A pesar de su alto estatus, el rey de Nínive, después de escuchar la noticia de que Dios destruiría su ciudad, mostró verdadero arrepentimiento. No solo él mismo usó cilicio y cenizas, sino que también ordenó a todas las personas que hicieran lo mismo, guiándolos confesar y arrepentirse de sus pecados ante Jehová Dios. Es el verdadero arrepentimiento del Rey de Nínive y sus súbditos lo que causó que Dios cambiara Sus intenciones y no destruyera la ciudad de Nínive, sino que continúe otorgando Su misericordia sobre ellos. Esta es también la manifestación del verdadero amor de Dios por la humanidad.

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