¿Podemos ser arrebatado al reino celestial reconociendo al Señor con la boca y creyendo en Él con el corazón?
Hoy en día, los terremotos, incendios, inundaciones, plagas de insectos, epidemias y otros desastres son cada vez más grandes y solo en las últimas semanas el nuevo coronavirus se ha extendido por todo el mundo. Ante estos desastres, muchos creyentes piensan que, habiendo aceptado la salvación de la cruz del Señor Jesús, mientras reconozcan al Señor con sus bocas y crean en Él en sus corazones, entonces serán salvados. Creen que mientras oren y lean la Biblia y tengan fe en el Señor, entonces el Señor los protegerá de los desastres y serán inmediatamente levantados al reino de los cielos cuando Él regrese, porque como dice la biblia: “Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10). ¿Pero es esta creencia realmente correcta? ¿Concuerda con la voluntad del Señor? Exploremos esto juntos.
¿Podemos ser elevados al reino celestial a través de la justificación por la fe?
Creemos que podemos ser justificados por nuestra fe, que podemos ser salvos por nuestra fe, y que con leer la Biblia y orar con frecuencia, seremos llevados al reino de los cielos. Pero, ¿alguna vez dijo el Señor Jesús tal cosa? Si esta creencia estaba de acuerdo con la voluntad del Señor, ¿por qué entonces dijo Él: “No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?». Y entonces les declararé: «Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad»” (Mateo 7:21-23). Podemos ver en las palabras del Señor que algunos de los que reconocen al Señor Jesús con la boca y creen en Él en su corazón, que leen la Biblia, oran, y se gastan y sufren por el Señor, son malhechores, porque estas personas hacen el mal y se resisten a Dios, finalmente serán abandonadas y eliminadas por Él, y no podrán entrar en Su reino. El Señor Jesús nos dijo claramente que aquellos que entren en el reino de los cielos deben ser aquellos que hagan la voluntad del Padre celestial, es decir, aquellos que sigan el camino de Dios, que desechen el pecado y sean capaces de someterse a Dios, amar a Dios y reverenciar a Dios. Por lo tanto, debemos preguntarnos: aunque parezca que hacemos muchas buenas obras, ¿hemos desechado el pecado y alcanzado la purificación? De hecho, todavía somos capaces de pecar involuntariamente y luego confesarnos, y somos incapaces de seguir las palabras de Dios, entonces, ¿podría el Señor alabar a personas como nosotros? Por lo tanto, es evidente que la creencia de que seremos protegidos de los desastres y finalmente seremos llevados al reino de los cielos porque reconocemos al Señor con nuestra boca, creemos en Él en nuestro corazón, leemos la Biblia y oramos mucho, es incorrecta.
Había una historia de fondo del Señor Jesús realizando Su obra de redención. En la Era de la Ley, Jehová Dios estableció las leyes y los mandamientos para el hombre y guió a la naciente humanidad en sus vidas en la tierra. Pero el hombre se volvió cada vez más incapaz de cumplir las leyes y corría el peligro de ser condenado a muerte por las leyes. La gente de esa época oró a Dios y le suplicó deseando que llegara una ofrenda eterna por el pecado. Para salvar a la humanidad, por lo tanto Dios se encarnó en la forma del Señor Jesús y fue crucificado para redimirnos a nosotros los pecadores. Lo hizo para que, debido a nuestra fe en el Señor Jesús, ya no fuéramos condenados por las leyes y pudiéramos orar directamente a Dios y disfrutar de la abundante gracia que Dios nos otorga. Esto es lo que significa ser salvado, ser justificado por la fe.
