¿Por qué Jesús hablaba en parábolas cuando obraba?
Cuando Jesucristo obraba, le dirigió muchas palabras a aquella gente. Algunas eran muy fáciles de entender. Así por ejemplo, Jesucristo decía a menudo: “En verdad, en verdad os digo […]” (Juan 5:19). A veces hablaba con indirectas, como cuando Jesucristo le dijo a Felipe: “[…] yo estoy en el Padre, y el Padre en mí” (Juan 14:10). Pero lo que realmente me impresionó fueron las parábolas de boca de Jesucristo, como por ejemplo, la parábola de la red, la parábola del pastor en búsqueda de la oveja descarriada, la parábola del mal criado que le exigió a un deudor el pago, la parábola de la vuelta del hijo pródigo, la parábola de las bodas, la parábola de la higuera, y todas las demás. Con esas parábolas en mente, no puedo evitar pensar: ¿Por qué usaba Jesucristo parábolas cuando obraba? ¿Qué intención Suya se escondía detrás?
Con estas preguntas rondándome la cabeza, seguí orándole al Señor para buscar Su iluminación. Un día, mientras estaba estudiando la Biblia, leí los siguientes versículos: “Y acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas en parábolas? Y respondiendo El, les dijo: Porque a vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no se les ha concedido. Porque a cualquiera que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia; pero a cualquiera que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. Y en ellos se cumple la profecía de Isaías que dice: ‘Al oir oireis, y no entendereis; y viendo vereis, y no percibireis; porque el corazon de este pueblo se ha vuelto insensible y con dificultad oyen con sus oidos; y sus ojos han cerrado, no sea que vean con los ojos, y oigan con los oidos, y entiendan con el corazon, y se conviertan, y yo los sane.’ Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen” (Mateo 13:10-16). Pensando con detención en estos versículos y orando y buscando las palabras de Jesucristo, empecé a entender un poco Sus palabras. Resulta que cuando Jesucristo obraba y daba Sus sermones, había mucha gente que venía a escuchar Sus sermones, pero no toda esa gente seguía de verdad al Señor ni iba por Su senda, como por ejemplo los fariseos. Su propósito al escuchar los sermones del Señor no era buscar la verdad, sino encontrar formas de acusar a Jesucristo y tentarle y tenderle una trampa. Algunas personas seguían a Jesucristo porque veían que hacía milagros, que podía concederles gracia y bendiciones a los hombres, y curar a los enfermos y expulsar el demonio. El propósito de esa gente era obtener más gracia y bendiciones no, obedecer al Señor ni preocuparse por Su voluntad. Tan sólo algunos seguidores estaban dispuestos a seguir al Señor porque amaban la verdad y veían la autoridad y la fuerza en Su obra y Sus sermones, como Pedro, Juan, Jacobo y los demás. Así que, para alcanzar a aquellos que realmente creían en Dios y amaban la verdad, Jesucristo hablaba en parábolas para dirigirse a todos, expresando la verdad para dar testimonio de la obra de Dios, del carácter de Dios, y para revelar los misterios del reino de los cielos. Todos aquellos que amaban la verdad y buscaban activamente a Jesucristo, lograban así la iluminación y la guía del Espíritu Santo y entendían el significado de las parábolas. Sin embargo, aquellos que no amaban la verdad sino que tan sólo pedían gracia y bendiciones, no buscaban desde el principio el significado de Su obra, de modo que nunca entendieron la verdad. De esta forma, aquellos que tenían una fe verdadera en Dios y que amaban la verdad, y aquellos falsos creyentes e incrédulos, que tan sólo buscaban gracia y bendiciones fueron separados y escogidos según su propia naturaleza. Esto va en concordancia con lo que dijo Jesucristo: “Porque a vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no se les ha concedido. Porque a cualquiera que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia; pero a cualquiera que no tiene, aun lo que tiene se le quitará” (Mateo 13:11-12). Este es el primer aspecto del significado de por qué Jesucristo hablaba en parábolas cuando obraba.
