Este versículo nos dice el comportamiento de aquellos que siguen las huellas del Cordero. Este grupo de personas son honestas y amadas por Dios. En su boca no se encuentra ninguna mentira, torcedura o engaño, y en su corazón magnifican a Dios, no se rebelan ni resisten a Él. Pueden obedecer y temer a Dios en todo, tener un solo corazón y una sola mente con Él, y adorarlo en espíritu y en verdad. Ellos son los vencedores que son juzgados y limpiados por Dios en los últimos días. Sin embargo, hemos sido profundamente corrompidos por Satanás. En nuestro corazón siempre consideramos o planificamos nuestros propios intereses, engañamos a los de arriba y a los de abajo; y siempre decimos mentiras y engañamos a los demás. ¿Cómo puede Dios gustar de gente tan engañosa? ¿Cómo pueden estas personas entrar en el reino de Dios? De este versículo, podemos saber que ser personas honestas que son purificadas por Dios es la meta y dirección que debemos buscar.

La palabra de Dios dice: “Debéis saber que a Dios le gustan los que son honestos. En esencia, Dios es fiel, y por lo tanto siempre se puede confiar en Sus palabras. Más aún, Sus acciones son intachables e incuestionables, razón por la cual a Dios le gustan aquellos que son absolutamente honestos con Él. Honestidad significa dar tu corazón a Dios; ser auténtico y abierto con Dios en todas las cosas, nunca esconderle los hechos, no tratar de engañar a aquellos por encima y por debajo de ti, y no hacer cosas solo para ganaros el favor de Dios. En pocas palabras, ser honesto es ser puro en tus acciones y palabras, y no engañar ni a Dios ni al hombre” (“Tres advertencias”).

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