Sin embargo, la obra de redención que el Señor Jesús hizo en aquel entonces se basó en las necesidades de la gente de ese tiempo, y lo que fue perdonado fueron nuestros pecados de ir en contra de las leyes y los mandamientos; lo que no fue perdonado fueron nuestras naturalezas pecaminosas. Es decir, nuestras naturalezas satánicas como la arrogancia, el egoísmo y el engaño permanecieron profundamente arraigadas en nosotros. Bajo el control de nuestra naturaleza pecaminosa, por lo tanto, con frecuencia no podemos evitar pecar y resistir a Dios. Tomemos como ejemplo la honestidad. En algunos pequeños asuntos podemos evitar decir mentiras, pero en el momento en que algo infringe nuestros intereses vitales, somos incapaces de poner en práctica el ser una persona honesta, e incluso podemos distorsionar los hechos en nuestro discurso; en nuestras interacciones con los demás, aunque podamos parecer humildes y nos llevemos bien con los demás, tan pronto como nuestros intereses se ven amenazados, podemos llegar a ser celosos y rechazar a los demás, e incluso podemos guardar rencor; cuando nos gastamos por el Señor y podemos recibir las bendiciones de Dios, podemos gastarnos enérgicamente, pero tan pronto como no nos sentimos bendecidos, nos volvemos negativos y débiles, ya no nos gastamos por el Señor tan vigorosamente y podemos incluso culpar a Dios y discutir con Él en nuestros corazones. Estos son sólo algunos ejemplos de cómo podemos pecar y resistir a Dios bajo el control de nuestra naturaleza pecaminosa. El Señor Jesús ha dicho muy claramente: “En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre” (Juan 8:34-35). Está registrado en 1 Pedro 1:15-16: “Sino que así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque Yo soy santo”. Y las palabras de Dios dicen: “Debes saber qué tipo de personas deseo; los impuros no tienen permitido entrar en el reino, ni mancillar el suelo santo. Aunque puedes haber realizado muchas obras y obrado durante muchos años, si al final sigues siendo deplorablemente inmundo, entonces ¡será intolerable para la ley del Cielo que desees entrar en Mi reino! Desde la fundación del mundo hasta hoy, nunca he ofrecido acceso fácil a Mi reino a cualquiera que se gana mi favor. Esta es una norma celestial ¡y nadie puede quebrantarla!”. “Un pecador como vosotros, que acaba de ser redimido y que no ha sido cambiado ni perfeccionado por Dios, ¿puede ser conforme al corazón de Dios? Para ti, que aún eres del viejo ser, es cierto que Jesús te salvó y que no perteneces al pecado gracias a la salvación de Dios, pero esto no demuestra que no seas pecador ni impuro. ¿Cómo puedes ser santo si no has sido cambiado? En tu interior, estás cercado por la impureza, egoísta y miserable, pero sigues deseando descender con Jesús; ¡qué suerte tendrías! Te has saltado un paso en tu creencia en Dios: simplemente has sido redimido, pero no has sido cambiado. Para que seas conforme al corazón de Dios, Él debe realizar personalmente la obra de cambiarte y purificarte; si sólo eres redimido, serás incapaz de alcanzar la santidad. De esta forma no serás apto para participar en las buenas bendiciones de Dios, porque te has saltado un paso en la obra de Dios de gestionar al hombre, que es el paso clave del cambio y el perfeccionamiento. Tú, un pecador que acaba de ser redimido, eres, por tanto, incapaz de heredar directamente la herencia de Dios”. Podemos ver por estas palabras que Dios es santo, por lo que primero debemos ser purificados antes de entrar en el reino de los cielos. Los que cometen pecados son los sirvientes del pecado y ningún esclavo puede entrar en el reino de Dios. Es decir, porque los que sólo aceptan la redención del Señor Jesús, que se salvan por ser justificados por su fe y que reconocen al Señor con su boca no han sido purificados en sus caracteres corruptos, siguen sin ser aptos para entrar en el reino de los cielos; esto está determinado por el justo carácter de Dios. Si a las personas que aún son capaces de pecar y resistir a Dios se les permitiera entrar en el reino de los cielos, ¿cuáles serían las consecuencias? ¿No haría Satanás acusaciones? ¿No se opondrían tales personas en el reino de los cielos a Dios como lo hizo el arcángel en el principio? ¿Cómo podría Dios permitir que sucedieran tales cosas? Por lo tanto, necesitamos que el Señor venga de nuevo para realizar una nueva obra para limpiarnos de nuestros pecados, ya que sólo entonces seremos aptos para entrar en el reino de Dios.