Luego, en una página web vi las siguientes palabras: “La primera es la parábola del sembrador. Es realmente interesante; sembrar semillas es un acontecimiento común en la vida de las personas. La segunda es la del trigo y la cizaña. Cualquiera que haya plantado cultivos y, seguramente, los adultos sabrán qué es la ‘cizaña’. La tercera es la parábola del grano de mostaza. Todos vosotros sabéis lo que es la mostaza, ¿verdad? Si no lo sabéis, podéis echar un vistazo a la Biblia. La cuarta parábola es la de la levadura. Ahora, la mayoría de las personas sabe que se usa para la fermentación y que es algo que las personas utilizan en la vida cotidiana. Las siguientes parábolas, incluyendo la sexta, la del tesoro escondido, la séptima, la de la perla, y la octava, la de la red, fueron tomadas de la vida real de las personas. ¿Qué tipo de cuadro pintan estas parábolas? El de de Dios convirtiéndose en una persona normal y viviendo junto a la humanidad, usando el lenguaje de la vida, el lenguaje humano, para comunicarse con los hombres y proveerles lo que necesitan. Cuando Dios se hizo carne y vivió entre los hombres durante mucho tiempo, después de haber experimentado y presenciado los diversos estilos de vida de las personas, estas experiencias pasaron a ser Su material educativo a través del cual transformó Su lenguaje divino en humano. Por supuesto, estas cosas que Él vio y oyó en la vida también enriquecieron la experiencia humana del Hijo del hombre. Cuando Él quería que las personas llegaran a entender algunas verdades, entender algo de la voluntad de Dios, podía usar parábolas parecidas a las anteriores para hablar a las personas acerca de la voluntad de Dios y Sus requisitos para la humanidad. Todas estas parábolas tenían relación con la vida de las personas; no había una sola que no estuviese en sintonía con la vida humana. Cuando el Señor Jesús vivió entre los hombres, vio campesinos cuidando su tierra y sabía lo que eran la cizaña y la levadura; entendió que los humanos aman los tesoros, por lo que usó las metáforas del tesoro escondido y la perla”. “Esta era la ventaja de Dios al hacerse carne: podía aprovecharse del conocimiento de la humanidad y usar el lenguaje humano para hablar a las personas y para expresar Su voluntad. Él le explicó o le ‘tradujo’ al hombre Su profundo lenguaje divino, que resultaba difícil de entender para las personas en lenguaje humano, de forma humana. Esto ayudó a las personas a entender Su voluntad y a saber qué quería hacer Él”.
Con estas palabras entendí la razón de por qué Jesucristo usaba tantas parábolas cuando obraba: era para permitirles a Sus seguidores entender mejor la intención de Dios y Sus distintos requisitos para con la gente, de modo que lo adorasen de corazón y con honestidad. En la Era de la Ley, Jehová Dios usó profetas para transmitirle Sus palabras al hombre, pero aquellas palabras eran todas ellas profecías y los seguidores por aquel entonces no eran capaces de entender directamente Su significado. Incluso hoy en día seguimos siendo incapaces de dilucidar muchas profecías de los profetas. Esto es la verdad. Cuando Jesucristo se encarnó como el Hijo del Hombre para obrar sobre la tierra y usó el lenguaje humano para contarle a la gente las intenciones y los requisitos de Dios, estábamos más capacitados para entender y agarrarnos a la verdad de Sus palabras, y eso nos ayudó a conocer Su obra y carácter y a entender las intenciones buenas de Su salvación de la humanidad. Al igual que Jesucristo usó la parábola de la oveja descarriada para expresar Su amor por la humanidad – Dios quiere que todo el mundo se salve y no quiere que nadie perezca. Mientras que se crea de verdad, aun cuando uno toma el camino equivocado durante algún tiempo, Dios luchará por rescatarle. Ese propósito de Jesucristo hablando en el lenguaje humano para permitirnos entender mejor Sus requisitos, concuerda con las palabras de la Biblia: “para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta, cuando dijo: Abrire mi boca en parabolas; hablare de cosas ocultas desde la fundacion del mundo” (Mateo 13:35). Este es el segundo aspecto del significado de por qué Jesucristo usaba parábolas cuando obraba.
Seguí leyendo: “También pudo tener conversaciones con personas desde la perspectiva humana, usar el lenguaje humano y comunicarse con ellas de una forma en la que entenderían. Hasta podía hablar y obrar usando el lenguaje y el conocimiento humanos, de forma que las personas pudieran sentir la bondad y la cercanía de Dios, y ver Su corazón”. Con estas palabras entendí que cuando Jesucristo estaba obrando y decía Sus sermones, hablaba en parábolas usando el lenguaje humano, porque son fáciles de entender, y nos permitían, incluso más, sentir la bondad de Dios y Su amor y nos acercaban más a Él. Volvamos a la Era de la Ley: Mientras que Dios no se hizo carne para llevar a cabo Su tarea, le habló a Moisés como arbusto ardiente; les habló a los israelitas en el Monte Sinaí; le habló a Job como viento. Por aquel entonces cuando la gente oía a Dios hablar, sentían miedo y no se atrevían a enfrentarse a Él o a acercarse a Él; menos aún podían acallar sus corazones para buscar el significado de Sus palabras. Sin embargo, en la Era de Gracia, Dios se encarnó y usó el lenguaje humano para realizar Sus obras y sermones, enseñándole con parábolas a la gente a entender Su camino, lo que nos permitió sentir que Dios ya no nos es inalcanzable ni es quien nos mantiene en el asombro, y sentir la consideración de Dios y Su amabilidad para con nosotros, de modo que podemos buscar – cara a cara – Sus intenciones, aceptar Su obra y guía y obtener Su redención. Este es el tercer aspecto del significado de por qué Jesucristo hablaba en parábolas cuando obraba.
A partir de la obra de Dios, podemos ver que Dios se hizo carne para expresar la verdad y usó el lenguaje humano para hablarnos a nosotros los hombres de modo que podamos conocer con mayor facilidad Sus intenciones y requisitos y entender y practicar la verdad, y así podremos desprendernos de nuestro carácter corrupto, ser purificados y cambiados, y convertirnos en aquellos que conocen a Dios, obedecen a Dios y adoran a Dios. ¡Gracias, Dios! ¡Que toda la gloria esté con Dios!
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(Traducido del original en inglés al español por Eva Trillo)
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