pero no durará mucho. Si la arreglo hoy y más tarde se vuelve a romper, probablemente irá a otro taller para que le cambien las piezas. Entonces, ¿no me perdería ese dinero? Si cambio estas dos piezas ganaré 300 yuanes más, así que debería hacerlo, ¿verdad?” Pero apenas recordé que a Dios le gustan las personas honestas, dudé de esto y pensé en explicarle claramente la situación y arreglarle su vehículo. Pero luego mi mente volvió a esos 300 yuanes y sentí una picazón dentro de mí. Decidí ser una persona honesta. Le dije: “Señor, su batería está rota, y también su mando. Necesita cambiar ambos, serán unos pocos cientos de yuanes”. Al oír esto, el anciano dudó un momento y luego empujó su pedicabina hacia afuera. Unos días más tarde regresó y dijo con expresión enfadada: “Joven, Dios puede ver todo lo que hacemos. ¡Debemos tener conciencia como personas! Cuando estuve aquí, dijiste que arreglar mi pedicabina costaría cientos de yuanes, pero más tarde fui a ver a alguien que conozco, y me la arregló por solo 10 yuanes. Todavía la estoy usando y está en perfectas condiciones”. Sus palabras fueron como una bofetada en mi cara. Me puse rojo como una remolacha y quise que la tierra me tragara. Comprendí que Dios había permitido que esto me sucediera, así que oré rápidamente a Dios y me arrepentí: “Dios, me equivoqué. Realmente quiero ser una persona honesta de una manera disciplinada, pero cuando pienso en las ganancias, no puedo hacerlo. Dios, ayúdame por favor y guíame para poder vivir de acuerdo a Tus palabras”.

Más tarde, leí este pasaje de las palabras de Dios: “En el pasado, las personas dirigían su negocio de un modo que no engañaba ni a viejos ni a jóvenes, y que vendían artículos al mismo precio, independientemente de quién comprara. ¿No se transmite aquí un indicio de conciencia y humanidad? Cuando las personas usaban esta clase de credo en la dirección de su negocio, esto muestra que seguían teniendo alguna conciencia y humanidad en ese tiempo. Pero con la exigencia del hombre de niveles de dinero en aumento, sin darse cuenta, las personas llegaron a amar cada vez más el dinero, la ganancia y el placer. ¿Llegaron, pues, a considerar el dinero como lo más importante? Cuando las personas ven el dinero como más importante, inconscientemente descuidan su reputación, su renombre, su prestigio e integridad; desatienden todas estas cosas, ¿no es así? Cuando te metes en negocios, ves a otra persona que toma diferentes acercamientos y usando diversos medios para estafar a las personas y hacerse rico. Aunque el dinero ganado son ganancias deshonestas, cada vez son más y más ricos. Se implican en el mismo negocio que tú, pero toda su familia disfruta de la vida más que tú y te sientes mal, y protestas: ‘¿Por qué no puedo yo hacer esto? ¿Por qué no puedo ganar tanto como ellos? Tengo que pensar en una forma de hacer más dinero, de que mi negocio prospere’. A continuación, meditas en esto. Según la forma habitual de hacer dinero, el no engañar ni al viejo ni al joven, y vender las cosas al mismo precio para todos, el dinero que consigues es en buena conciencia, pero no puede hacerte rico pronto. Sin embargo, bajo la urgencia de hacer beneficio, tu pensamiento experimenta una transformación gradual. Durante ella, tus principios de conducta también empiezan a cambiar. […] Sin darse cuenta, aprueba esta conducta engañosa y la acepta. Dentro de la inconsciencia, asume que el engaño es una conducta comercial legítima y el medio más útil para su supervivencia y su vida; piensa que actuando así puede hacerse rico enseguida. Al principio de este proceso, las personas no pueden aceptar este tipo de comportamiento, menosprecian esta conducta y esta forma de hacer las cosas, después experimentan esta conducta, de forma personal; y la prueban a su manera, y su corazón empieza a transformarse poco a poco. ¿Cuál es, pues, esta transformación? Es una aprobación y la admisión de esta corriente, una admisión y aprobación de esta idea infundida en ti por la tendencia social. Sin saberlo, sientes que si no engañas en los negocios sufrirás pérdidas, habrás perdido algo. Inconscientemente, este engaño se convierte en tu alma misma, tu pilar y también en un tipo de comportamiento que es una norma indispensable para tu vida”.