El camino para ser alabado por Dios y entrar en el reino de los cielos
Hay antiguas profecías en la Biblia sobre el camino para dejar de pecar y entrar en el reino de Dios. Echemos un vistazo y veamos qué dice la Biblia: “Así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan” (Hebreos 9:28). “Porque ni aun el Padre juzga a nadie, sino que todo juicio se lo ha confiado al Hijo, […] y le dio autoridad para ejecutar juicio, porque es el Hijo del Hombre” (Juan 5:22-27). “El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final” (Juan 12:48). Y 1 Pedro 4:17 dice: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios”. Y también Juan 17:17 dice: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad”. Podemos ver en estos versículos que cuando el Señor regrese en los últimos días, se hará carne de nuevo para expresar la verdad y realizar la obra del juicio comenzando por la casa de Dios. Con la verdad, Él juzgará y purificará a todos los que se presenten ante Él de una vez por todas, y purificará a estas personas de sus pecados y los hará aptos para entrar en el reino de Dios: esta es la salvación en los últimos días que Dios ha preparado para nosotros. Solo aceptando la salvación de Dios en los últimos días y sometiendonos a Su juicio podemos ser salvados para siempre y ser purificados por Dios.
En los últimos años, de todas las grandes plataformas online, sólo la Iglesia de Dios Todopoderoso ha testificado constantemente que el Señor Jesús ha vuelto como el Dios Todopoderoso encarnado. Dios Todopoderoso ha expresado todas las verdades que pueden permitirnos alcanzar la salvación y entrar en el reino de los cielos, y está llevando a cabo la obra de juicio comenzando por la casa de Dios para purificarnos y salvarnos. Este es el cumplimiento preciso de las profecías citadas anteriormente que mencionan al Hijo del hombre viniendo a hacer la obra del juicio y usando la palabra de los últimos días para juzgar al hombre. Leyendo las palabras de Dios Todopoderoso, aprendemos cómo el Señor realizará la obra del juicio que nos permitirá alcanzar la salvación y entrar en el reino de los cielos cuando regrese. Dios Todopoderoso dice: “En los últimos días, Cristo usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para exponer la sustancia del hombre y para analizar minuciosamente sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tales como el deber del hombre, cómo el hombre debe obedecer a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como la sabiduría y el carácter de Dios, etc. Todas estas palabras están dirigidas a la sustancia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre desdeña a Dios se refieren a que el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al emprender Su obra del juicio, Dios no aclara simplemente la naturaleza del hombre con unas pocas palabras; la expone, la trata y la poda a largo plazo. Estos métodos de exposición, de trato y poda no pueden ser sustituidos con palabras corrientes, sino con la verdad de la que el hombre carece por completo. Solo los métodos de este tipo pueden llamarse juicio; solo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido de la sumisión a Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios”. “Por medio de esta obra de juicio y castigo, el hombre llegará a conocer plenamente la esencia inmunda y corrupta de su interior, y podrá cambiar completamente y ser purificado. Sólo de esta forma puede ser el hombre digno de regresar delante del trono de Dios. Toda la obra realizada este día es con el fin de que el hombre pueda ser purificado y cambiado; por medio del juicio y el castigo por la palabra, así como del refinamiento, el hombre puede desechar su corrupción y ser purificado”.
