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¿Cómo sobrevivió una niña de 9 años que cayó accidentalmente en un pozo?

Desde pequeña seguí el ejemplo de mi madre como creyente en el Señor, de este modo yo fui una niña que creció bajo Su protección. Cada vez que leo la parte de la Biblia que dice: “Porque tú has puesto á Jehová, que es mi esperanza. Al Altísimo por tu habitación, No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada. Pues que á sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, Porque tu pie no tropiece en piedra.(Salmos 91:9-12)*, recuerdo la escena en la que fui rescatada por el Señor después de haber caído en un pozo cuando era niña.

Cuando tenía nueve años, una tarde de otoño, justo después de que lloviera, fui al jardín sola a recoger verduras. El jardín estaba bastante lejos de mi casa, y debido a mi miedo a la oscuridad quería volver antes de que anocheciera. Así que caminé con mis botas de goma rápidamente por el camino angosto y fangoso...

Mientras caminaba, de pronto pisé algo y sentí que era suave y que se movía. Al ver que era una serpiente, grité y corrí, pero el camino estaba tan resbaladizo que no podía correr, así que sólo podía caminar apresuradamente hacia el jardín. Sin embargo, cuando llegué a la entrada, mi pie resbaló y, para mi horror, ¡caí en un pozo!

El agua del pozo tenía más de dos metros de profundidad. Tan pronto como caí en el pozo, me hundí hasta el fondo y el agua entró en mi boca. No sabía nadar, así que me agitaba en el agua. Me sentí tremendamente impotente, y pensé: "No hay nadie alrededor, quizá me ahogue en este pozo".

En ese momento, recordé al poderoso Señor Jesús, sólo Él podía salvarme. Así, empecé a llamarle. Pero de repente me di cuenta de que no podía abrir la boca porque, de lo contrario, me ahogaría. Así que apreté los labios y contuve la respiración. Mientras tanto, luchaba por agarrarme de las piedras de la pared del pozo y salir del agua. Pero las piedras, cubiertas de musgo, eran tan resbaladizas que no podía agarrarlas. Además, el agua se movía haciendo olas, por lo que mi cuerpo se balanceaba, lo que hacía aún más difícil poder agarrarme de las piedras. Con gran dificultad me sujeté de una piedra y traté de subir, pero resbalé y volví a hundirme en el fondo del pozo. En ese momento, me asusté aún más y fui menos capaz de aguantar la respiración, como resultado el agua entró en mi boca. Respirar se me hizo difícil y pensé que me ahogaría.

Sin embargo, no renuncié a la idea de supervivencia. Así que, le pedí al Señor aún con mayor vehemencia, pidiéndole que me diera más fuerza. Después de orar, recobré la confianza de nuevo. Luego de contener la respiración, volví a agarrar las piedras de la pared y subí. Sin embargo, como había demasiado musgo en las piedras y tenía miedo de volver a hundirme en el fondo del pozo si perdía el control, también intenté desesperadamente afianzarme en las piedras que estaban a mi lado. De repente, encontré una piedra en la que pude sostener mi pie y a empujones logré avanzar a lo largo de la pared del pozo.

Me pareció que tomó siglos, pero finalmente salí del agua. En ese momento, ya estaba oscuro. Debido a que aguanté la respiración durante mucho tiempo, jadeé y jadeé. Mi vientre estaba lleno del agua y mi cuerpo como dormido. Al mirar la entrada del pozo por encima de mí y el agua fría debajo de mí, tuve mucho miedo de que en el proceso de escalada yo perdiera la fuerza o agarrara una piedra musgosa y volviera a caer al agua. Y si eso sucediera una y otra vez, consumiría todas mis fuerzas y me ahogaría. En ese momento, supe que sólo el Señor Jesús podía salvarme, así que le pedí de nuevo que me diera más fe y fuerza para poder subir a la cima del pozo.

Luego, tomé un descanso por un momento. Después de recuperar mis fuerzas, empecé a escalar, pero se estaba haciendo cada vez más tarde de modo que el pozo estaba aún más oscuro y realmente no podía ver dónde estaban las piedras. Así que usé mis pies para probar qué piedras podía pisar, y subí lentamente. Colocaba mis pies con mucho cuidado mientras invocaba al Señor...

Finalmente, bajo el cuidado y la protección del Señor, llegué a la parte superior del pozo, y luego, con gran fuerza, me levanté para caer en el suelo empapada hasta los huesos, me senté junto al pozo y recuperé mis fuerzas lentamente. Miré a mi alrededor: estaba muy oscuro y no había nadie. Soplaba un viento otoñal, así que me sentí frío. Pero no tenía nada de miedo en mi interior, sino que me sentía en paz, porque sabía claramente en mi corazón que el Señor Jesús estaba a mi lado. Fue Su cuidado y protección lo que me ayudó a escapar. Le agradecí al Señor por salvarme. Gracias a que el Señor impulsó mi fe y perseverancia pude salir con seguridad del fondo del pozo.

Al recordar esta experiencia, sé que después de haber caído en el pozo experimenté que en la encrucijada de la vida y la muerte sólo el Señor es mi roca. Justo como dice la Biblia: “Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fuerte mío, en él confiaré; Escudo mío, y el cuerno de mi salud, mi refugio.” (Salmos 18:2)*. Agradezco al Señor, mi Salvador Jesús, por bendecirme con Su salvación. Gracias al cuidado y protección del Señor, salí adelante con seguridad. ¡Toda la gloria sea al Señor!

Some Scriptures taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation

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