Las palabras de Dios realmente tocaron profundamente mi corazón, y solo entonces supe por qué me había vuelto mañoso, embustero, y tramposo por naturaleza. Yo sabía muy bien que a Dios le gusta la gente honesta, pero no podía practicar ese aspecto de la verdad. Y todo se debía a que yo había sucumbido hace mucho tiempo a todas esas leyes satánicas y omnipresentes de supervivencia, tales como “El dinero hace girar el mundo,” “El Cielo destruye a los que no buscan sus propios intereses,” “Un hombre sin un segundo ingreso nunca se hará rico, al igual que un caballo que no ha comido heno en la noche nunca subirá de peso,” y “No importa que un gato sea blanco o negro mientras cace ratones”. Yo estaba viviendo de acuerdo con esas leyes de supervivencia; me había vuelto egoísta y despreciable, y anteponía el beneficio personal a todo lo demás. Le asigné tanta importancia al dinero que estaba dispuesto a tirar por la borda mi carácter y mi dignidad, y era solapado y engañaba a los demás solo para ganar más dinero. Siempre estaba evaluando a mis clientes y engañándolos. Había perdido gradualmente mi conciencia y la condición de ser una buena persona; lo que estaba viviendo era enteramente la semejanza de Satanás, carente de toda humanidad y razón.

Pensé en cómo empecé a hacer negocios de una manera muy honesta. No cambiaba piezas de cualquier cosa que pudiera arreglar, y cuando algo realmente necesitaba cambiarse, cobraba un precio razonable. Pero cuando vi que después de trabajar así durante varios años, apenas ganaba un poco de dinero, mientras que los dueños de las otras tiendas se habían enriquecido luego de estafar y hacer faroles, me sentí disgustado. Frente a la tentación del dinero y sus consejos, adopté también el enfoque de “Un hombre sin un segundo ingreso nunca se hará rico, al igual que un caballo que no ha comido heno en la noche nunca subirá de peso”, pensando en el dinero como por encima de todo, y que tener dinero equivalía a tenerlo todo. Así que para conseguir más dinero, ignoré mi conciencia y empecé a hacer trampas, a cambiar piezas de vehículos que podía arreglar y a intentarlo todo para que los clientes compraran vehículos de bajo precio, con altos beneficios para mí. Aunque terminé ganando más dinero, sentí miedo en mi corazón, y me preocupó que pudiera recibir un castigo por hacer todas esas cosas en contra de mi conciencia. Quería dejar de hacerlo, pero no podía, y estaba viviendo una pugna muy dolorosa. Entonces comprendí que mi vida había sido muy desagradable porque había recurrido a pensamientos y perspectivas erróneas. Una vez que comprendí eso, decidí que definitivamente rompería los lazos con Satanás y dejaría de vivir de acuerdo a la filosofía satánica, haciendo trampas y engañando a otros para mi propio beneficio. Cumpliría las palabras de Dios, sería una persona honesta, viviría con santo decoro y daría testimonio de Él.

Siendo una persona honesta de acuerdo a las palabras de Dios y recuperando mi ética inicial