Podemos ver de estas palabras que la obra de juicio que Dios Todopoderoso hace para purificar y salvar al hombre en los últimos días se logra principalmente a través de la expresión de varios aspectos de la verdad. En los últimos días, Dios expresa verdades dirigidas a nuestros estados corruptos y a las formas en que nos comportamos mientras vivimos en pecado. Yendo directo al corazón del asunto, Él expone nuestra sustancia corrupta y nuestras naturalezas satánicas opuestas a Dios, naturalezas como la arrogancia, el engreimiento, el egoísmo, la ignorancia, la torpeza, el engaño, el estar hartos de la verdad y el traicionar a Dios, etc. Al hacerlo, nos permite entender todos los comportamientos pecaminosos que manifestamos mientras estamos bajo el control de nuestras naturalezas satánicas, y ver que todavía somos capaces de resistir involuntariamente a Dios y que no estamos viviendo ninguna semejanza de un ser humano. Al mismo tiempo, Dios arreglará todo tipo de situaciones para tratar de refinarnos, para tratar con nosotros y podarnos. Por ejemplo, cuando somos arrogantes y engreídos, cuando nos aferramos a nuestras propias opiniones y nos negamos a escuchar las sugerencias de los demás, e incluso perdemos los estribos cuando otras personas no hacen lo que queremos, Dios inspirará a los hermanos y hermanas a tratar con nosotros y podarnos y utilizar las palabras de Dios para revelar nuestras corrupciones, para que podamos entender cosas como lo que sucederá si seguimos así, y para que podamos reflexionar y llegar a conocernos a nosotros mismos. Si aún no enmendamos nuestros caminos, Dios arreglará algunas situaciones para bloquear nuestro camino y hacer que nuestros espíritus se vuelvan oscuros. En momentos como estos, nos presentamos ante Dios para orar y buscar y entonces somos capaces de entender que estamos viviendo por nuestra naturaleza arrogante y engreída, que estamos tomando lo que nosotros mismos pensamos que es la verdad, y que estamos haciendo que los demás nos obedezcan y se sometan a nosotros. Llegamos a entender que esta es la naturaleza del arcángel y que si no cambiamos ciertamente seremos eliminados por Dios. Cuando llegamos a este entendimiento, sentimos que estamos siendo refinados en nuestro interior y percibimos profundamente que el carácter de Dios no tolera ninguna ofensa. Entonces empezamos a postrarnos en el suelo, orando y arrepintiéndonos ante Dios, sintiéndonos indignos de vivir ante Dios, odiándonos a nosotros mismos, y resolviendo abandonar nuestros caracteres corruptos. Cuando queremos practicar la verdad e ir en busca del camino del cambio, Dios nos ilumina y nos guía para entender de Sus palabras lo que requiere, y nos muestra el camino de la práctica. También nos hace entender que Él organiza las situaciones para nosotros con el fin de purificarnos y cambiarnos y detrás de todo esto está la buena voluntad de Dios. Esto nos permite sentir Su amor y belleza, y tenemos más confianza para buscar la verdad, buscar el cambio en nuestros caracteres, librarnos de la corrupción, vivir una semejanza humana y consolar el corazón de Dios. Al pasar por muchas situaciones en las que fallamos y caemos, en las que somos podados y tratados, probados y refinados, cuando hemos leído muchas de las palabras de juicio de Dios y cuando hemos comprendido mucho más acerca de los requerimientos de Dios, nuestros caracteres corruptos pueden entonces, ser gradualmente reemplazados por la verdad, un corazón temeroso de Dios se levanta dentro de nosotros en nuestros deberes y comenzamos a buscar los principios de la verdad. Cuando nos encontramos con problemas, somos capaces de discutirlos con los hermanos y hermanas y no nos apresuramos a tomar decisiones con cosas que no entendemos. En su lugar, nos presentamos ante Dios para orar y buscar muchas veces, hacemos nuestro mejor esfuerzo para cumplir con nuestros deberes de acuerdo con la voluntad y los requerimientos de Dios y lentamente comenzamos a vivir una semejanza humana. Estos son los efectos logrados en nosotros por la obra de juicio de Dios en los últimos días. Aunque esta forma de trabajar puede ser severa y puede causar angustia a las personas, puede permitirnos ver nuestra esencia corrupta y despreciable y apreciar la salvación y la misericordia de Dios. De este modo se estimula nuestra resolución de buscar la verdad y sólo experimentando la obra de juicio de Dios de esta manera podremos desechar nuestros caracteres corruptos, vivir una verdadera semejanza humana, convertirnos en personas que verdaderamente reverencien y obedezcan a Dios, hagan la voluntad de Dios y alcancen la salvación de Dios de una vez por todas. Tales resultados no pueden lograrse simplemente confiando en nosotros mismos. Sólo experimentando la obra del juicio de Dios en los últimos días podemos ser limpiados y convertirnos en personas que hacen la voluntad de Dios; éste es el único camino hacia el reino de los cielos.
Si no experimentamos la obra de juicio de Dios en los últimos días, entonces no importa cuánto leamos la Biblia, ejerzamos autocontrol, suframos o paguemos un precio, nunca podremos librarnos de nuestros pecados. Seguiremos siendo siervos del pecado, personas que se resiste al Señor y sólo terminaremos siendo arrastrados por los desastres y castigados por Dios. Cuando llegue ese momento, estas profecías de la Biblia se cumplirán: “He aquí, viene con las nubes y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él; sí. Amén” (Apocalipsis 1:7). “Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre; y entonces todas las tribus de la tierra harán duelo, y verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria” (Mateo 24:30). Alguien que ha esperado que el Señor venga con las nubes debería estar alegre, entonces, ¿por qué se lamentarán? Será porque durante el período en el que Dios se hace carne en secreto y realiza Su obra de juicio, nos aferramos a nuestras diversas nociones e imaginaciones y nos negamos a aceptar la obra de purificación y salvación traída por el Cristo de los últimos días, y porque algunos de nosotros incluso blasfemamos, condenamos y resistimos al Cristo de los últimos días. Después de que Dios haya formado un grupo de vencedores, Él cerrará Su obra secreta de purificación y salvación del hombre y se mostrará abiertamente al hombre. Cuando eso suceda, todos los que se negaron a aceptar la obra del juicio en los últimos días habrán perdido la oportunidad de que sus pecados sean limpiados. No sólo no se convertirán en vencedores antes de la gran tribulación, sino que estarán completamente llenos de pecado, serán los que se resistan al Señor y al final encontrarán su fin con mucho llanto y crujir de dientes. Como dicen las palabras de Dios Todopoderoso: “El Cristo de los últimos días trae la vida y el camino de la verdad, duradero y eterno. Esta verdad es el camino por el que el hombre obtendrá la vida, y el único camino por el cual el hombre conocerá a Dios y por el que Dios lo aprobará. Si no buscas el camino de la vida que el Cristo de los últimos días provee, entonces nunca obtendrás la aprobación de Jesús y nunca estarás cualificado para entrar por la puerta del reino de los cielos, porque tú eres tanto un títere como un prisionero de la historia. Aquellos que son controlados por los reglamentos, las letras y están encadenados por la historia, nunca podrán obtener la vida ni el camino perpetuo de la vida. Esto es porque todo lo que tienen es agua turbia que ha estado estancada por miles de años, en vez del agua de la vida que fluye desde el trono. Aquellos que no reciben el agua de la vida siempre seguirán siendo cadáveres, juguetes de Satanás e hijos del infierno. ¿Cómo pueden, entonces, contemplar a Dios? Si sólo tratas de aferrarte al pasado, si sólo tratas de mantener las cosas como están quedándote quieto, y no tratas de cambiar el estado actual y descartar la historia, entonces, ¿no estarás siempre en contra de Dios? Los pasos de la obra de Dios son vastos y poderosos, como olas agitadas y fuertes truenos, pero te sientas y pasivamente esperas la destrucción, apegándote a tu locura y sin hacer nada. De esta manera, ¿cómo puedes ser considerado alguien que sigue los pasos del Cordero? ¿Cómo puedes justificar al Dios al que te aferras como un Dios que siempre es nuevo y nunca viejo? ¿Y cómo pueden las palabras de tus libros amarillentos llevarte a una nueva era? ¿Cómo pueden llevarte a buscar los pasos de la obra de Dios? ¿Y cómo pueden llevarte al cielo? Lo que sostienes en tus manos es la letra que solo puede darte consuelo temporal, no las verdades que pueden darte la vida. Las escrituras que lees solo pueden enriquecer tu lengua y no son palabras de sabiduría que te ayudan a conocer la vida humana, y menos aún los senderos que te pueden llevar a la perfección. Esta discrepancia, ¿no te lleva a reflexionar? ¿No te hace entender los misterios que contiene? ¿Eres capaz de entregarte tú mismo al cielo para encontrarte con Dios? Sin la venida de Dios, ¿te puedes llevar tú mismo al cielo para gozar de la felicidad familiar con Dios? ¿Todavía sigues soñando? Sugiero entonces que dejes de soñar y observes quién está obrando ahora, quién está llevando a cabo ahora la obra de salvar al hombre durante los últimos días. Si no lo haces, nunca obtendrás la verdad y nunca obtendrás la vida”.
Ahora que nos enfrentamos al evangelio del regreso del Señor, ¿cómo debemos abordarlo? Las palabras del Señor dice: “Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3). Las palabras del Señor nos dicen que solo los pobres de espíritu tendrán la oportunidad de entrar en el reino de los cielos. Por lo tanto, cuando oímos que Dios Todopoderoso ha venido a realizar la obra del juicio en los últimos días, debemos buscar e investigar tanto como podamos y escuchar la voz del Novio. Confío en que mientras seamos capaces de buscar con un corazón abierto, entonces Dios nos guiará para saludar el regreso del Señor y al hacer esto, tendremos la oportunidad de ser convertidos por Dios en personas que hagan Su voluntad y que puedan entrar en el reino de los cielos.
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