Un día, un cliente vino a que le arreglaran una pedicabina eléctrica grande de cuatro plazas y, después de inspeccionarla, vi que el mando no estaba bien. Este tipo de mando cuesta al menos 500 yuanes y el circuito es diferente al de otras pedicabinas. Además, las líneas que se conectan a la cerradura eléctrica son difíciles de conseguir. Pedí un mando a medida solo para ese vehículo y pasé más de un día haciendo que los cables se ajustaran correctamente a la cerradura eléctrica, y después de instalarlo le puse también un nuevo agarre al acelerador. Lo probé y todo funcionó bien. Y luego pensé, “¿Podría ser que no fue el mando lo que se rompió, sino el acelerador?” Así que volví a colocar el mando original con un nuevo puño para el acelerador, ¡y la pedicabina funcionó bien! Estaba teniendo una batalla interna en ese momento. Pensé: “Le dije que iba a instalar un nuevo mando, y además, el dueño tiene mucho dinero. Dijo que mientras estuviera arreglado, no le importaba cuánto costara. Tengo un mando personalizado solo para esa pedicabina, que no será fácil de devolver después de haberla usado. Además, he trabajado más de un día para ponerla en marcha. Si no pongo el nuevo mando, ganaré menos de 100 yuanes en mano de obra como máximo. ¡Eso sería una gran pérdida! Tal vez debería cambiarlo de todos modos. En cualquier caso, al tipo no le importa el dinero; sería un desperdicio no ganar esa suma”. Cuando decidí hacerlo, me reproché fuertemente, y me di cuenta de que otra vez iba a hacer algo deshonesto para mi propio beneficio, así que oré a Dios. En medio de mi búsqueda, pensé en un pasaje de las palabras de Dios: “Debéis saber que a Dios le gusta el hombre honesto. Dios posee la esencia de la fidelidad, y por lo tanto siempre se puede confiar en Su palabra. Más aún, Sus acciones son intachables e incuestionables. Es por esto por lo que a Dios le gustan aquellos que son absolutamente honestos con Él”.

Reflexioné sobre las palabras de Dios y realmente experimenté las sinceras intenciones de Dios. Su esencia es la fidelidad; lo que Él dice y hace es increíblemente sincero y confiable. A Dios le gusta la gente honesta, porque la gente honesta puede hacer las cosas basada en su conciencia, mientras que sin importar lo que hagan, la gente embustera actúa según su propio beneficio y no se detienen ante nada, e incluso en su fe realizan transacciones con Dios. Es por eso que las personas embusteras tienen una humanidad pobre y Dios no las salvará. Creo en Dios ahora, así que si continúo engañando a la gente solo por las ganancias, ¿en qué me diferencio de una persona que no sea creyente? Sabía que no podía continuar con mi manera incorrecta de proceder, pero tenía que dejar de lado mis propios intereses y poner en práctica la verdad; tenía que ser una persona honesta que le agradara a Dios. Después de pensar en todo esto, le expliqué la situación al cliente y solo le cobré por la mano de obra y el agarre del acelerador. Él quedó encantado. Dejé escapar un largo suspiro, me sentí muy tranquilo y a gusto en mi corazón, y sentí que es maravilloso ser una persona abierta y honesta. Gracias a Dios, en los días que siguieron adquirí más y más confianza en la búsqueda de la verdad y en el hecho de ser una persona honesta, y ya fuera reparando o vendiendo vehículos, lo haría ante Dios y aceptaría Su escrutinio. Solo ganaba el dinero que podía ganar con mi conciencia tranquila, y recuperé ese sentimiento de tranquilidad y paz en lo más profundo de mi corazón.

Un día, una señora mayor vino a mi tienda a comprar una moto. Preguntó por el precio luego de elegir una. Le dije la verdad, que eran 2.800 yuanes y ella dijo complacida: “Claro que sí, eres honesto. La compraré. No estoy bromeando, he ido a otras tiendas y el primer precio que piden es cientos de yuanes más que eso. Un amigo me dijo que eres muy honesto y que no engañas a tus clientes; por eso vine. Ahora veo que es verdad”. Agradecí a Dios en mi corazón cuando la escuché decir eso. Fueron enteramente las palabras de Dios las que me cambiaron, permitiéndome vivir un poco de una verdadera semejanza humana. Lo que realmente me sorprendió fue que una vez que dejé de usar tácticas engañosas en mi negocio, en realidad prosperó más y más y pronto tuve muchos clientes. Muchos de ellos me buscaban por mi reputación. Me di cuenta de que el secreto de un negocio próspero está en ser una persona honesta.

¡Agradezco a Dios porque gracias a la orientación de Sus palabras, puedo saborear la alegría de ser una persona honesta y he sentido una tranquilidad y alegría en mi corazón que el dinero nunca podría comprar. Gracias a Dios por alejarme de las cadenas del dinero y las ganancias; he aprendido a ser una persona honesta. ¡Que toda la gloria sea para Dios!

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